Francisco Aular
¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que
ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Isaías 49:15 (NVI)
Muy joven
leí la poesía “Balada Catalana” de Vicente Balaguer y me impactó, pues
está inspirada en una leyenda, sin embargo, tiene como enseñanza el alcance del
amor maternal: Había cierta vez un joven esposo, locamente enamorado de su
bella y joven esposa. La madre del hombre no vivía muy lejos de ellos. Como es
natural, el hombre tenía por su madre el amor y respeto que todo hijo debe
guardar por su progenitora, sin embargo, la nuera no toleraba esa relación
normal y se enfermó de celos contra la venerable anciana. En una de aquellas
escenas, le pidió al hombre que decidiera entre el amor de ella y el de su
madre, es más, le pidió que de una vez por todas la sacara del medio,
asesinándola y trayéndole el corazón de la madre delante de ella. Como era de
esperarse, el hombre dudó, pero poco a poco fue cediendo porque no quería perder
a su esposa que era malvada, pero, un día, el hombre perturbado tomó un
cuchillo, y lleno de cólera montó en su caballo, y la madre, al verlo llegar,
corrió a recibirlo, pero, el hombre preso de aquella locura, la mató, le sacó
el corazón, lo envolvió en un paño, se trepó en su caballo y corrió a su casa.
Presionó fuertemente al caballo y con el corazón de su madre en una mano y en
la otra las riendas del animal, esperaba llegar pronto a su destino. Por el
camino forzó al caballo más y más, hasta que se desbocó en una loca carrera y
tropezando violentamente lanzó por los aires al jinete y al corazón de la
madre. Caído en tierra, oyó una voz que salía del corazón, preguntándole
tiernamente: “Hijo mío, ¿te has hecho daño?”...
Ciertamente
el amor maternal es una prolongación del amor de Dios por sus criaturas. Y
aunque a veces, muy de tarde en tarde, oímos de madres que parecieran no poseer
este amor por el hijo de sus entrañas, no es regla sino excepción que nos
impone un mundo caído. Pese a todo, la mujer madre tiene como parte de sus
encantos naturales una genuina preocupación y amor por sus hijos, y más allá,
hacia todos sus seres queridos. ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho,
y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? La respuesta natural que Dios
espera es que digamos: ¡No!, imposible.
Pensando en
esto, y ante la celebración de hoy, día de las Madres, aprovechemos esta
oportunidad para agradecer a las madres que tenemos cerca el ser custodias,
juntamente con Dios, de nuestra existencia. En realidad, no todas las mujeres
han llegado a ser madres en esta vida, sin embargo, la ternura de la mujer es
tal, que muchas de ellas han criado hijos como si fueran los suyos. A todas les
digo: Madre, gracias por ser auténtica; eres mujer y por eso, debes poseer y
saber expresar tu amor maternal; debes estar feliz de ser mujer y madre; exige
igualdad de oportunidades en lo que hagas y en tu salario, eso está bien, pero
al mismo tiempo, cultiva una personalidad que refleje tu feminidad y belleza
que en ti es natural; nunca sientas que el ser madre y ser mujer es un
obstáculo para alcanzar lo que Dios tiene para ti; llena con alegría los
ámbitos que pisas, en tu hogar con tu esposo e hijos, en la familia extendida,
en el trabajo, en la iglesia, en fin, por donde vayas, pero por sobre todo, no
dejes que se enfríe en ti, el amor incondicional de madre, ese amor que
pregunta, “hijo mío, ¿te has hecho daño?”…
Oración:
Amado Dios:
¡Bendito sea tu nombre por siempre! Te agradezco la labor de las madres
en un mundo agitado como el de hoy, no solamente en el día especial que hemos
designado para ellas, sino todos los días, por medio de mi respeto,
consideración y cualquier acto de amor que yo pueda hacer por ellas.
Igualmente, ayúdame a saber que aunque mi padre y mi madre me abandonen: ¡Tú no
me olvidarás! En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Honramos el
nombre de Dios cuando lo llamamos Padre y vivimos como sus hijos. Igualmente,
así honramos a nuestros padres terrenales.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios