Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura
devocional: Salmo 139:13-18
Tú creaste mis entrañas; me formaste en el
vientre de mi madre.¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son
maravillosas, y esto lo sé muy bien! (Salmo 139:13-14, NVI)
¡Hoy es mi turno!
Millones de seres humanos poblamos este planeta convulsionado, pero ninguno
tiene mis huellas dactilares ni el ritmo de mi corazón. ¡Soy único! Hay promesas
de éxito en la vida cristiana, y por ello soy un vencedor a tiempo completo. Imposible contar los millones de
personas que llegaron, vivieron y se fueron, ellos tuvieron esta vida como una
asignación temporal, al igual que yo, pero ya su tiempo pasó.
¡Hoy es mi turno!
Y quiero aprovechar la brevedad de mi vida en pensar mejores cosas, decir
mejores cosas y hacer mejores cosas: “Todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, en esto pensad” (Filipenses 4:8; RV60). Dios está
conmigo, no puedo perder. Por mi nuevo nacimiento he llegado a ser un hijo de
Dios; tengo su presencia en mí; mi vida tiene un propósito, y tengo paz con
Dios porque me ha perdonado todos mis pecados. Así que, teniendo a JESÚS, lo tengo todo. Estoy
completo en Cristo, no tengo nada que buscar en este mundo pasajero y vanidoso,
no tengo nada que perder, ya que “con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí” (Gálatas 2:20). Mi vida y mi muerte están en las manos
de Dios; nada ni nadie puede separarme de Dios, ¡ni yo mismo!... Eso explica
por qué puedo contentarme cualquiera sea mi situación (Filipenses 4:11). Las
circunstancias no me cambian, pero el Señor y yo sí las cambiamos. No soy un
termómetro que nada más registra la temperatura, sino un termostato que la
cambia: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13
RV60).
Si el
éxito de la vida humana consiste en conseguir lo que se desea, entonces JESÚS
vino a mi rescate, me encontró y me salvó, para eso nací. Por ello, teniendo a
Cristo ya soy exitoso, mucho más de lo que me merezco. Si la felicidad es
apreciar lo que se ha conseguido, entonces puedo decir que amo a JESÚS, Él y
solo Él es el Comandante en Jefe de mi vida y viviré para su honra y gloria.
¡Hoy es mi
turno! Asumo mi realeza como hijo del gran Rey. Levanto mi
frente y salgo a la conquista del mundo utilizando como arma el amor de Dios
que derramó en mi corazón (Romanos 5:5), hasta levantar un imperio para la
gloria de Dios.
¡Hoy es mi
turno! Soy un soldado de JESÚS: “Tú pues sufre penalidades como
buen soldado de Jesucristo” (2 Timoteo 3; RV60), por lo tanto: “Ninguno que
milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo
tomó por soldado” (2 Timoteo 2:4; RV60). Ciertamente, la vida humana es breve, pero la vida espiritual, que JESÚS
da como un regalo es para siempre (Juan 10:10b); como dijo el gran misionero
Jim Elliot: “No es ningún tonto el que cambia lo temporal por lo eterno”, pero
hoy es mi turno para vivir ambas vidas con plenitud. Este paréntesis que ha abierto la
eternidad a mi favor, lo cerraré con un extraordinario triunfo. Sé que no
volveré a tener otro cuerpo como el que tengo en el presente. Conozco
mi finitud, pero hoy es mi turno, Dios por su gracia me puso aquí y
haré que este cuerpo sea hueso de sus huesos: “Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y
de sus huesos.” (Efesios 5:30, RV60).
¡Hoy es mi
turno! Me levantaré desde las cenizas de mis derrotas y
fracasos, una y otra vez: "Porque siete veces podrá caer el justo, pero
otras tantas se levantará; los malvados en cambio, se hundirán en la
desgracia" (Proverbios 24:16; RV60). Porque
todo lo puedo en Cristo; la victoria final me espera y no la haré esperar más,
porque hoy es mi turno para triunfar. Pondré alas a la esperanza y con ella
volaré a cumbres elevadas.
¡Hoy es mi turno!
Y tengo un destino eterno y una misión histórica que cumplir. No estoy aquí
para consumir nada más, sino para dar y gastarme en lo que soy, un hijo de
Dios. Este momento histórico es único, no desperdiciaré ni un segundo de él.
Soñaré grandes sueños. Me empinaré sobre ellos y simplemente: ¡Viviré! Porque: ¡Hoy es mi turno!
Oración:
Digno eres Padre de mi alabanza en este día, gracias por permitirme ser
el humano que has hecho de mí, y por hacerme un soldado de tu milicia; no puedo
dividir mi lealtad y solo a ti serviré. En el nombre de JESÚS, amén.
Cuando naces de nuevo, llega tu turno para disfrutar a plenitud de ser un
hijo de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe aguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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