Lectura
devocional: Colosenses 3:5-17
Y que la paz
que viene de Cristo gobierne en sus corazones. Pues, como miembros de un mismo
cuerpo, ustedes son llamados a vivir en paz. Y sean siempre agradecidos. Colosenses
3:15 (NTV)
¡Hoy seré agradecido!
Soy el milagro de Dios y por eso existo. No soy un accidente en este
mundo. Soy fruto del cuidado providencial y de la acción soberana del Padre
eterno sobre el universo, y estuve en su mente: “antes de la fundación del
mundo” (Efesios 1:4). En su gracia, El Padre me proveyó un nombre en la tierra
y otro en la gloria.
¡Hoy seré agradecido!
Frente a mí están todas las posibilidades, porque soy un ser finito
con posibilidades infinitas. Hoy me siento con energías suficientes y todo mi
ser reclama el sendero que todavía debo andar; he escogido el camino de la
gratitud.
¡Hoy seré agradecido!
Lo seré con aquellos que ya no están, y, que durante miles de años,
muchísimos hombres y mujeres invirtieron sus esfuerzos y vidas para descubrir y
desarrollar los adelantos y las ventajas que ellos no tuvieron, pero que
gracias a ellos poseo. Mi gratitud me lleva a recorrer los nombres y recordar a
algunos de ellos, verdaderos benefactores de la humanidad, investigadores,
astrónomos, físicos, químicos, médicos y otros profesionales, esos, que con
desinterés y altruismo a prueba, dedicaron sus vidas a escudriñar en sus laboratorios
hasta encontrar la respuesta a la enfermedad, al sufrimiento, y mitigar el
dolor que como seres humanos enfrentaremos siempre. Desde muy niño, les debo mi
existencia, y nunca me alcanzará toda esta vida para agradecérselos.
¡Hoy seré agradecido!
Estoy en deuda con los autores humanos, pero, inspirados por Dios,
auxiliados por el Espíritu Santo, los cuales escribieron la Santa Biblia, la
Palabra de Dios. Esta Palabra viviente ha sido mi perfecto tesoro de sabiduría
divina, y una fuente inagotable para la sabiduría humana; no pido perdón por
hacer de la Biblia mi brújula perfecta para guiarme el resto de mi vida, la
creo de pasta a pasta, inerrante y soberana, hasta llegar hasta donde esta
Palabra nos promete, “un cielo nuevo y una tierra nueva”.
¡Hoy seré agradecido!
Sigo en deuda con aquellos que trabajaron para mí al escribir las
páginas de las grandes obras literarias de cuyas fuentes he bebido desde que
aprendí a leer. La lectura no es virtud, sin embargo, forma parte de las
cualidades para adquirirla; leer es la fuerza de vivir la belleza que toca mi
visión y las puertas de mi corazón para
ennoblecerlo; es el secreto que tiene mi alma para sonar como la lira,
nada más que con el contacto del escrito; leer es dejarse iluminar y despertar
los ojos del espíritu como despertaron sus autores al abrir el entendimiento,
convencer la razón y conmover los sentimientos más recónditos del ávido lector.
Razón tenía la sabiduría judía cuando enseñó: “convierte a tus libros en
amigos”, y el proverbista cuando aconsejó: “Dirige a tus hijos por el camino
correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán.” (Proverbio 22:6; NTV).
¡Hoy seré agradecido!
¿Cómo puedo agradecer a aquellos que sembraron árboles bajo cuyas
sombras me deleito y cuyos frutos me sostienen? La mejor forma de pagar mi
deuda con ellos será plantar hoy la semilla de un árbol cuyo fruto no alcanzaré
a comer, pero con la esperanza de que un día -cuando ya nadie se acuerde de mí,
las aves hagan nidos en sus ramas y los seres humanos se deleiten con sus
frutos como yo lo hice con aquellos que no sembré, pero cuyos frutos he gustado
desde mi juventud.
¡Hoy seré agradecido!
Lo seré con los ancianos y con los jóvenes, porque: “La gloria de los
jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez” (Proverbios
20:29; RV60). Los ancianos se tornaron en mis guías con sus ejemplos y consejos
cuando yo era un joven con la pasión de renovarme y por el anhelo de emprender
obras dignas, por los sueños de ser útil y no venir a este mundo solamente para
ocupar un lugar; tuve que tomar la decisión de no quedarme plantado en donde me
sembraron, sino salir, como Abraham, a buscar mi propia tierra prometida; mis
pies reclamaron el éxodo, el cruce del Mar Rojo y el desierto; debo decir que
por gratitud a todas las vidas que en mi andar me han tocado y he tocado, soy
un optimista a tiempo completo. No necesité haber nacido en una cuna de oro, ni
rodeado de privilegios. Mi triunfo ha dependido de mi actitud frente a la vida,
el haber nacido en una choza, no ha impedido que haya tenido el privilegio y la
sed inagotables de aprender y compartir lo aprendido; en mi andar, resolví
elevarme sobre mis imposibilidades con empeño y nobleza, y sacar lo mejor de
mí, sin competir con nadie. Por ello, como Job, si hoy perdiera las pocas cosas
que poseo, diría como él: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo estaré cuando me vaya.
El Señor me dio lo que tenía y el Señor me lo ha quitado. ¡Alabado sea el
nombre del Señor!” (Job 1:21; NTV). El refrán dice “es de bien nacidos ser
agradecidos.” Por esto y mucho más: ¡Hoy seré agradecido!
Oración:
Padre eterno:
¡Te creo Señor cuando dices que me amas y tienes un plan maravilloso
para mi vida! ¿Cómo no he de creerte cuando me has dado fe, esperanza y amor?
Por todo esto estoy agradecido y seré esternamente agradecido. En el nombre de
JESÚS. Amén.
Ser agradecido es simplemente descubrir la
belleza de vivir dando gracias a Dios en todo y por todos.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
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