Francisco Aular
Lectura
devocional: Jeremías 32:16-35
Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para
mí. Jeremías 32:27 (DHH)
Mi primer auto fue un Fiat 600, era usado pero estaba en buena forma,
comenzando por allí, Dios me había permitido comprar un auto propio a mis
veinte años, eso era ¡más allá de lo imposible! Él lo hizo. Un día se me daño y
lo llevé al taller de un mecánico bien recomendado, cerca del hospital en donde
yo trabajaba. En una pared del
taller había un cartelito que me gustó al verlo y me dio confianza: “Nos
especializamos en hacer lo imposible. No aceptamos trabajos fáciles.” Mi auto
salió como nuevo del taller, y yo fortalecí mi fe en el Señor, si unos
mecánicos tenían el valor de hacer cumplir aquel lema, definitivamente, mi Dios
en cuyas manos había depositado mi confianza, ¡es Señor de lo imposible! Él
cumpliría su lema en mi vida. ¡Así ha sido!
La hermosa montaña en donde nací, se llegaba a ella atravesando un
gran obstáculo llamado el río Macagua, en aquella época muy caudaloso;
posiblemente tendría unos cuatro años, o tal vez menos, cuando fui consciente
que tendría que atravesarlo para volver a casa; todavía tengo fresca la escena,
mi mamá y mi hermano mayor, se quedaron en la orilla y mi papá me llevaba de la
mano, mientras descubría la parte más llana para atravesarlo; mi papá encontró
el lugar, yo estaba aterrado al ver tanta agua enfrente de mí, mi padre me alzó
y me colocó bien apuntalado contra
su pecho, en sus brazos yo podía sentir el latir de su corazón; me estremecí
cuando el agua me llegó a los pies, después mi piernas, hasta que solo la
cabeza la mantenía afuera del agua; mi mamá gritaba algo desde la orilla pero
el ruido del agua apagaba su voz, mi hermano mayor con sus ocho años encima,
audaz y valiente como era, se quitó la ropa se la dio a mamá y él cruzó
nadando, muy cerca de mi padre y yo, mi hermano me espero en la orilla, y mi
papa regresó por mi mamá y ambos cruzaron hasta nosotros, y así continuamos
felices hasta llegar a casa. Hoy esos seres queridos ya no están, cruzaron el
río, antes que yo. Pero tengo la seguridad que cuando llegue el momento, ellos me
esperaran y felices estaremos juntos para siempre en el cielo, porque nuestro
Dios Todopoderoso actúa:¡Más allá de lo imposible!
Desde entonces, he cruzado muchos ríos y subido muchas montañas, pero
mi Padre celestial me ha llevado de la mano porque Dios se especializa en lo
imposible: “Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible
para mí. Jeremías 32:27 (DHH)
Todavía hay mucho para decir, pero debo concluir.
Hace algunos años, fui a Carolina del Norte, a la casa de mi amado
hermano Billy Graham,- por cuyo intermedio escuché el Evangelio, cuando él fue
a Venezuela, en 1962-, leí uno de sus grandes pensamientos respecto a la
Soberanía y Misericordia del Dios de imposibilidades. Por supuesto, haciendo la
salvedad de la distancia entre gran predicador y yo, me atrevo a parafrasearlo:
A menudo he dicho que lo primero que voy a hacer cuando llegue al cielo es
preguntar: “¿Por qué yo, Señor? ¿Por qué escogiste a un muchacho campesino del
Estado Yaracuy en Venezuela, lo llamaste para ser salvo y luego, lo pusiste en
un Ministerio tan grande como el de anunciar tus virtudes en medio de su
generación por tantos lugares, y ser una parte de tu plan para llevar a otros a
tu Reino en muchas partes del mundo?” Creo humildemente, humillado bajo la dirección
del Espíritu Santo que tengo la respuesta. Dios actúa ¡más allá de lo
imposible!: Yo soy el Señor, el Dios de
todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. Jeremías 32:27 (DHH)
Oración:
Amada Padre eterno:
Ya tu amor y soberanía probaste
en mí al perdonar mis pecados y mantenerme en tu servicio ¡cuán generoso eres
Señor y que gran recurso por tu gracia nos has dado al hacernos hijos tuyos por
medio de nuestra amado Salvador! Pero sé cuán frágil soy, y no puedo poner mi
confianza en mí; tengo que depender de ti para cruzar los ríos y remontar
montañas. Te suplico que sigamos juntos para vencer, y si algún momento
desmayo, dame el valor para arrepentirme y con lágrimas, recibir tu perdón y
corrección. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
En la vida cristiana siempre existe una orilla nueva
para alcanzar y una cumbre para subir. Ponte en las manos de Dios, y ¡vence lo
imposible!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe
algún nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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