¡HACE 29 SIGLOS SALOMÓN ESCRIBIÓ, EL LIBRO DE ECLESIASTÉS! Pudiera decir, que es un tratado sobre la vida humana, la vida “Bíos”. El capítulo 3, tal vez el más famoso, señala unas 28 acciones u actividades de nuestra vida temporal en este mundo. Esta vida está llena de lo que el rey denomina, “vanidad de vanidades” o en palabras modernas “nada tiene sentido en esta vida”… Es un testimonio de un ser humano que tuvo todo lo que un rey de aquel tiempo y ahora puede obtener. Sin embargo, el final de su vida no brilló porque no siguió el camino de la obediencia al propósito de DIOS para su vida, o su breve paso por este mundo. Eso sí, al final de su libro escribió palabras de oro para todos nosotros, a miles de años de distancia.
—“Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos”. (Eclesiastés 12:13,NTV).
Por este libro de Eclesiastés, sabemos que esta vida sin DIOS, no tiene sentido, a menos que creamos que JESÚS, vino hace 2000 años para darnos el verdadero propósito para vivir y traernos la Buena Noticia para nosotros los pecadores: ¡JESÚS vino del cielo a la tierra para salvarnos por Su gracia! ¡JESÚS es la Vida Eterna! ¡La VIDA ZOÉ! Esto es tan importante a los ojos de la divinidad que un ángel del PADRE ETERNO, alentó a los pastores que estaban asustados: “Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”. (Lucas 2:10,11).
¡Llegó diciembre! Sin duda los latinoamericanos, nos encanta abrazar y ser abrazados. ¡Diciembre también el mes del abrazo! A los hebreos también les gustan los abrazos. Nadie puede decir que no tiene tiempo de abrazar a otros porque, Salomón, nos dice que hay: “Tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar! Aproche para abrazar y para anunciar que JESÚS, es la verdadera razón de la Navidad y de nuestra vida humana.
¡Llego diciembre! ¿Cómo explicamos el nacimiento de este mes de diciembre? En el primer calendario romano, el año comenzaba en marzo, Diciembre era el décimo y último mes del año, de allí su nombre. Después, el año pasó a ser de doce meses, intercalando los meses de julio y agosto, que tomaron sus nombres de los emperadores Julio César y Augusto. Así, Diciembre, se convirtió de décimo a duodécimo mes, pero conservó su mismo nombre a pesar de que no correspondía ya al lugar que ocupaba en el almanaque.
¡Llego diciembre! El mes de Diciembre, para el mundo cristiano es el mes de la gran celebración de la Natividad del SEÑOR JESÚS. Los anglosajones, más bíblicos que nosotros, lo llaman el “mes santo”, aludiendo al nacimiento de JESÚS. Ya sabemos que la fecha no tiene evidencia bíblica ni histórica, pero no será eso mi tema hoy, lo dejaremos para otra ocasión, lo cierto para nosotros es que en ningún otro mes del año nos damos a excesos como en este mes, y nos deja como saldo para el Año Nuevo, para enero, la certeza de que Salomón tenía razón, en cuanto a la “vanidad de vanidades…y aflicción de espíritu”…
¡Llego diciembre! Este debería ser un mes para darnos a los demás, tal y como JESÚS se dio por nosotros, sin esperar nada a cambio; este debería ser un mes de armonía familiar, de arreglar cuentas entre nosotros, de pedir perdón y perdonar; no debería ser un mes para dejarnos seducir por el consumismo y el materialismo en que hemos convertido las Navidades.
¡Llego diciembre! Al comenzar el mes de nuestra máxima celebración de la cristiandad: el Nacimiento de JESÚS, les confieso que –no me lo están preguntando, pero debo decirles, que en este mes mi corazón disfruta al máximo este acontecimiento- poco me importa si JESÚS nació el 29 de septiembre, el 6 de enero o el 2 de abril, lo que me importa es que ¡JESÚS nació! ¡JESÚS nació y si no se nace, no se muere! Y, también me importa saber que hace muchos años nació en mi corazón.
¡Llego diciembre! Este acontecimiento lo celebro con todo el sano entusiasmo posible, e invito a otros a que lo hagan; eso sí, siendo nosotros los que con sobriedad, con fe, esperanza, amor, controlamos estas festividades y no las festividades a nosotros; no deje que sus emociones, frente a lo mucho que tiene o que no tiene, le impidan celebrar cómo se debe; si JESÚS es el Cumpleañero de este mes, el dominio propio en lo que hagamos, debe corresponde a su alta investidura.
Tampoco debemos olvidar sus enseñanzas, una de las más importantes es que JESÚS es la Vida Eterna, la Vida Zoé. Él quiere que le ofrezcamos nuestros corazones como un pesebre y que lo invitemos a nacer en él: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí… He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Juan 14:4; Apocalipsis 3:20 RV60).
Entonces, sí podremos decir con todo entusiasmo como el ángel del SEÑOR:
“Os doy nuevas de gran gozo”… La cristiandad lo celebra porque: ¡Llegó diciembre!
¡Feliz domingo del SEÑOR!
¡Feliz Navidad!
¡Adelante, siempre adelante!
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