Francisco Aular
Pero mi familia y yo hemos decidido dedicar nuestra vida
a nuestro Dios. Josué 24:15b (La Biblia en lenguaje actual)
Josué, el gran libertador judío sucesor de Moisés fue uno de esos seres
humanos de excepción que encontramos en la Biblia. Durante 40 años sirvió al
pueblo judío al lado de Moisés; su lealtad, su valentía y su fe inquebrantable
en Dios, le ganaron el título de general en jefe de los ejércitos de Israel. Tenía
ya 110 años cuando se presentó ante del pueblo de Dios para despedirse. Pienso
que Josué pudo haber dicho muchas cosas aquel día, pero, su consejo final
sirvió para que el pueblo de Israel se definiera frente al Señor, e igualmente,
frente a la familia.
En los escritos del Nuevo Testamento, familia e iglesia van juntas. Ambas
son instituciones creadas por Dios, y ambas lo representan: La iglesia es la
familia grande, la familia espiritual que Dios está haciendo para que vivamos
con Él para siempre al final de la historia: “Por lo tanto, ustedes ya no son
extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la
familia de Dios” (Efesios 2:19 NVI). Igualmente, la familia es la “iglesia en
miniatura”, lo entendemos mejor cuando Pablo escribe: “Y a la amada hermana
Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu
casa” (Filemón 1:2). En el magnifico tratado sobre las relaciones humanas de
los cristianos nacidos de nuevo, que es la carta de Pablo a los efesios se nos
revela que el matrimonio y la familia son símbolos del amor y sacrificio de
JESÚS por su Iglesia: Las casadas estén sujetas a sus propios
maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo
es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que,
como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus
maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó
a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella (Efesios 5:22-25 RV60).
En efecto, la familia es imagen de Dios
porque Él es amor y vida. Me sorprende ver esta verdad en toda la Biblia; así,
que si queremos conocer a Dios, debemos buscarlo, primero en nuestra familia,
¿por qué no ver a Dios en el papá, en la mamá y en los hijos, en una familia
cristiana? Eso haría muy sencillo que los que no conocen a Dios, lo empiecen a
ver en nosotros. En cuanto a esto, todavía podemos aprender mucho de los
judíos. Muy cerca de nuestra casa queda una sinagoga judía, ellos van a pie los
días que tienen sus reuniones religiosas, y he visto a los hombres caminar
delante con sus hijos varones y más atrás las mujeres con sus niñas.
Entre esta religión milenaria, el padre
es la imagen de Dios, cabeza de la familia, por lo tanto, desde hace más de tres
milenios, sus familias tienen lazos casi indestructibles. Hoy en día -hasta
entre los cristianos nacidos de nuevo- el divorcio se ha incrementado, pero, no
así entre los judíos que han enfrentado crisis de todo tipo en su andar por el
mundo, aún así, la familia “ora unida y permanece unida”.
Lamentablemente, en nuestra cultura
hispana, el hombre no le da importancia a la Biblia, ni a la fe, siendo él
ejemplo, prefiere los domingos de deporte con sus amigos que ir con toda su
familia a los servicios de su iglesia. A la verdad, otra vez, ¡doy gracias al
Señor por la gran participación de la mujer en la vida de la iglesia en nuestra
cultura! ¿Qué haríamos sin ellas? Sin embargo, la voluntad de Dios es que el
hombre sea su representación en la familia, por eso Josué dijo: Pero mi familia y yo
hemos decidido dedicar nuestra vida a nuestro Dios. Dios nos invita, especialmente a los hombres, que salvemos a la familia,
asumiendo, varonilmente, el papel que Dios nos ha señalado, y que tengamos un
amor supremo por la familia.
Oración:
Amado Señor, gracias por crear
y fortalecer con tu Palabra a la familia a través de los siglos. Este tema toca
la sensibilidad de todos nosotros, porque todos hemos nacido en una familia y
tenemos una familia. Ayúdanos a cumplir nuestra misión histórica. En el nombre
de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
El amor supremo por la familia nos lleva a
conducirla con las enseñanzas y valores de la Palabra de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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