viernes, 26 de abril de 2013

Aquí está Dios: ¡Fuera tristeza!


Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119:17-24
Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros. Salmo 119:24 (RV60)
Un niño de corta edad viene a pasar sus vacaciones escolares con su abuelo materno, y está tratando que éste le permita salir a dar un paseo, pero no lo logra. El abuelo cristiano evangélico arcaico, vetusto, cara larga, triste, un creyente que pensaba que su fe es la religión de la tristeza, y por eso se priva de todo gozo y diversión legítimos, no le permite al niño salir. “En la calle -dice al nieto- sólo hallarás maldad, los niños son pecaminosos; los mayores están corrompidos; el ambiente es impuro y dañino; salir a la calle supone un gran peligro para nosotros los cristianos evangélicos”.
Pero el nieto insiste y por fin el abuelo cede. Fuera de la casa el niño contempla un panorama totalmente distinto al descrito por el viejo: Los niños juegan felices; en el cielo azul cuelgan nubes limpias, mientras las golondrinas lo circundan; el aroma del mar cercano lo llena todo; la tarde ríe alegremente bajo el sol. En dirección opuesta camina lentamente un burro. Lleva las orejas caídas, y aunque no lleva peso alguno, camina lentamente; tiene ojos abiertos, pero apagados. Una sombra de tristeza los invade por completo. El niño, avergonzado, dice para sus adentros: “Este burro debe tener la misma religión que mi abuelo”.
Por el contrario, la Biblia dice que Dios no quiere que el ser humano viva una vida negativa y miserable. ¡Dios nos hizo para Él, para que seamos felices para siempre! Entonces, cuando el mundo vagaba en oscuridad y en la maldad, la opresión y los temores invadían el corazón aún de los más fieles, en eso, ¡vino JESÚS!: “De repente, apareció entre ellos un ángel del Señor, y el resplandor de la gloria del Señor los rodeó. Los pastores estaban aterrados, pero el ángel los tranquilizó. «No tengan miedo —dijo—. Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente. ¡El Salvador —sí, el Mesías, el Señor— ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David!” (Lucas 2:9-11). Con esta acción, el relato bíblico nos dice: Aquí esta Dios: ¡Fuera tristeza!
Ciertamente, llegar a ser miembros de la familia de Dios por medio de nuestra conversión que JESÚS compara con un nuevo nacimiento (Juan 3:3), tal vez, es el asunto más serio y más trascendente que puede darse en curso de nuestra vida aquí en la tierra. Entre otras razones, lo es porque nacer de nuevo decide el destino eterno del ser humano. Le abre las puertas del más allá, y con ello la esperanza más gloriosa que el ser humano pueda imaginar: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”  (Juan 11:25 RV60).
Es un error creer que Dios le cierra las puertas a toda diversión sana del más acá y lo reduce a un ser tristón, aislado del mundo, de cara larga, consternado y sombrío, que solamente espera morirse para ser feliz. No. La verdadera conversión produce un gozo indescriptible en el que lo experimenta, y que los que no han nacido de nuevo, ignoran. La tristeza no pertenece a los síntomas de una verdadera espiritualidad; en un sentido estrictamente bíblico: “tus testimonios son mis delicias y mis consejeros”, el gozo del Señor ha de superar las alegrías naturales, terrenales, temporales, que sin ser necesariamente pecaminosas, proceden de otras fuentes.
Las delicias de nuestra experiencia con Dios ha de superar y de influenciar todo otro motivo de alegría en este mundo, porque tener el gozo de haber llegado a la familia de Dios (Efesios 1:5), también supone la capacidad que Dios nos de comunicación: “Pues no me avergüenzo de la Buena Noticia acerca de Cristo, porque es poder de Dios en acción para salvar a todos los que creen, a los judíos primero y también a los gentiles” (Romanos 1:16 NTV). Por eso, podemos decir: Aquí esta Dios: ¡Fuera tristeza!
Oración:
Amado Señor:
Bendito y alabado seas Padre, enviaste a tu Hijo, y Él vino a traer el gozo verdadero a este mundo. Teniéndolo a Él, lo tengo todo y poseo la verdadera razón para vivir. Ayúdame a proclamar la Buena Noticia de tu salvación y gozo para esta vida y la venidera. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La Biblia es la fuente para el verdadero gozo y la felicidad en esta vida.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

jueves, 25 de abril de 2013

Pasión juvenil


Francisco Aular

Lectura devocional Salmo 119:9-1

¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra (…) En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti. Salmo 119:9,11 (RV60)

Todo joven es hermoso, porque la juventud es hermosa. La juventud es alegría, es la preparación y cultivación de una fuente que un día producirá vida. La juventud es la encrucijada en donde un cuerpo lleno de sensaciones y de vida, decide por dónde va. Se puede elevar a las cumbres a través del camino de la virtud o irse por el camino que no le dejará explotar el máximo de sus posibilidades en esta vida humana, tan frágil y corta. La juventud es fuego y pasión, y por ello, debe ser bien canalizada para que rinda al máximo todo lo bueno que es capaz de dar, etapa de buena siembra para que las lluvias de otoño traigan buenos frutos. 
En efecto, en el Salmo 119 podemos ver que Dios le asigna un lugar prominente a esta etapa de la vida. Me alegro que sea así porque he bebido de este Salmo gran parte de su sabiduría, desde aquel día en que cayó en mis manos, cuando solo tenía 17 años de edad, y me enfrenté por primera vez a la pregunta: “¿Con qué limpiará el joven su camino?” Igualmente, me aferré de la respuesta, “con guardar tu palabra.” Así que el principio de la sabiduría, del recto comportamiento en esta vida debe empezar con oír, leer, estudiar, memorizar, meditar y aplicar los preceptos de Dios que tenemos en la Biblia, en la etapa de la juventud. Nada me produce mayor entusiasmo en estos días que ver a miles de jóvenes llenos de pasión evangelizadora, ¡dejando todo por seguir los preceptos bíblicos! Por otro lado, ¡Qué tragedia es ver a un joven sano de cuerpo pero enfermo del alma y prácticamente sin futuro, a los 18 años de edad! Es como abandonar el maratón en la primera etapa de sus 42 kilómetros. ¡Joven, tu juventud es un tesoro, cuídala con pasión santa para tu SEÑOR! Codiciada por muchos con sus ideología, otros le ofrecen placer, materialismo y otros caminos que te conducirán a la muerte. ¡Limpia tu camino con la Palabra de Dios!
¡La pasión juvenil llena del fuego de Dios te pone en la cima del árbol de la vida! Desde allí podrás detallar que lo mejor está por venir. ¡Joven, empínate sobre tus posibilidades infinitas para el futuro! ¡Llénate con el entusiasmo contagioso de poner práctica las ordenanzas del SEÑOR!, si haces esto, podrás conservar el tesoro que tienes en ti: ¿Cómo puede un joven mantenerse puro? Obedeciendo tu palabra. Me esforcé tanto por encontrarte, no permitas que me aleje de tus mandatos. He guardado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti. Te alabo, oh SEÑOR; enséñame tus decretos. Recité en voz alta todas las ordenanzas que nos has dado. Me alegré en tus leyes tanto como en las riquezas. Estudiaré tus mandamientos y reflexionaré sobre tus caminos. Me deleitaré en tus decretos y no olvidaré tu palabra. (Salmo 119: 9-16 NTV).
Pensando en ti, amado joven y amada joven, escribí el poema, “Pasión juvenil”, el cual te dedico hoy: ¡Que el Señor te dé larga vida para rendírsela a Él!

Pasión Juvenil
Salmo1; 119, Eclesiastés 12
 
Juventud, divina pasión
que solo una vez nos llega.
Acuérdate de tu Creador
en esa etapa primera.
¡Qué tu pasión sea JESÚS
no  te apartes de sus huellas!
El joven que busca a Cristo,
tiene…, ¡juventud eterna!
No anda en malos consejos
ni con los malos se sienta.
Es como árbol florido
plantado en una ribera.
No se marchitan sus hojas
todo lo que hace prospera.
Juventud, ¡qué hermosa luces
eres música en las fiestas!
Alegría en tu familia…
Estallidos de belleza.
Con tu caminar hermoso
como tarde dominguera.
Juventud esplendorosa
renuevo de primavera.
fulgor despiden tus ojos
con las miradas inquietas.
Que todo crees resolver
con tus brillantes ideas.
Con un porvenir delante
dispuesto a hacer proezas.
Juventud, edad prodigiosa
fragancia de flores nuevas.
Juventud, nunca te olvides
que vas de paso en la tierra.
Muy pronto se oculta el sol,
la luna y las estrellas…
Los hombres fuertes se doblan,
y hasta los valientes, tiemblan.
No habrá luz en las ventanas,
ni se moverán las muelas.
Ni se oirá el aleteo
de las aves cuando vuelan.
Cuando florezca el almendro
y no respondan las piernas.
Juventud, divina pasión
que solo una vez nos llega.
Acuérdate de tu Creador
en esa etapa primera.
¡Qué tu pasión sea JESÚS
no  te apartes de sus huellas!
El joven que busca a Cristo,
tiene…, ¡juventud eterna!
Juventud, ¡escúchame!
Por favor, no te detengas…
Juventud, con tu pasión,
con tu singular entrega,
con tus anhelos de ser
solución a los problemas.
Con tus cargas de ideales
salpicados de inocencia.
No calles tu corazón,
esfuérzate en la carrera…
Dispuesto a pedir perdón
perdonando las ofensas.
Sé ejemplo a los demás
manteniendo tu pureza.
Conságrate a tu Señor,
hazlo con todas tus fuerzas.
¿Con qué limpiar tu camino
con qué iluminar tus sendas?
Aférrate de tu Biblia,
no te aparte de la Iglesia…
por favor, no ames al mundo
ni confíes en las riquezas.
Pues sólo te llevarás
lo que al Señor le sometas.
Juventud, divina pasión
que solo una vez nos llega.
Acuérdate de tu Creador
en esa etapa primera.
¡Qué tu pasión sea JESÚS
no  te apartes de sus huellas!
El joven que busca a Cristo,
tiene…, ¡juventud eterna!
Toronto, marzo de 2010

Oración:
Amado Señor:
¡Gracias por haber extendido tu brazo desnudo y  tu mano para llevarme a ti! ¡Qué Buena Noticia la de la salvación del ser humano por tu gracia y por nuestra fe en ti! Si volviera a vivir mil vidas, con fe, esperanza, amor y pasión las pondría nuevamente a tu servicio. Ayúdame a vivir para ti y llevar la Buena noticia a otros. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Todo lo que soy se lo debo a JESÚS, mi pasión y triunfo, el cual descubrí, en mi juventud en su Libro, la Biblia, la Palabra de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

miércoles, 24 de abril de 2013

El arte de ser feliz (3)


Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119:1-8

Felices son los íntegros, los que siguen las enseñanzas del SEÑOR. Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con todo el corazón. Salmo 119:1,2 (NTV)

La Biblia es un himno a la alegría de vivir, y los que lo entonan son felices. La Biblia es una fuente de felicidad y nos enseña el arte de ser feliz en esta vida y en la otra. La  Biblia nos enseña que esta vida no lo es todo, y que se nos da con el propósito de llegar a conocer y experimentar la nueva vida en Cristo a través del nuevo nacimiento, y así, estar preparados para vivir para siempre: “Sin embargo, Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, pero aun así el ser humano no puede comprender todo el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin” (Eclesiastés 3:11; NTV). Entonces, la vida aquí en la tierra es tan sólo un paréntesis de la eternidad, una preparación para la vida después del umbral de nuestra muerte aquí. Así lo aseguró JESÚS: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25; RV60).
Sí, ¡hay vida después de esta vida!, eso sí, en esta vida tenemos que asegurarnos, antes de salir de aquí, que hemos nacido dos veces. Nuestro primer nacimiento nos pone en la tierra; el segundo nacimiento nos pone en el cielo: “El ser humano sólo puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual nace del Espíritu Santo. Así que no te sorprendas cuando digo: “Tienen que nacer de nuevo”.” (Juan 3:6,7; NTV).
Sin embargo, en nuestra pasantía por este mundo debemos hacer de esta vida temporal, una obra de arte para la gloria de Dios. En este santo anhelo, la Biblia es nuestra fuente para el ser y el hacer en esta vida. A esto lo llamo el arte de ser feliz, pero, ¿en qué consiste este arte de vivir? El Salmo 119 nos ayuda a vislumbrarlo. Aclaro que estoy utilizando la Nueva Traducción Viviente, que es una versión bíblica en lenguaje actual.
El arte de ser feliz consiste en no avergonzarse de cumplir los mandamientos de la Palabra de Dios: “Entonces no tendré vergüenza cuando compare mi vida con tus mandatos” (v.6). El cristiano nacido de nuevo desarrolla un sentido de misión en este mundo, su anhelo es vivir para el SEÑOR y hacer que los demás seres humanos conozcan a JESÚS, porque Él, y sólo Él es la vida eterna: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.  El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11,12; RV60).
¿Cómo debe vivir alguien que tiene a JESÚS en la vida? Debe tener un sentido permanente de hacer que la Palabra de Dios viva en él. Y por eso exclama: “¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos!” (v.5), no tiene nada de qué avergonzarse al ponerse completamente  bajo la dirección del Espíritu Santo para vivir una vida centrada en Dios, una vida santa. Claro es posible que los que no conocen al SEÑOR como esa persona que tiene a JESÚS lo conoce, lo llamen fanático, tonto o loco, pero él vive con la resolución que tenía uno de los grandes en el pueblo de Dios, Juan Wesley, quien dijo: “Viviré bajo dos resoluciones: Primero viviré para la gloria de Dios pase lo que pase. Segundo, aunque otros no lo hagan, yo lo haré.”.
El arte de ser feliz consiste en vivir bajo el poder de la acción de gracias a Dios por su obra perfecta: “A medida que aprendo tus justas ordenanzas, te daré las gracias viviendo como debo hacerlo” (v.7). Una promesa y una realidad nos animan al vivir cada momento para la gloria de Dios, Él por su gracia inició su obra en nosotros, y Él por su gracia la terminará hasta el día en que nos presentemos delante de Él (Filipenses 1:6).
El arte de ser feliz consiste en ser obediente, creerle a Dios y perseverar en Él y su gracia para siempre: “Obedeceré tus decretos; ¡por favor, no te des por vencido conmigo!” (v.8). El cristiano nacido de nuevo ha puesto sus manos en el arado, y no debe mirar hacia atrás sino hacia adelante, siempre adelante. Aquel que lo llamó por su gracia (Efesios 2:4-9), no se dará por vencido nunca, porque ahora somos sus ovejas: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen. Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas, porque mi Padre me las ha dado, y él es más poderoso que todos. Nadie puede quitarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno” (Juan 10:27-30; NTV). Ser feliz es estar contento con lo que poseemos, y, poseemos la vida eterna desde aquí y ahora, y por toda la eternidad. ¡Aleluya! Solo la Palabra de Dios hace al ser humano feliz.
Oración:
Amado Señor:
¡Yo te creo y creo en tu Palabra! Tú eres quien dices ser, tú haces lo que dices que puedes hacer; yo soy quien tú, mi Dios, dices que soy. Todo lo puedo en Cristo, y por ello, sé que la Biblia esta viva y activa en mí. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
No se puede hallar la felicidad al buscarla. La felicidad ha sido siempre el resultado de la obediencia a Dios y su Palabra, y estar contento con ello.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición a disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

martes, 23 de abril de 2013

El arte de ser feliz (2)



Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119:1-8

Felices son los íntegros, los que siguen las enseñanzas del SEÑOR. Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con todo el corazón. Salmo 119:1,2 (NTV)

El Salmo 119, con justicia es llamado el “Alfabeto del amor divino”, el “Paraíso de todas las doctrinas, el “Almacén del Espíritu Santo, la “Escuela de la verdad”, y la “Excelencia de la ley de Dios”, en resumen, pudiéramos decir que el mensaje del Salmo 119 es: “Toda gracia crece cuando crece el amor a la Palabra de Dios”. En efecto, Dios nos dejó la Biblia como mapa para guiarnos hacia Él, y ser transformados y felices, por eso, ignorar la Biblia es ignorar a Dios mismo. En los primeros ocho versículos, el Salmo nos da la respuesta a la pregunta: ¿En que consiste el arte de ser feliz?
El arte de ser feliz consiste en edificar nuestras vidas sobre la solidez de la Palabra de Dios: “No negocian con el mal y andan sólo en los caminos del SEÑOR” (v.3). Estaba de visita en la casa de un hombre muy rico en Ecuador, él mismo me había invitado para que le hablara de la Biblia; me relató su vida, y lo escuché atentamente, porque básicamente, él quería ser oído. Me dijo, “tengo todo lo que un humano pueda anhelar para ser feliz, y no lo soy…”; luego de contarme toda una vida contraria a la Palabra de Dios, exclamó: “¡Ah, si yo pudiera nacer de nuevo!”. Entonces, empecé a hablar yo, y le dije que precisamente por ese motivo había venido JESÚS, para que nosotros los seres humanos naciéramos de nuevo. Leímos juntos San Juan 3, y sobre todo, lo dicho por JESÚS a aquel hombre de mucha moralidad y mucha religión: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). En aquella tarde, ese hombre rico ecuatoriano puso toda su confianza para su salvación personal y su nuevo nacimiento en el Señor Jesucristo, y, ¡Dios lo hizo otra vez! Nos vimos al domingo siguiente en la iglesia a la cual vino con toda su familia, y hasta su chofer aceptó al Señor en su corazón. Eso sí, ¡todos eran felices y lo lucían! Años después, me enteré de que aquel hombre era uno de los baluartes de su congregación. Alabado sea el Señor que cumple su Palabra.
El arte de ser feliz consiste en hacer de los mandamientos de la Palabra de Dios un estilo de vida: “¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos!” (v.5). La verdadera fe en el Señor no es fría, ni seca. La Palabra de Dios es una continua corriente de agua viva que nos lleva a mostrar en la vida diaria que Dios es quién Él dice ser; que Dios puede hacer lo que Él dice que puede hacer; que yo soy quien Dios dice que soy; que todo lo puedo en Cristo, y que por sobre todo, la Palabra de Dios está viva y activa en mí. ¡Que diferente es una vida cuando JESÚS a través de su Palabra vive en nosotros!
Cuando recién convertido, yo llegué a la iglesia y había un himno para los niños de la Escuela Dominical que no tardé mucho en aprender, y que expresa el amor y la lealtad que debemos dar a la Palabra de Dios: “Santa Biblia para mí”.

                          I
Santa Biblia para mí eres un tesoro aquí;
Tú contienes con verdad la divina voluntad;
Tú me dices lo que soy, de quien vine y a quien voy.

                          II
Tú reprendes mi dudar; tú me exhortas sin cesar;
Eres faro que a mi pie, lo conduces por la fe
A las fuentes del amor del bendito Salvador.

                           III
Eres infalible voz del Espíritu de Dios
Que vigor al alma da cuando en aflicción está;
Tú me enseñas a triunfar de la muerte y el pecar.

                            IV
Por tu santa letra sé que con Cristo reinaré;
Yo, que tan indigno soy, por tu luz al cielo voy;
¡Santa Biblia!, para mí eres un tesoro aquí.
(Himnario de Alabanza Evangélica, #146, Mundo Hispano: 1978)

Oración:
Amado Señor:
¡Gracias por dejarnos tu Palabra! Ella me da a conocer tu ser como Dios eterno y tu poder, tu gracia y misericordia; es una canción que puedo llevar conmigo a dondequiera que vaya; es mi compañera mientras subo a las cumbres y transito por los valles de la vida; Ayúdame Señor a oírla, leerla, estudiarla, memorizarla, meditarla y aplicarla en mi diario vivir. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
En un mundo cambiante y en permanente conflicto, el arte de ser feliz se encuentra en confiar en Dios y su Palabra que son inmutables.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición a disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

lunes, 22 de abril de 2013

El arte de ser feliz


Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119:1-8

Felices son los íntegros, los que siguen las enseñanzas del SEÑOR. Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con todo el corazón. Salmo 119:1,2 (NTV)

Alguien ha dicho que, “el arte de la vida consiste en hacer de la vida una obra de arte”. Esto lo debemos recordar siempre, y parafraseando ese pensamiento pudiéramos decir que el “arte de ser feliz consiste en hacer de la felicidad una obra de arte”. ¿Qué es la felicidad? Si la felicidad consiste en no tener problemas, y poseer todo lo bueno que la vida nos pueda ofrecer en términos de lo material, no he conocido nunca a un ser humano feliz. Aunque la ciencia y la tecnología han logrado mitigar y neutralizar el dolor de nuestros cuerpos, sin embargo, esto es tan sólo una gotita en el vasto océano del sufrimiento humano. En efecto, el sufrimiento humano es un monstruo de mil caras, tiene millares de matices, y la fuente de donde proviene, tiene muchos manantiales. Basta que nos asomemos sinceramente a nuestro interior, o a la puerta de cualquier vecino y nos encontraremos que no hay sitio en donde el sufrimiento no haya entrado.
Ciertamente, si fuéramos capaces de encontrar una hendidura en los corazones humanos para asomarnos a ellos, no encontraríamos uno solo en donde no habite la tristeza, el temor, los problemas y la desolación. El sufrimiento es una catarata poderosa que arrastra consigo llanto y frustraciones. Nos plegamos -sin engañarnos a nosotros mismos con “un pare de sufrir”- a lo que dice la Biblia: “¡Qué frágil es el ser humano! ¡Qué breve es la vida, tan llena de dificultades!” (Job 14:1).
He vivido bastante para ver en sufrimiento humano en muchas facetas: Sufre el pobre porque es pobre, sufre el rico porque es rico, el joven porque es joven el anciano por ser anciano, la mujer por ser mujer y el hombre por ser hombre. Sin embargo, en el Salmo 119, en los primeros ocho versículos, encuentro el corazón de nuestro tema de hoy. Así que nos preguntamos: ¿En que consiste el arte de ser feliz?
El arte de ser feliz consiste en ser obedientes a la Palabra de Dios: “Felices son los íntegros, los que siguen el camino del SEÑOR”,  sin obediencia a nuestro Creador no existe la felicidad. Algunos piensan que los cristianos somos aburridos y que una cara larga y austera es sinónimo de santidad. Debemos saber, de una vez por todas, que la vida cristiana es una vida feliz porque es una constante aventura, minuto a minuto. Es la vida satisfecha con lo que Dios ha dado el poder de ser hechos miembros de su Familia: “Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo” (Efesios 1:5; NTV).
Otros piensan ser felices cuando logren una lista interminable de cosas en esta vida: “¡Seré feliz cuando sea joven!”, dice el niño; “¡seré feliz cuando me case!”, dice el joven soltero; “¡seré feliz cuando me divorcie!”, dice un infeliz en el matrimonio; “¡seré feliz cuando me gradúe!”; “¡seré feliz cuando tenga nietos!”;  “¡seré feliz cuando mis nietos se casen!”… Entonces, les llega la muerte en esa espera por ser felices. Propongo que se le ponga una esquela sobre su lápida que diga: “¡Aquí yace un infeliz!”…
La Biblia nos dice, que en definitiva, la felicidad no es algo, sino Alguien, Dios: “Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con todo el corazón.”
Oración:
Amado Señor:
Gracias por la misericordia que tuviste conmigo al hacerme miembro de tu familia y coheredero con tu Hijo de todas tus riquezas espirituales; nada traje a este mundo y sin nada me iré de él; vine como un mortal y por ello me acompañan muchas demandas normales de esta vida, pero he llegado a conocerte, y ahora tengo una vida eterna con la cual moraré por siempre contigo en un fabuloso mañana, sin sufrimientos, sin dolor, sin muerte y sin lágrimas. Ayúdame a predicar con todas mis fuerzas que tú eres la Felicidad. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Ni las pérdidas de esta vida, ni los sufrimientos más intensos se pueden comparar con las ganancias venideras que JESÚS tiene para nosotros.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición a disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

viernes, 19 de abril de 2013

Patria


Francisco Aular

Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sión (…) ¿cómo cantar las canciones del Señor en una tierra extraña?  Salmo 137:1,4 (NVI)

Hace algunos años, mi amigo el rabino Pynchas Brener de Caracas, nos compartía la siguiente ilustración: Después de escuchar a su abuelo contar la historia del Holocausto judío, de cuyos horrores era un sobreviviente, el niño le preguntó: “¿Abuelo, nosotros somos el pueblo escogido de Dios?” “Sí -le respondió el abuelo-“, entonces el niño con ese brillo de la inocencia en sus ojos, le preguntó, otra vez: “¿Por qué Dios no escogió a otro pueblo?”...
En efecto, Dios es el autor de todos los grupos étnicos y lenguas y delegó su autoridad para mantener a la sociedad en orden al hogar, al estado,  a los gobiernos y a las escuelas. Así, se fue formando, bajo la soberanía divina, las diferentes naciones, sin embargo, Dios escogió guardarse para sí una nación con la cual ha tratado a través de los siglos: Israel. En el desarrollo de la historia de la salvación, el pueblo judío juega un papel importantísimo, en realidad, desde el mismo inicio de la historia, como la conocemos, ha sido así, y así será hasta el final. Desde la venida de JESÚS, todos los cristianos nacidos de nuevo formamos una Israel espiritual, la Iglesia.
El Salmo 137 encierra una poesía que es una oda a la patria, allí respiramos la nostalgia de la patria lejana, el gemido del que ha sido despojado por la violencia de sus hogares y de su nación; vemos el lamento de los de los que han salido al exilio, esperando volver. Ellos habían presenciado los horrores de sus compatriotas asesinados en las calles y en las plazas; sus esposas y hermanas violadas, y sus hijos degollados; la barbaridad de ver a su amado templo destruido y los muros de Jerusalén derribados. A los más jóvenes se los llevaron cautivos, dejando, en el suelo patrio, a sus seres amados. Sin duda, por el camino, de sus gargantas sollozantes, salían las hermosas canciones que desde la niñez solían cantar en sus hogares, en el trabajo y en el templo. Pero llegó el momento de guardar silencio “sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas, y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría diciendo, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sión. ¿Cómo cantaremos cantos de Jehová en tierra de extraños?” (Salmo 137:2-4; RV60).
Así aprendemos, que la patria es el lugar en donde tuvimos el amor de nuestros padres, abuelos y otros familiares que iluminaron nuestro andar en la inocencia. Patria es recordar lo que nos fascinó en otro tiempo, que enardeció nuestro corazón al escuchar el nombre de nuestros héroes y sus esfuerzos por darnos una nacionalidad; el sollozo en nuestras gargantas al entonar la canción nacional, mientras los colores de nuestra bandera tremolaban en el viento. Patria son los valores que nos enseñaron nuestros padres y abuelos: El temor y obediencia a Dios, el agradecimiento, la amabilidad, el valor de la amistad, el amor al prójimo, la conciencia del deber, el coraje cívico, la cortesía, el respeto a los demás y a nosotros mismos, la educación, la compasión, la importancia de la iglesia y apoyo a sus planes, los momentos de felicidad y esperanza; en fin, todo lo bueno, lo puro y lo noble.
Mi familia y yo, hace más 20 años, vinimos a una nueva patria, Canadá, que abrió sus brazos para recibirnos. Sin embargo, el amor por la patria en donde se ha nacido se perfecciona en la distancia. En uno de aquellos días, de la habitación de mi hijo mayor, Daniel, salieron las notas de una canción que oí por primera vez, y mi corazón se llenó de recuerdos mientras la oía, las lágrimas fluyeron sin esfuerzo alguno. Es una canción patriótica, el autor de la canción es el panameño Rubén Blades. En ese entonces, Panamá estaba bajo la dictadura y el autor está conmovido. En momentos como esos, el alma se quebranta y quejumbrosa ora a Dios, porque nuevamente la patria es como lo dijera don Rómulo Gallegos en Doña Bárbara: “Tierra ancha y tendida, toda horizontes como la esperanza, toda caminos como la voluntad. Tierra propicia para el esfuerzo, como lo fue para la hazaña, tierra de horizontes abiertos, donde una raza buena, ama, sufre y espera”. ¡Eso y mucho más es patria!

Patria
Ruben Blades
Hace algún tiempo
me preguntaba un chiquillo
por el significado
de la palabra patria
me sorprendió con su pregunta
y con el alma en la garganta
le dije así: Flor de barrio, hermanito
Patria, son tantas cosas bellas
como aquel viejo árbol
que nos habla y renueva
como el cariño que guardas
después de muerta la abuela
Patria son tantas cosas bellas
son las paredes de un barrio
de su esperanza morena…
Es lo que lleva en el alma
todo aquel cuando se aleja
son los mártires que gritan
bandera, bandera, bandera, bandera
No memorices lecciones
de dictaduras o encierros
la patria no la define
los que suprimen a un pueblo
la patria es un sentimiento
en la mirada de un viejo
son la entera primavera
brisa de hermanita nueva
te contesto, hermanito,
Patria son tantas cosas bellas

Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Creador de todo cuanto existe visible e invisible, haz que llegado el día cuando las naciones desfilen delante de ti, mi patria esté allí. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Patria es el lugar en donde Dios nos puso para influir, para impactar y para cambiar.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

jueves, 18 de abril de 2013

¡No se turbe vuestro corazón!


Francisco Aular
faular@hotmail.com

Al verlo, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, y me dijo: "No tengas miedo. Yo soy el primero y el último, y estoy vivo. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre, y tengo poder sobre la muerte. Apocalipsis 1:17,18 (TLA).

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Juan 14:1,2 (RV60)

Dice una leyenda, que cierta vez un peregrino oriental le preguntó al cólera morbo: “¿Adónde vas? ¡A Bagdad, a matar a cinco mil personas!”, contestó la epidemia. Pocos días después el mismo peregrino se encontró nuevamente con el cólera que salía de la ciudad. “Me dijiste que ibas Bagdad a matar a cinco mil personas, pero en realidad has matado cincuenta mil -observó el peregrino-. “No -contestó la epidemia-, maté cinco mil como dije. Los demás han muerto de miedo”.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el temor! En efecto, el miedo es una de las causas del fracaso en la vida de muchos seres humanos. El temor paralizante los tiene presos. Son cautivos y no pueden vivir en libertad. Más daño hace el miedo que la razón psicológica o verdadera, sin embargo, nuestro Dios es grande en misericordia. JESÚS es el regalo de Dios. Te invito a que reflexionemos juntos sobre la declaración más grande que nos ha hecho el Señor, concerniente a la conquista del miedo.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el temor!, porque JESÚS vino desde el cielo para decirnos: "No temas". Es evidente que Dios sabe que los seres humanos nos enfrentamos a cada momento a situaciones de miedo. Y ciertamente, el problema del temor es un problema que debe ser reconocido en muchas vidas, tratado y eliminado. Sin embargo, hoy nos enfrentamos a muchas situaciones en que el ser humano -es comprensible- tiene miedo; los medios masivos de comunicación presentan noticias que llegan hasta nosotros al minuto de producirse en cualquier lado del planeta, para bien o para mal somos una aldea global, pero como las buenas noticias no bastan para vender, nos llegan también las malas.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el temor! Porque vivimos momentos en que la civilización como la hemos conocido hasta ahora, amenaza con tocar fondo. ¡El mundo está al revés! Como lo dijera el profeta: "¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!" (Isaías 5:20). ¡Este es el tiempo en que los hijos de Dios no debemos descuidar el mapa de la vida que es la Palabra de Dios! Millones de personas en el mundo tienen que recurrir a medicinas para controlar el miedo que no les permite vivir. Esto explica por qué millones de seres humanos viven esclavizados por el temor. Este hecho se ve en toda la sociedad: el rico y el pobre, el anciano y el joven, el nativo y el extranjero, el erudito y el ignorante, el que gobierna y los gobernados.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el temor! Porque esta generación tiene miedo de todas clases: temor a otros y a sí misma, temor al pasado, al presente y al futuro; temor a vivir en su país y fuera de él; temor de los afuera y de los dentro de su casa; temor a la enfermedad y a la salud; temor a divertirse y a sufrir; temor a la vida y a la muerte; temor a la pobreza y a la riqueza; temor a tener y temor a no tener. Y otros muchos temores.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el temor! Porque JESÚS dice: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. ¿Cómo podemos vencer el temor? Es la pregunta que se hace el ser humano. Respondo con mucha sinceridad, ya que conozco la Palabra de Dios por cincuenta años. Esta Palabra me ha servido, primero, para llevarme a la conquista de mi propio temor, con ella he podido predicar el mensaje liberador de temores de miles de hombres y mujeres. He predicado esta verdad por más de cuarenta países, en cuarenta y dos  años de ministerio a tiempo completo en la obra de Dios. Esta verdad la he enseñado y anunciado, en hospitales, cárceles, en universidades, por radio, televisión, prensa, teléfono, y por las redes sociales. He predicado en las calles, de puerta en puerta, en las plazas, en coliseos grandes y pequeños. He contado de la verdad de Dios a personas individuales, grupos pequeños y grandes concentraciones. He anunciado el evangelio a tiempo y fuera de tiempo. No me he quedado callado. No he rebajado las demandas de lo que exige el evangelio. No me he vendido ante nadie. La verdad es que no tengo bienes materiales, no los deseo ni los envidio. Mi esposa y yo hemos aprendido a contentarnos con lo que Dios nos ha dado.
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el temor! Porque he vivido cincuenta años como cristiano nacido de nuevo, y he visto que el Evangelio funciona. Ciertamente, he vivido lo suficiente para celebrar bodas, presentar niños delante de Dios, evangelizar y hacer discípulos, y, también me ha correspondido despedir a personas en los cementerios. Hasta ahora, no he visto a un solo cadáver que se lleve algo de lo que acumuló en vida. Esta “Feria de la Vanidad” en la que he vivido, no me fascina, no me atrae; no soy teólogo de fantasías, ni de supersticiones, ni de la prosperidad, soy cristiano de la cruz. No creo que JESÚS, que vino del cielo, se humilló al hacerse humano muriendo en una cruz para darme cosas temporales, solamente. La Biblia dice: “Si nuestra esperanza es que Cristo nos ayude solamente en esta vida, no hay nadie más digno de lástima que nosotros” (1 Corintios 15:19; LBLS) ¡Eso es suficiente!
¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡fuera con el temor! Porque Aquél que venció la muerte nos dice: "No tengas miedo". Hay buenas noticias: JESÚS vino, precisamente, con la misión y el mensaje para librar al ser humano del poder enervante y depresivo del temor. El mismo día en que nació JESÚS, un ángel de Dios se le apareció a los pastores que estaban cuidando sus ovejas cerca de Belén. Los pastores, nos dice la Biblia, se asustaron y sintieron miedo, pero el ángel les dijo: "No tengan miedo". JESÚS mismo, la noche en que fue entregado por Judas para ser crucificado, les dijo a sus discípulos: "No se turbe vuestro corazón", y, luego, como el Salvador y Señor resucitado y viviente, le dice a Juan, su discípulo amado en el primer capítulo del último libro de la Biblia: "No temas".
El Señor Jesucristo nos exhorta a no tener miedo; a no temer a la vida ni a la muerte; a no temer al futuro, a lo desconocido, ni a la eternidad; Él nos recuerda que es “el primero y el último,” el alfa y omega: Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre, y tengo poder sobre la muerte. ¡JESÚS es nuestro éxito y felicidad! ¡Nuestra pasión y triunfo! ¡No podemos perder nada teniéndolo a Él! Por lo tanto: ¡No se turbe vuestro corazón!, y, ¡Fuera con el temor!  
Perla de hoy:
El ser humano chico se apoya en los hombres; el grande se apoya en Dios.
Oración:
Señor Todopoderoso:
Aquí me tienes, doblada las rodillas y el corazón frente a tu grandeza, para agradecerte por la voz de mi fe, el amor y la esperanza. Vengo a agradecerte por la vida eterna que me diste a través de JESÚS. Ningún don podrías haberme dado superior a ése. Ni fama, ni poder ni riqueza, pueden compararse a tu hermosa compañía, no solo en esta vida temporal, sino en la vida eterna la cual ya he empezado a vivir, en mi unión con tu Hijo. ¡Él venció sus temores para poder cumplir con su propósito eterno! Él, viviendo en mí, me da el triunfo definitivo sobre todo tipo de miedo que me domina, y por eso, ¡soy más que vencedor! Gracias amado Dios. En el nombre de JESÚS. Amén.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?