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VIERNES, 29 de marzo de 2024
Lucas 23.46 “--¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”
Aquí tenemos la oración de confianza total que JESÚS tuvo en Su PADRE Celestial. “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” Es una oración que los niños hebreos repetían por las tardes y aparece en el Salmo 31:5, posiblemente, JESÚS la aprendió desde niño. ¡Nosotros también como un niño debemos depositar toda nuestra confianza en las manos de DIOS! ¿Por qué JESÚS oró esta oración? A causa de la Persona a la cual la oración se dirige; igualmente a la seguridad de que el PADRE la recibiría y haría lo que JESÚS, le pidió; JESÚS nos enseñó a vivir y a morir, sabiendo que el Dueño de esta parte de la vida, también es Dueño de la otra vida.
La Persona a la cual nos dirigimos en oración es EL PADRE, por medio de JESÚS y en el poder del ESPÍRITU SANTO quien nos auxilia en medio de las tribulaciones. Se dirige al PADRE porque de Él había venido y volvía a Él como lo había enseñado en Su oración sacerdotal: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorificame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” (Juan 17:4,5) ¡Ese hijo “había obedecido hasta la muerte y muerte de cruz” (Filipenses 2) Así el HIJO volvía confiadamente a la casa de Su PADRE!
Podemos tener la seguridad de que una oración como esta es orar según la voluntad de DIOS y por lo tanto, somos oídos por Él: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” (1 Juan 5:14). Sí, no hay sitio mejor donde encomendarse uno que en las manos de DIOS. Allí es el lugar de protección, de seguridad y esperar en la omnipotencia de DIOS, lo que Él en Su gracia nos dé es lo mejor que nos puede ocurrir.
¿Cómo podemos tener miedo a la muerte, sabiendo que durante toda la vida estuvimos en Sus manos? Podemos repetir nosotros las palabras del Salmo 23. “1El SEÑOR es mi pastor, nada me faltará. 2En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. 3El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. 4Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento.”
En su libro “Milagros en la vida de un pastor” El reverendo Germán Núñez Bríñez, relata los últimos momentos de vida de la hermana Siomara Guerrero de Núñez, su esposa, lo narra así: “Dos días antes de entregar el espíritu al Eterno, la visitó el reverendo José Feliz Liscano(…) “¿cómo está doña Siomara?-Ella no tenía fuerzas para contestar, pero haciendo un esfuerzo inaudito, acumulando el resto de las energías que le que le quedaban exclamó: -“¡Muy feliz!”-. ¡Qué les parece! Devorada por un cáncer y en el umbral de la eternidad, y sin embargo muy feliz. Esa felicidad no la da la filosofía, ni la ciencia física, ni la religión. Sólo el Salvador Jesucristo” En otras palabras, nuestra amada hermana Siomara, al igual que millones de cristianos de todos los siglos y hasta cuando nos reunamos con Él, repetimos sus mismas palabras: “--¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Las palabras del apóstol Pablo en ese himno de 1 Corintios 15:53-58, sirven como marco final a esta Séptima Palabra:
53 Pues nuestros cuerpos mortales tienen que ser transformados en cuerpos que nunca morirán; nuestros cuerpos mortales deben ser transformados en cuerpos inmortales. 54 Entonces, cuando nuestros cuerpos mortales hayan sido transformados en cuerpos que nunca morirán, se cumplirá la siguiente Escritura:
«La muerte es devorada en victoria.
55 Oh muerte, ¿dónde está tu victoria?
Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?»[
56 Pues el pecado es el aguijón que termina en muerte, y la ley le da al pecado su poder. ¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo.
58 Por lo tanto, mis amados hermanos, permanezcan fuertes y constantes. Trabajen siempre para el Señor con entusiasmo, porque ustedes saben que nada de lo que hacen para el Señor es inútil.
¿Cómo podemos aplicar estas siete sentencias a nuestra vida hoy?
1. Aceptemos por fe el regalo de la Vida Eterna
2. Fíjese que CRISTO no murió en secreto, sino que hizo una manifestación pública de Su amor infinito por nosotros.
3. “Si JESUCRISTO es DIOS y murió por nosotros, será mucho pedir que nosotros digamos públicamente nuestra disposición a recibirlo en nuestros corazones y manifestemos, sin avergonzarnos de Él.
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE ETERNO:
¡Gracias por Tu Palabra! ¡Que nos promete confianza total y segura y que podemos descansar absolutamente en Ti, en esos últimos momentos de nuestra vida humana! Ayúdame a encomendar mi espíritu en Tus manos y descansar en Tu paz. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¡Qué evangelio lleno de fe, esperanza y amor! ¡Prediquémoslo, ahora y siempre!
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