Francisco
Aular
faular@hotmail.com
Martes, 16
de agosto de 2016
Lectura
devocional: Salmo 126
Cuando Jehová hiciere
volver la cautividad de Sión, Seremos como los que sueñan. Salmo 126:1 (RV60)
Querido
Timoteo:
Te
escribo en el marco de la celebración–en esta semana- de 39 años de la Marcha
Evangelizadora. En efecto, tal día
como ayer lunes 15 de agosto pero en 1977, inciamos aquel Primer Adiestamiento
en la ciudad de Barquisimeto en Venezula. Gracias por animarme a hablar de los
comienzos de la Marcha y sobre todo de cómo dimos los primeros pasos que
marcaron definitivamente nuestro comienzo. Debido a que me han caído
rápidamente estos treinta y nueve años encima, sin casi darme cuenta; y, que al
ponerme más viejo, la mente se me ha ido nutriendo de aquellos tiempos pasados,
lo haré. Además, es natural para
ti, “marchista hasta el hueso”...que intentes descubrir algo de las raíces de
tu pasión evangelizadora.
Es
necesario decirte en primer lugar que desde el principio tuvimos que enfrentar
diversos problemas, los cuales nosotros convertimos en sueños y desafíos. El
primer problema que tuvimos que enfrentar fue con nosotros mismos, en mi caso,
tuve que aprender a evangelizar persona a persona. Por aquel tiempo en nuestras
iglesias bautistas venezolana, la mayoría de nosotros teníamos en mente que una
persona se convertía en un templo, generalmente, levantando la mano y pasando
al frente. En otras palabras, la evangelización era “templo-céntrica”. Uno de
los medios que más utilizábamos eran las campañas evangelizadoras y la
predicación desde el púlpito, siempre en el templo. Tuve el privilegio de ir al
Seminario Teológico Bautista de Venezuela y ser enseñado en la preparación de
sermones por ese príncipe de los predicadores venezolanos, el Rev. Germán Núñez
Bríñez. Así que al egresar del Seminario me dediqué a predicar. Gracias al
Señor, tuvo misericordia de mí y tuve algún triunfo como evangelista, no solo en Venezuela sino también
fuera de mi país. Pero yo no me sentía bien con un ministerio así de por vida.
Habiendo sido yo mismo un laico muy dedicado al Señor y fotógrafo clínico en el
Hospital Vargas de Caracas, me encontré que algunos de las personas que intenté
evangelizar, nunca llegaron ni llegarían al templo de la Iglesia Bautista
Emanuel de la Castellana en donde era miembro fundador. Es más la muerte me los
había ganado al sacarlos de esta vida sin Cristo y desde mis propias manos. Era
necesario no llevar a las personas mediante la evangelización en el templo,
sino al contrario llevarle la evangelización del templo a donde estaban las
personas sin Cristo. Entonces, empecé a soñar en que un día el pueblo de
cristianos nacidos de nuevo irían a compartir su vida eterna con otros.
¡Gracias al Señor en eso andamos!
Pues
bien, volvamos a la historia, pasaron rápidamente varios años y ahora era el
pastor de la Iglesia Bautista el Buen Pastor de Maracay. ¡Una gran cosecha de
almas que el Señor nos envió en aquellos años, hicieron de El Buen Pastor una
iglesia relevante y por supuesto como yo estaba allí, fui bendecido en muchas
maneras! La juventud evangélica de Maracay, me involucró en una actividad que
se llamaba: Concentración Bíblica Juvenil. Las vigilias de oración y los
adiestramientos para la evangelización personal, se pusieron de moda. Muchos se
convirtieron en aquellos años y los más de nosotros nos hicimos dirigentes
conocidos tanto en el Estado Aragua como en el resto del país. Allí conocí a la
Cruzada Estudiantil y Profesional Para Cristo, ellos nos enseñaron a manejar dos
folletos: ¿Ha hecho usted el maravilloso descubrimiento de la vida llena del
poder del Espíritu Santo?; y ¿Ha oído usted las cuatro leyes espirituales? Para
ser honesto con la verdad histórica, yo había sido influido por algunos que se
burlaban de esos folletos y que los cuestionaban. Tampoco el movimiento contaba
con la aprobación de algunas denominaciones evangélicas, los acusaban de
llevarse a sus dirigentes juveniles de sus respectivas iglesias. Aunque yo no hacía ningún problema
yendo en contra de aquellos jóvenes del Movimiento Alfa y Omega, ni de sus
famosos folletos. Estaba alerta para no dejarme influenciar por ellos. Por lo
tanto, yo procuraba por todos los medios, evadir sus adiestramientos y su
literatura.
Gustavo
Torres, era un joven estudiante de medicina en la Facultad de Medicina de
Maracay. Gustavo, era hijo de una hermana muy fiel y consagrada de la iglesia.
Aquel joven, venía de vez en cuando, especialmente, en las fechas importantes.
Por eso, me extrañó verlo entre la cantidad de hermanos que llenaban nuestro
pequeño templo, aquella mañana. También me sonó extraño que cuando me presentó
a varios de sus compañeros de estudios, antes de iniciar el culto, me dijera:
“¡Pastor le presento a mis discípulos!”... Prediqué he hice la invitación,
Gustavo se puso en pie y con él “sus discípulos”. Pasaron al frente, me bajé de
la tarima para atenderlos. Gustavo, tomó la palabra por sus amigos y me dijo:
“Pastor, ellos ya son cristianos...ellos vienen para que usted los bautice...”
Terminamos el culto pero las palabras de Gustavo Torres, “le presento a mis
discípulos” no dejaban de rondarme en mi mente desde que las recibí.
Luego
de esto, la Semana Santa de 1976, estaba cercana. Yo le había pedido a Gustavo
Torres que me consiguiera las Cuatro Leyes Espirituales y la Agenda de
Educación Cristiana, porque eran los materiales que él utilizaba con “sus
discípulos”. Me suministró lo que le pedí, los estudié a fondo, pero yo quería
tener la experiencia de primera mano. Así fue como un día por la mañana, empecé
a visitar algunos edificios cercanos al templo de la Iglesia Bautista El Buen
Pastor de Maracay. Hoy puedo decir que el Señor guiaba mis pasos hacia el hogar
que Él quería que yo visitara. Era el apartamento de un militar, Maestro Mayor
del Ejército venezolano. Toqué la puerta, un hombre de unos cuarenta años, me
abrió. Me invitó a pasar, yo no le dije que era el pastor de la iglesia de la
cuadra, me presenté como un creyente en la fe del Señor Jesucristo y que quería
compartirle el folleto: ¿Ha óido usted las cuatro leyes espirituales? Mi
corazón parecía que se me iba a salir del pecho cuando yo le presentaba el
mensaje, a su lado estaban la esposa de aquel hombre y sus dos hijas
adolescentes. De los cuatro que evangelicé, solo la esposa dijo que iba a
pensarlo mejor, pero los tres aceptaron la invitación a orar para recibir a
Cristo. Lo que vino a continuación no podía ser más emocionante para mí, yo
estaba conmovido, ellos también. Les dije que volvería al día siguiente para
discipularlos...era la primera vez que utilizaba el término. Al día siguiente,
estuve para compartirles la primera lección de la Agenda de Educación
Cristiana, ellos estaban visiblemente emocionados y obviamente yo también. La
esposa me pidió permiso para ir y preparme un cafecito, todos sabíamos que era
su excusa para no estar en en encuentro discipular. Mientras le compartía las
cuatro bendiciones que ellos estuvieron al recibir a Cristo el día anterior,
escuchamos a la esposa desde la cocina, cuando exclamó: “¡Qué va yo no quiero
perderme esas bendiciones!, ¿puedo yo también entregarme a Cristo?” Todos
corrimos hacia la puerta de la cocina, y lloramos mientras la dama oraba,
arrepintiéndose y aceptando a Cristo. Al terminar aquel primer encuentro
discipular y ver la mano del Señor en todo aquello. Mientras bajaba las
escaleras del edificio, el pulso se me aceleraba por llegar a casa y decirle a
Mary: “Mi amor, ¡ya tengo mis discípulos!..
Han
pasado estos 39 años, y el hermano Luis Rodríguez, ha sido un hombre a Dios con
su familia en la Iglesia del Señor. ¡Gloria a Dios! ¡Así nacimos!
Ahora
abien, para no alargar excesivamente esta carta, dejo para las próxima algunas
consideraciones sobre, nuestros inicios porque la historia que hoy te he
contado, no termina allí. Es apenas el fin del principio. Aquellos primeros
discípulos marcaron lo que iba a ser posteriormente la Primera Marcha Evangelizadora.
¡Así nacimos!
Un
abrazo.
Francisco
Oración:
Amado Padre Celestial:
Al contemplar el ejército de
hombre y mujeres de Dios que tú has forjado en todos estos años a través de las
Marchas Evangelizadoras, mi corazó se llena de gratitud y te agradezco por todo
aquellos marchistas conocidos y los anónimos “cuyos nombres están en el libro
de la vida”, y que han combatido a mi lado por llevar tu Evangelio por todo el
mundo. Ayúdanos a seguir en la lucha sin reservas, sin retiradas y sin
lamentos. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El sueño de evangelizar a la Patria y al Mundo puede
ser realidad, ¡ponte en Marcha!
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento a obedecer?
¿Existe
algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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