Mis amados: ¡Feliz semana para todos!
“Si alguien enferma, también yo
enfermo; y si hacen caer a alguno, yo me indigno” (2 Corintios 11:29; DHH).
Principalmente en la Iglesia del Señor existe una empatía, una identificación
espiritual y humana con todos nuestros amados hermanos en Cristo. Ustedes me
han mostrado a través de estos años que estamos unidos por este medio, tal
muestra de amor y aprecio la pude palpar en sus oraciones durante el trío de
enfermedades que me sorprendieron el año pasado, y porque han hecho de Perlas
del Alma un devocional que llega a más de diez mil personas, cada día,
crecimiento progresivo desde hace cinco años. ¡Gloria al Señor!
Les informo que como secuela de esas
enfermedades del año pasado, tendré que someterme a una operación de “hernia
ventral” el próximo viernes 31 de mayo a las 11 de la mañana. Todo está listo y
espero solamente por ese momento, confiando en que el Señor estará conmigo en
esta otra prueba en el camino, y como mi amado JESÚS, caminaré majestuoso sobre
la cresta de las olas. ¡Gloria a Él!
Por este motivo, no llegará a ustedes,
durante el mes de junio, Perlas del Alma. Esperamos en el Señor retornar el
lunes 2 de julio. Es decir: ¡Les doy vacaciones!..., pero eso sí, no abandonen
su vida devocional. Allí estará nuestro blog e igualmente, Perlas estará en el
Facebook abiertos para ustedes, igualmente, los mantendremos informados para
que ustedes puedan orar objetivamente por mi recuperación Nosotros también lo
haremos por todos ustedes, mis amados perlistas.
Como Pablo, frente a su finitud como
ser humano puedo decir: “Tengo
la plena seguridad y la esperanza que jamás seré avergonzado, sino que seguiré
actuando con valor por Cristo, como lo he hecho en el pasado. Y confío en que
mi vida dará honor a Cristo, sea que yo viva o muera” (Filipenses 1:20; NTV).
Un fuerte abrazo para todos.
Con mucho afecto,
pastor y amigo,
Francisco Aular
Fuerza y pasión
Lectura devocional: Salmo 119:169-176
Déjame vivir para que pueda alabarte, y que
tus ordenanzas me ayuden. Salmo 119:175 (NTV)
Hemos llegado a la última sesión del Salmo 119,
verdadera joya literaria, un poema inspirado por una musa excepcional: La
Biblia, la Palabra de Dios. El escritor no le puso título y tampoco lo firmó,
sin embargo, se ve en todo el himno la fuerza y pasión que el poeta-rey David
ponía en todo lo que hacía. El tema es la gloria de la Palabra de Dios, y bien
podemos afirmar de esta Salmo lo que Spurgeon, el predicador inglés,
escribió sobre él: “Esta oda sagrada es una Biblia en miniatura, las Escrituras
condensadas, la Sagrada Escritura reducida a emociones y acciones santas” (David C.H. Spurgeon II. El Tesoro de David,
Barcelona: Clíe, 1990, p. 252).
Fuerza y pasión, marcan, en esta meditación, un
sentido de valor ético del espíritu que debe poseer todo cristiano nacido de
nuevo frente a las verdades que tiene la Palabra de Dios, y que necesitan ser
encarnadas para ser leídas por las personas que nos rodean. El cristianismo no
es un escapismo, no es optimismo, ni pesimismo, simplemente es realismo. Lo que
el mundo necesita hoy es que los creyentes en las verdades eternas de la
Palabra de Dios, leamos, estudiemos, memoricemos, meditemos y practiquemos, lo
que predicamos, es decir que poseamos y anunciemos el mensaje con fuerza y
pasión.
El salmista del Salmo 119, en 176 versículos
escribió un poema en forma variada y al mismo tiempo profunda acerca del amor,
atención y práctica de la Palabra de Dios en la vida diaria. ¡No tiene
desperdicio ninguno de los pensamientos que él, un genuino creyente en el
SEÑOR, proclama! Eso sí, se nota su fuerza y pasión al creer, vivir y proclamar
las bendiciones y al poner en práctica el tesoro perfecto de la Sagrada
Escritura, que Dios en su gracia nos ha dado, para que guiados por la Palabra,
podamos encontrar al SEÑOR, creer en Él, honrarlo y servirlo. ¡Ese es el
verdadero propósito de la vida humana! ¿Cómo obtenemos y desarrollamos fuerza y
pasión por la Palabra de Dios? Veamos.
Fuerza y pasión al inicio de la vida cristiana para
orar, buscar la salvación que Dios nos ha prometido y obedecerlo: “Oh SEÑOR,
escucha mi clamor; dame la capacidad de discernir que me prometiste. Escucha mi
oración; rescátame como lo prometiste” (vv. 169,170); fuerza y pasión en la
alabanza y en la adoración total al SEÑOR en todo tiempo: “Que la alabanza
fluya de mis labios, porque me has enseñado tus decretos. Que mi lengua
cante de tu palabra, porque todos tus mandatos son correctos” (vv.171,172);
fuerza y pasión para no soltarme de la mano de Dios en ningún momento, e intencionalmente
creerle a Dios y a su Palabra: “Tiéndeme una mano de ayuda, porque opté por
seguir tus mandamientos” (v.173); fuerza y pasión al aferrarnos a la Palabra de
Dios, en vez de a nuestros sentimientos, en el proceso de la santificación que
dura toda nuestra vida en esta tierra, y consiste en haber sido rescatado ayer,
hoy y mañana, como bien lo dice el apóstol Pablo:” Estando persuadido de esto, que
el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo” (Filipenses 1:6 RV60), e igualmente el salmista clama: “Oh SEÑOR,
he anhelado que me rescates, y tus enseñanzas son mi deleite” (v.174);
fuerza y pasión al descubrir el verdadero propósito de nuestra vida aquí en la
tierra, y vivir con este lema: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir
es ganancia” (Filipenses 1:21 RV60); “Déjame vivir para que pueda alabarte, y
que tus ordenanzas me ayuden” (v.175); fuerza y pasión al levantarnos con
genuino arrepentimiento cuando le hemos fallado a Dios.
Muy interesante es ver que el salmista no concluye
su poema con el orgullo espiritual de sentirse seguro en redil del Pastor sin
necesidad de arrepentimiento de sus pecados, aun estando a salvo, sino
con el franco reconocimiento de las flaquezas y de la fragilidad de la naturaleza
humana.
El salmista confiesa delante de Dios: “He andado
descarriado como oveja perdida”, estar perdido, fuera del redil es una cosa,
pero estar perdido dentro del redil es otra, lo primero necesita salvación, lo
segundo, reconciliación y liberación. ¡Qué bueno que contamos con un Pastor que
ama a sus ovejas en cualquier situación en la que anden en este mundo!, y está
presto a rescatarnos: “Ven a buscarme porque no me he olvidado de tus mandatos”
(v.176). El pecado imperdonable es no oír al SEÑOR y cerrar nuestros ojos y
mentes al amor y perdón de Dios, pero si en nuestro corazón, sea cual sea
nuestra condición espiritual, todavía palpita el temor a Dios y a su Palabra,
hay remedio para nuestro mal. El rey David fue uno que experimentó el extravío,
pero con fuerza y pasión se arrepintió y volvió, amó y sirvió “conforme al
corazón de Dios”.
Ahora bien, la Palabra es nuestra guía segura que
nos lleva al SEÑOR, por eso volvamos a nuestro hogar, allí el Padre nos espera,
Él nos verá, saldrá a recibirnos y correrá hacia nosotros con los brazos
abiertos, nos abrazará y besará, secará nuestras lágrimas de arrepentimiento.
Pondrá un anillo en nuestros dedos como coherederos de su casa junto a su Hijo
JESUCRISTO; nos revestirá de su justicia y misericordia, y por lo tanto de su
perdón. Convocará a todos a los salvados a una gran fiesta y dirá: “Teníamos que celebrar este día
feliz. ¡Pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida! ¡Estaba perdido y
ahora ha sido encontrado!” (Lucas 15:32; NTV). ¡Levantémonos y sirvámosle con
fuerza y pasión!
Oración:
SEÑOR Todopoderoso, aquí estoy con mis rodillas en
la tierra, buscándote con fuerza y pasión; hazme como uno de los soldados más
pequeños de tu ejército y ayúdame a proclamar tu mensaje de fe, esperanza y
amor. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Cuando pensemos que los fracasos de ayer nos han
hundido, volvamos al SEÑOR, Él nos dará fuerza y pasión para servirle.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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