AQUEL VIERNES , 22 DE NOVIEMBRE DE 1963, hoy hace exactamente 61 años. Hubo un magnicidio que cambió prácticamente la situación de Estados Unidos y el mundo. ¿En dónde estaba yo en ese momento? Mi compañero de trabajo, Orestes Martín Ramos y yo, estábamos saliendo del Restaurante Splendor, el cual quedaba justamente enfrente del estudio fotográfico Luz y Sombra, en donde trabajábamos, entre las esquinas de Reducto a Municipal, frente a las Torres de El Silencio. El restaurante estaba lleno ese día, y tenían un aparato de televisión en blanco y negro, estratégicamente ubicado a la vista de los comensales.
Tal vez, eran las 12 y 45 minutos; la gente estaba viendo el Show de Victor Saume por Radio Caracas Televisión. Entonces, escuchamos la conocida música de una noticia importante… Martín me preguntó ¿qué pasará?, nos regresamos, lo primero que oímos fue un rumor como de una queja colectiva que se convirtió en grito: “¡Asesinaron al Presidente John Kennedy!”.
Por aquellos años, los Kennedy habían ido a Venezuela,–John y su esposa Jackie en sus intentos de hablar español, se habían ganado el cariño de los venezolanos, en su visita a Venezuela inaugurando su proyecto Alianza para el Progreso-. Entre esos afectos, el mío. Ahora aquel hombre había sido vilmente asesinado en su propio país. Ahora bien, aquella mañana de este fatídico día, el Presidente Kennedy, había abandonado la Casa Blanca y el avión presidencial lo llevó a Dallas, Texas. Pienso que si el Presidente John F. Kennedy, hubiera sabido de antemano que sería asesinado y que la muerte lo estaba esperando en la ciudad de Dallas en Texas, en aquel día, él nunca hubiera ido.
Hoy, hace 61 años. Sin embargo, la noticia de la muerte del presidente John F. Kennedy, recorrió todo el mundo en un asunto de horas…
Análogamente, la muerte de JESÚS, se había anunciado, se había profetizado y Él, sí sabía de antemano que la muerte, y la forma de su muerte le esperaban: “Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén”. (Lucas 9:51 RV60). Igualmente, en Su agonía en Getsemaní exclamó sabiendo que estaba en el punto de no retorno en el plan eterno de la salvación para el ser humano: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. (Lucas 22:42).
Sí, la cruz de JESÚS fue una muerte anunciada ¡antes de la fundación del mundo!: “Hace mucho tiempo, antes de que formara al mundo, Dios nos escogió para que fuésemos suyos a través de lo que Cristo haría por nosotros; y resolvió hacernos santos, intachables, por lo que hoy nos encontramos revestidos de amor ante su presencia. Su inmutable plan fue siempre adoptarnos en su familia enviando a Cristo para que muriera por nosotros, y esto lo hizo voluntariamente en todo sentido” (Efesios 1:4-5 Lo más importante es el amor).
Los especialistas bíblicos nos dicen que más de trescientas profecías del Antiguo Testamento, se cumplen en JESÚS en toda Su vida, pasión y muerte. Mientras escribo esto, tengo delante de mí, en mi Biblia personal subrayada 29 profecías que hablan de la traición, muerte, sepultura de nuestro SEÑOR JESUCRISTO, fueron pronunciadas en diferentes oportunidades por muy diferentes voces y escritores durante los cinco siglos 1000-1500 A.C., y ¡asombrosamente, todas ellas fueron cumplidas literalmente en JESÚS en un período de veinticuatro horas de duración!
Así pues, está verdad asombrosa, nos revela que JESÚS es quien dijo ser: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”. (Lucas 24:44 RV60).
Frente a la imposibilidad de que algo así ocurriera con cualquier ser humano, tenemos delante de nosotros -según el escritor inglés C.S Lewis-, un trilema planteado ante la pregunta ¿Quién es JESÚS?: ¿Señor, mentiroso o lunático? Y concluye así: “Un hombre que fuera solamente un hombre y dijese las cosas que JESÚS dijo, no sería un gran maestro de moral. Podría ser un lunático con delirios de grandeza, o bien podría ser el mismo diablo del infierno. Le corresponde a usted decidir. Si este hombre fue, y es, el Hijo de Dios; o si es un demente; usted puede tacharlo de demonio, o puede caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no venga con un aire de superioridad a decir que JESÚS fue un gran maestro de moral. Él no nos ha dejado esa alternativa”…
—¿Qué responderás? No tome en vano a JESÚS porque Su muerte cambió al mundo.
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE ETERNO:
Sí, me doy cuenta de que JESÚS es quien dijo ser mi Señor y Salvador. Y por eso, gracias a las profecías que anunciaban la muerte de JESÚS por mí, me inclino ante Él y lo adoro con profunda reverencia. Sin embargo, ¡Millones en este mundo, todavía no saben que JESÚS murió por ellos! Ayúdame a proclamar a Tu HIJO como el único camino hacia Ti. En el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La tarea de JESÚS fue morir para salvarnos, la nuestra aceptarlo como el Señor y Salvador de nuestras vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios