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Lectura devociona: Salmo 9:1-10
Te
alabaré, SEÑOR, con todo mi corazón; contaré de las cosas maravillosas que has
hecho. Gracias a ti, estaré lleno de alegría; cantaré alabanzas a tu nombre, oh
Altísimo.
Salmo 9:1,2 (NTV).
Hoy mi alma
te alaba SEÑOR porque eres mi Padre santo y fiel, así me lo enseñó tu amado
Hijo JESÚS:
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9).
Soy tu hijo porque desde antes de la fundación del mundo, me escogiste con un
propósito eterno y cuento con tu bendición en “los lugares celestiales en
Cristo” (Efesios 1:3,4); me abriste la puerta de tu casa y me hiciste miembro
de tu familia: “Yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa”
(Salmo 5:7); ¿qué ha hecho posible tanta bendición y privilegio? No son las
virtudes humanas que yo pueda poseer; no han sido tampoco mis buenas acciones
que pueda haber hecho; lo que ha abierto la puerta de tu casa para mí ha sido
tu misericordia, tu fidelidad, tu gracia y tu amor.
Hoy mi alma
te alaba SEÑOR porque tu fidelidad y no la mía, hace que tu misericordia no
tenga ni una sombra de duda. Sabes quién soy, de dónde vine y adónde voy, porque soy
creación tuya: “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de
mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy
maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien” (Salmo 139:13,14; RV60). Yo nací,
desperté y allí estabas tú sonriéndome, porque al fin yo había llegado. ¡Ese
eres tú, mi amado SEÑOR! Ningún ser humano es un accidente. Tu amor por el ser
humano es firme y duradero: “En esto consiste el amor verdadero: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su
Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados” (1 Juan 4:10; NTV).
Hoy mi alma
te alaba SEÑOR porque tu compasión y bondad nunca fallan y eres inmutable. No cambias nunca. Eres
el mismo ayer, hoy y por los siglos de los siglos. Tu amor es firme y continuo
y no se ve afectado por mis emociones. Ese amor es la expresión firme de quien
eres: “Dios es amor” (1 Juan 4:8; RV60); el amor tuyo hacia mí, no es fruto de
un premio a mi buena conducta. Tu amor SEÑOR es sencillamente maravilloso; es
lamentable que yo haya sido tan lento para responder a tu gran amor; y más
maravillado estoy porque sé que nunca voltearás tu rostro para no verme, porque
me amas y más que yo a ti; nunca me podré esconder de tu amor: “Oh SEÑOR, has
examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí. Sabes cuándo me siento y cuándo
me levanto; conoces mis pensamientos aun cuando me encuentro lejos. Me ves
cuando viajo y cuando descanso en casa. Sabes todo lo que hago. Sabes lo que
voy a decir, incluso, antes de que lo diga, SEÑOR. Vas delante y detrás
de mí. Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza. Semejante conocimiento
es demasiado maravilloso para mí, ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!”
(Salmo 139:1-6; NTV).
Hoy mi alma
te alaba SEÑOR y reconozco que a pesar de los cambios y de las estaciones del
año, y aunque yo mude y cambie mis vestiduras, Tú permaneces fiel. Sin embargo, tú quieres
que yo ame como tú amas, que perdone a mis enemigos como tú lo haces, que sea
santo como tú eres, que sea un ser humano de paz de la que tú das. ¿Oh SEÑOR,
cómo puedo lograr todo ello para tu honra y gloria? Ese amor tuyo puede hacerse
realidad en mí, únicamente a través de JESÚS. Ese fue el amor que lo trajo del
cielo a la tierra; ese amor lo llevó a la cruz en mi lugar (Juan 3:16).
Hoy mi alma
te alaba SEÑOR porque sé que las puertas del cielo están abiertas. Tú me invita a acercarme
y a ser parte de tu familia: “Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son
unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo
de Dios. Son miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19; NTV). JESÚS mismo
me lo repite continuamente: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno
oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”
(Apocalipsis 3:20; RV60). ¡Dios no cambia y es fiel y su invitación es para una
acción inmediata! Dejémosle entrar con humildad y arrepentimiento por nuestros
pecados a nuestro corazón; haz una sincera oración con tus propias palabras, y
en su misericordia y fidelidad, JESÚS te oirá. Él ya pagó el precio para
hacerte miembro de su Familia. Los brazos de Dios te esperan. Por todo esto
puedo exclamar: ¡Hoy mi alma te alaba SEÑOR!
Oración:
Amado Padre
Celestial:
Hoy mi alma
te alaba SEÑOR y reconozco que a pesar de los cambios y de las estaciones del
año, aunque yo mude y cambie mis vestiduras. Tú permaneces fiel. Ayúdame a
proclamar tu amor, tu fe, y tu esperanza en medio de un mundo en crisis. En el
nombre de JESÚS. Amén.
Perla
de hoy:
La adoración es una experiencia
del alma, y conforme al plan eterno del SEÑOR, la persona entra en comunión con
Dios por medio de JESÚS.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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