jueves, 30 de mayo de 2013

El triunfo de la esperanza


Francisco Aular

Todo el que tiene esta esperanza en Cristo, se purifica a sí mismo, así como él es puro. 1 Juan 3:3 (RV60)

El cristiano que ha depositado en JESÚS su única esperanza de salvación, no marcha hacia la muerte sino hacia la vida. La esperanza tiene una propiedad purificadora porque mediante ella aprendemos no sólo a existir sino a vivir; no sólo a gustar sino a saborear; no sólo a tocar sino a sentir; no sólo a mirar sino a observar; no sólo a oír sino a escuchar; no sólo a escuchar sino a entender; no sólo a pensar sino a investigar; no sólo a hablar sino a producir. Como consecuencia, la noche, el frío y la escarcha, nunca se ponen sobre nuestra esperanza. ¡Eso sí!, todos los dones y virtudes de Dios en nosotros deben ser usados y desarrollados de dentro hacia fuera, Dios nos los dio y es nuestra responsabilidad usarlos.
Por otra parte, lo peor que le puede suceder a cualquier ser humano es la muerte, pero el verdadero hijo de Dios tiene la esperanza de la resurrección. El cristiano nacido de nuevo es realista y mira a este mundo y a sus millones de habitantes como JESÚS los ve, necesitados de amor, fe y esperanza.
A los seres humanos sin esta esperanza les aterra morir, algo les dice que no están preparados para morir, pero el cristiano nacido de nuevo no cambiará nunca lo temporal por lo eterno. No anhela quedarse en este mundo imperfecto porque Dios ha puesto en su corazón que existe un lugar mejor para él: "No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté" (Juan 14:1-3; NVI). Por eso,  la tumba no es el final para el que ha puesto su esperanza en JESÚS, como tampoco fue el final para Él. ¡Este es el pensamiento que cubre todo el Nuevo Testamento! Aparte de la gran lección que encierra la vida humana de JESÚS, desde su encarnación hasta el triunfo de su resurrección, está también la esperanza con la que se lanzaron a la conquista de un mundo adverso al Mensaje de la cruz, sus primeros discípulos, los apóstoles. En efecto, los apóstoles, temerosos el día de la crucifixión, mantuvieron un perfil bajo, pero, repente, vieron a JESÚS resucitado. La fe de aquellos hombres y mujeres que caminaron y comieron en compañía del JESÚS viviente se fortalece, y desde entonces, nada ni nadie, los ha podido detener. Unido a todo esto, está la esperanza de la Segunda Venida de JESÚS, mientras tanto, alienta saber que JESÚS ya vive, por fe, en todo hijo de Dios. Todo esto lo llena de esperanza.
Por consiguiente, la Biblia dice: "Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria" (Colosenses 1:27b). Siendo así, no existe desesperación humana tan grande, que el verdadero discípulo del Señor no sienta que su esperanza triunfa. No existe dolor humano que no se redima por el triunfo de la esperanza. No existe pecado tenebroso y sutil que no sea al final vencido por el triunfo de la esperanza. No existe tormenta por fuerte y oscura que sea, que impida que nos orientemos por el triunfo de la esperanza como un faro luminoso al final del camino. ¡No hay lugar para la derrota sino para el triunfo!
Hubo en el Antiguo Testamento un profeta que era poeta, el escribió una de las oraciones más hermosas que tenemos en  la Palabra Dios. El profeta le cantó al triunfo de la esperanza: “Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos;  aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela” (Habacuc 3:17-19).
Invitación:
¿Quieres poseer esta esperanza en ti? Te es necesario nacer de nuevo y ser salvo. La salvación es el regalo de amor de Dios por el pecador. Pero no se aplica al pecador en forma universalista o automática: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. (Mateo 7:21 RV60). Es necesario hacer una decisión y una invitación para que el SEÑOR te perdone tus pecados, te salve y more en ti para siempre. Si has comprendido sobre lo que hemos reflexionado hoy, y nunca has hecho esta decisión, este es el momento preciso para aceptar el amor de Dios en tu vida, ¿te gustaría aceptar el regalo de la vida eterna en JESÚS, y confiar únicamente en Él para la salvación como dice Su Palabra? Si es así, ora conmigo…
Oración:
"Señor JESÚS, gracias por amarme, vengo ahora delante de Ti sabiendo que soy un(a) pecador(a) y que Tú moriste por mí. Ahora mismo me arrepiento de todos mis pecados y recibo con todo gozo el regalo de tu salvación, y te confieso como mi Señor y Salvador. ¡Gracias JESÚS por esta salvación y ayúdame a serte fiel! Amén.[i]
Perla de hoy:
La esperanza en sí misma es medicina para nuestro ser. ¡Usémosla!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


[i] Si has hecho esta oración con sinceridad y de corazón, entonces eres salvo. ¡Bienvenido a la familia de Dios! Esto es apenas el comienzo de la verdadera razón de por qué, estás en la tierra. Si quieres unirte a mi grupo discipular en internet, y estudiar conmigo un material de discipulado inicial, escríbeme.

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