Francisco Aular
Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes. Deuteronomio 30:19 (NVI)
La vida está llena de decisiones, muchas de ellas, las más importantes, las tomamos en la juventud. Debemos tener en claro que las decisiones tomadas están entre dos polos, las hacemos por miedo o por la esperanza que conllevan, pero ninguna otra decisión tendrá implicaciones eternas como la de preferir servirle a Dios, rindiendo nuestras vidas a Él, y obedeciendo su Palabra como base de nuestro tiempo aquí en la tierra. Eso es lo que encierra nuestro versículo de hoy, el desafío de Moisés al pueblo de Israel: “Ama al Señor tu Dios, obedécelo y sé fiel a él, porque de él depende tu vida, y por él vivirás mucho tiempo en el territorio que juró dar a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob” (Deuteronomio 30:20, NVI).
Corría el año 1900 y el mundo descubría verdaderos adelantos para la humanidad. En Nueva York, a las puertas de una iglesia cristiana, los encargados de recibir a las personas, repartían literatura e invitaban a los transeúntes a entrar para que escucharan la predicación del Evangelio. Dos jóvenes judíos que caminaban por allí, recién llegados de Rusia, recibieron la invitación y entraron. Se quedaron maravillados de las buenas noticias que predicaba el pastor, así como de los himnos, el coro y la sencillez que vieron en las personas que asistían a aquel lugar. Uno de ellos, Abraham Silverstein fue tocado por la Palabra de Dios, e hizo la decisión de aceptar el regalo de la vida eterna por medio de JESÚS. Más tarde este hombre llegó a ser misionero de la Palabra de Dios entre los judíos de Norteamérica, y fue instrumentos en las manos de Dios para conducir a muchos de su generación a conocer al Mesías prometido. Hasta hoy es imposible contar dentro de su grupo étnico, a cuántos les trajo bendición eterna.
El otro joven judío era León Bronstein, muy apasionado por la política. Él rehusó la invitación de aceptar el regalo de la salvación, y siguió su carrera sin mirar a Dios. A este joven, luego se le conoció con el nombre de León Trotsky, uno de los baluartes de la revolución rusa de 1917. Llegó a las cumbres del poder y fue contado entre los héroes de aquella revolución. El mundo, con todo su poder se inclinó ante él por un tiempo. Sin embargo, cayó en desgracia ante José Stalin, y fue desterrado muy lejos de su patria y del escenario político de su nación, aún así, las manos de sus enemigos lo persiguieron y en 1940 fue asesinado en México.
¡Cuán importantes pueden ser las consecuencias de una decisión tomada a tiempo! Una decisión como aquella, en la cual está en juego, no solamente la vida temporal que se nos va muy rápido, sino las implicaciones de adónde iremos, definitivamente, por toda la eternidad. Hagámosle caso a Dios, y habrá bendición eterna: Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes.
Oración:
Alabado seas Padre eterno, por hacerme una invitación a la verdadera vida que no se acaba jamás. Te he mirado a ti y he aceptado tu invitación. Ayúdame a llevar estas buenas nuevas de salvación a otros. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No es ningún tonto quien cambia lo que de todos modos va a perder por lo eterno. Jim Elliot
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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