Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: Isaías 40:28-31
En cambio, los que
confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de
águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán. Isaías 40:31 (NTV)
Una noche durante mi enfermedad en enero de
2012, no podía dormir. Me inquietaban muchas cosas, entre ellas, toda la
planificación final de un gran evento que celebraríamos en la ciudad en agosto
de aquel año, del cual era el responsable. Entre el sufrimiento y los
medicamentos, me preguntaba: ¿Qué pasará si Dios me llama en esta noche para
irme con Él a Su presencia? Para serles honesto, sólo pensarlo me hace feliz
porque como el apóstol Pablo, puedo afirmar: “Pues, para mí, vivir
significa vivir para Cristo y morir es aún mejor. Pero si vivo, puedo realizar
más labor fructífera para Cristo. Así que realmente no sé qué es mejor. Estoy
dividido entre dos deseos: quisiera partir y estar con Cristo, lo cual sería
mucho mejor para mí; pero por el bien de ustedes, es mejor que siga viviendo.”
(Filipenses 1:21-24 NTV).
También aquella noche pensaba en los amados de mi
rebaño, del cual por la gracia de Dios, están mucho más allá de mi redil,
porque nada que afecte al Reino de Dios en cualquier parte del mundo, me es
ajeno. Igualmente, me inquietan los diversos acontecimientos nacionales,
continentales y mundiales. Todas estas situaciones me mantienen alerta en
oración y clamor delante de Dios. De repente vino a mi mente, la ilustración
que hace muchos años, le oí a mi inolvidable pastor y consejero en los mis años
juveniles, al Rev. Eusebio Pérez Domínguez, guardé la copia de la ilustración
porque en aquellos tiempo yo era el secretario de la iglesia, y cuando, hacía
los boletines el día sábado, el pastor me leía el sermón que él iba a predicar
el domingo, dice así:
Una noche durante una grave crisis política.
Bulstrode Whiteloke, Embajador de Inglaterra ante la corte de Holanda, no podía
dormir debido a la ansiedad que sentía por el estado del país. Un anciano
sirviente que dormía en el mismo cuarto se dirigió a él diciendo:
_Su excelencia, ¿me permite hacerle una
pregunta?
_Dime lo que deseas saber –respondió el
embajador.
_Excelencia, ¿usted cree que Dios gobernaba
el mundo antes de que usted naciera?
_Y ¿cree que cuando usted abandone este
mundo, Él seguirá gobernándolo?
_También lo creo así.
_Entonces, excelencia, ¿no puede usted
confiar en que Él gobierne el mundo mientras usted está en él?
El agotado y soñoliento estadista dio un
profundo suspiro se acomodó bien en el lecho, y en un instante se quedó
profundamente dormido.
Volviendo a mi lecho de enfermo, aquella
noche, también me hice algunas preguntas:
Francisco, ¿dónde estabas tú cuando Dios
puso los fundamentos de este universo? Naciste en 1945, cuando estaba
terminando la Segunda Guerra Mundial, con sus millones de muertos, ¿te
preocupabas por eso? Sin embargo, cuando naciste, despertaste… y Dios ya estaba
allí. ¿Quién veló por ti, todos esos años de tu niñez? ¿Qué crees que pasará en
el mundo si esta noche, yo te llevo a mi presencia? En mi espíritu sentí la voz
de mi amado Señor al cual sirvo desde mi juventud. “Bien sabes, yo fundé este
mundo y continúo con mi plan para sostenerlo hasta el fin de los tiempos. Te
escogí antes de que el mundo fuese para que existieras. No eres un accidente.
Eres mío para siempre. No sabes a caso que, ¿Yo tengo a todo el universo en mi
mano? Entonces, sentí en lo más profundo de mi espíritu Su mandato en aquel
momento: “Ora, confía en mí, y yo haré.” La paz del Señor, me hizo dormir,
descansar y sanarme, porque todavía tengo asuntos que hacer de este lado de la
eternidad. ¡Alabado sea el Señor!
Sí ¡Dios está vivo! Pase lo pase conmigo,
las ovejas son de Dios, yo simplemente las pastoreo y las alimento. Y, los que
somos sus siervos con gozo podemos afirmar: “Nos reaviva saber que están firmes
en el Señor.” Inmediatamente, fue inevitable que recitase mi pasaje favorito:
¿Acaso nunca han oído?
¿Nunca han entendido?
El SEÑOR es el Dios eterno,
el Creador de toda la
tierra.
Él nunca se debilita ni se cansa;
nadie puede medir la
profundidad de su entendimiento.
Él da poder a los indefensos
y fortaleza a los
débiles.
Hasta los jóvenes se debilitan y se
cansan,
y los hombres jóvenes caen exhaustos.
En cambio, los que confían en el SEÑOR
encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila.
Correrán y no se cansarán; caminarán y no
desmayarán.
(Isaías
40:28-31 NTV)
Oración:
Dios mío, enséñame de tal
modo a valorar mis días que me restan sobre esta tierra, que los lleno de tu
sabiduría. Ayúdame a formular propósitos para llevar este Evangelio por todas
partes en armonía total con tu voluntad. Que no tenga en poco ser quien soy por
tu gracia; pero que no caiga en la soberbia de sentirme indispensable en tu
Reino. En presencia y en nombre de JESÚS, oro. Amén.
Perla de hoy:
Sirvamos a
Dios con toda pasión y gozo, como si la salvación de este mundo dependiera de
nosotros; pero sometiéndonos a su soberanía y plan eterno, que Él haga lo que
bien le parezca.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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