jueves, 12 de abril de 2012

¿Quién pierde más?

Francisco Aular
      
Los necios piensan: Dios no existe. Salmo 14:1 (LBLA)

Tenía yo 21 años cuando trabajaba en un hospital como técnico fotógrafo. Era un trabajo que me gustaba porque me permitía dar testimonio de mi fe en JESÚS, en medio de aquellos médicos recién graduados que estaban haciendo su especialidad en Anatomía Patológica. La mayoría de aquellos, mis compañeros de trabajo, eran indiferentes a las cosas espirituales, pero yo no dejaba de testificarles de lo que personalmente conocía acerca de JESÚS. Aunque algunos se burlaban –en realidad algunos de ellos eran tan jóvenes como yo-, la mayoría se impresionaba con mi testimonio, tanto por mi comportamiento como por mis palabras. Les mostraba que no seguía una religión de formas y obligaciones, sino una relación viviente con JESÚS y su Palabra. La predicación más poderosa consistía en decirles, y hacerles ver, que realmente yo era feliz al seguir a JESÚS, y que tenía la certeza de ir al cielo por mi fe en Él. Sentía que mi fe los impactaba, y eso les hacía preguntarme cuál era el secreto de mi felicidad.
Sin embargo, otros tenían la intención de sembrarme dudas con respecto a la existencia de Dios y a las verdades que les predicaba de la Biblia. Un sábado, uno de aquellos médicos vino trayéndome una pieza anatómica para que yo la fotografiara; la conversación acerca de mi fe surgió espontáneamente, entonces me preguntó: “Francisco, si después de morir te enteras de que Dios no existe y que te perdiste de divertirte como nosotros, ¿qué harás?”, le di las gracias por haberme hecho esa pregunta tan interesante, e inmediatamente le dije: “Hace tres años que deposité toda mi confianza en JESÚS, y recibí de Él la salvación como un regalo que no merecía. Si al morir me entero de que no hay Dios, que JESÚS no es el Hijo de Dios, que la Biblia no es la verdad y que no hay salvación ni cielo, dígame doctor, ¿qué habré perdido?”. El hombre lo pensó un poquito y me respondió meneando la cabeza: “No habrás perdido nada”.
“Pues bien mi amado amigo -le dije-, permítame hacerle una pregunta: Cuándo usted muera, y descubra que sí hay vida después de ésta, y que además, sí hay un Dios y también descubra que la Biblia sí tenía razón, y que efectivamente JESÚS es el Hijo de Dios, y que sí hay un cielo y un infierno, dígame sinceramente doctor, ¿qué habrá perdido usted?”, sorprendido, mi amado amigo me respondió mirando su reloj, “Francisco, tengo que marcharme, seguiremos hablando otro día”.
Pues bien, la Biblia afirma que quien esté en esa condición, habrá perdido su alma, y llama “necio” a quien actúa como si Dios no existiera, malgasta su única vida y, además, no cumple el único propósito al venir y pasar por este mundo que es el conocer la salvación en JESÚS. La verdadera sabiduría en nuestra breve existencia es comprender que Dios es real, justo y santo, y nosotros estamos perdidos y sin salvación como pecadores que somos. No lo dudemos, el juicio de Dios va a caer sobre este mundo a causa de la maldad de nosotros los seres humanos; lo que la Biblia llama la “gran tribulación”, vendrá sobre este mundo muy pronto. Habrá sufrimiento, pestes, hambre, guerra y muerte, como nunca antes se había visto. Si somos sabios y estudiamos las verdades bíblicas, las creemos y las practicamos, evitaremos este desdichado destino que espera a la humanidad, y, además, hallaremos refugio seguro en JESÚS, quien vino a rescatarnos y quiere ser nuestro Señor y Salvador. Aquí está el asunto importante: Creer a JESÚS o no creerle, ¿quién pierde más?
Oración:
Padre eterno:
Hoy no tengo 21 años pero, en esta hora te alabo y te doy infinitas gracias porque me has sostenido y me sostendrás, y mi fe en ti se purifica cada día. Ayúdame a seguirte anunciando como el único camino, la verdad y la vida. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
JESÚS no vino del el cielo a la tierra nada más que a darme fuerzas para empezar la carrera, sino también, valor y perseverancia para terminarla.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?




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