Francisco
Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura
devocional: Hechos 9:1-19
El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo:
Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el
aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el
Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Hechos 9:5,6 (RV60).
El impetuoso, apasionado y religioso Saulo de
Tarso, emprendió una persecución contra la Iglesia naciente del Señor JESÚS.
Como todo fanático religioso, él pensaba que la persona que no creía en lo
mismo que él, merecía morir. El médico Lucas, hizo un diagnóstico de aquel
perseguidor implacable de los primeros discípulos de JESÚS: “Saulo, respirando
aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote”
(Hechos 9:1). ¿Quién era Saulo de Tarso? Era judío y se sentía orgulloso de
ello. Asimismo se llamó hebreo de hebreos. Cuando nació, sus padres -que
descendían de la tribu de Benjamín-, le pusieron el nombre que distinguía al
primer rey que tuvo Israel, Saúl. Ciertamente, Saulo tenía un celo por su
pueblo porque en la historia de la salvación ningún pueblo antiguo había tenido
tantas cosas buenas; así que tenía buenas razones del abolengo religioso que
Saulo poseía. Ciertamente Israel era el pueblo escogido: “que son israelitas,
de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley,
el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según
la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los
siglos. Amén.” (Romanos 9:4-5 RV60). Sólo un milagro, una intervención del
mismo cielo, puede producir un cambio de mente y corazón; una experiencia
espiritual que marque un nuevo nacimiento en un ser humano y eso exactamente
ocurrió en la vida de Saulo de Tarso, quien después vino a ser el gran apóstol
Pablo de Tarso. El apóstol de la gracia de Dios. Sin la existencia de Pablo de
Tarso, el cristianismo fuera una religión más, en vez de algo más que una
religión.
De Pablo puede decirse que no fue grandioso
para comenzar sino que comenzó su vida en Cristo para llegar a ser grandioso.
Ciertamente Pablo ocupa un lugar tan prominente en la fe viva del cristianismo
que en estos instantes en alguna parte del mundo, alguien puede estar siendo
elevado a otro nivel en la relación con Dios, gracias a uno de sus escritos con
tanta profundidad pero que al mismo tiempo cambia, influye e impacta.
Solamente, dos preguntas hizo Saulo aquel día de su encuentro con JESÚS:
“¿Quién eres Señor?”, y, ¿qué quieres que yo haga?” Porque a la verdad como
dijera el gran misionero ingles C.T Studd: “Si Jesucristo es Dios y murió por
mí, entonces ningún sacrificio podrá ser demasiado grande para que yo lo haga
por él.” Y así, cuando JESÚS, respondió sus preguntas. Se levantó, fue y
cumplió su ministerio y el mundo no es el mismo después de aquel gran
misionero. Su lema, es nuestro lema también: “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí.” (Gálatas 2:20).
Termino con este soneto de uno de los grandes
de la poesía clásica española. Ahora el que ha sido salvado, le pregunta al
Señor:
¿Qué
quiero mi JESÚS?
Pedro
Calderón de la Barca
Siglo
XVII.
¿Qué quiero mi Jesús? Quiero quererte,
quiero cuanto hay en mí del todo darte.
Sin tener más placer que el de adorarte,
sin tener más temor que el de ofenderte.
quiero cuanto hay en mí del todo darte.
Sin tener más placer que el de adorarte,
sin tener más temor que el de ofenderte.
Quiero olvidarlo todo y conocerte,
quiero dejarlo todo por buscarte,
quiero perderlo todo para hallarte,
quiero ignorarlo todo por saberte.
quiero dejarlo todo por buscarte,
quiero perderlo todo para hallarte,
quiero ignorarlo todo por saberte.
Quiero, amable Jesús, abismarme
en ese dulce hueco de tu herida
y en tus divinas llamas abrasarme.
en ese dulce hueco de tu herida
y en tus divinas llamas abrasarme.
Quiero, por fin, en ti transfigurarme,
morir a mí para vivir tu vida;
perderme en ti, Jesús, y no encontrarme.
morir a mí para vivir tu vida;
perderme en ti, Jesús, y no encontrarme.
Oración:
Bendito y alabado seas Padre amado:
La eficacia de tu salvación a favor del ser humano
comienza solamente con dos preguntas ¿Quién eres Señor? ¿Qué quieres que haga?
Ayúdame a ser para después hacer. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
JESÚS
está preparando un ministerio para nosotros, mientras el Espíritu Santo, nos
prepara para ese ministerio. Por lo tanto podemos decirle: ¿Qué quieres que haga?
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su
Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda
aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo
conmigo?
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