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MARTES, 12 de marzo de 2024
Lectura devocional: Salmos 51
¡Devuélveme el gozo de tu salvación!
¡Dame un espíritu dispuesto a obedecerte!
Así instruiré a los pecadores en tus caminos;
así los pecadores se volverán a ti.
—Salmos 51:8,9 (NTV)
Fue el jueves santo de 1963 que leyendo la Biblia me arrodillé en la azotea de mi casa, frente a la inmensidad del cerro El Ávila, en Caracas. ¿Resultado? Solo esperaba que aquellos días de fiesta se terminarán para empezar a contar a todos, a mi familia, compañeros de trabajo y de estudios, el gozo desbordante de mi encuentro con CRISTO…¡En eso ando todavía después de 60 años!...
Lo recuerdo muy bien, DIOS me habló a través de la Biblia, al leer la oración sacerdotal de JESÚS: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (Juan 17:20, RV60). En aquel momento privado, me arrodillé, por primera vez -sabiendo lo que hacía- ante mi Creador, y puse toda mi fe y confianza solamente en JESÚS, quien es el Hijo de DIOS, y vino a morir por los pecadores; pero en aquel inolvidable momento me di cuenta de que Él había muerto, y que fue sepultado y resucitó por mí; allí, las palabras que había leído del SEÑOR, cuando dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, en Juan 14:6, ¡cobraron vida!
En particular, ¡se hicieron carne de mi carne y hueso de mis huesos! Desde niño yo había tenido inclinaciones religiosas, practicaba los ritos de mi religión y rezaba; pero frente a la verdadera adoración al DIOS vivo y al obedecerlo para tener la relación personal con Él, entré en una dimensión espiritual que es igual a nacer de nuevo (Juan 3:3), y desde aquel momento, mi vida no ha sido igual.
Pues bien, el diccionario nos dice que adoración es el “culto que se da a algo que es o se considera divino”, también señala que es “el amor muy profundo que sentimos por alguien”. Por ejemplo, a la familia. Esto nos lleva a una pregunta, ¿qué es la adoración cristiana? Su respuesta es dada por el mismo SEÑOR a la samaritana: “Pues Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”. (Juan 4:24, nótese que el espíritu está en minúscula, es el “espíritu humano”. Que ahora tiene Vida). Siguiendo esa misma idea, la teología paulina nos enseña que el ser humano es tripartito, “y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:23, RV60).
En verdad, nosotros estamos acostumbrados a ver el ser humano como el cuerpo, nada más, pero la parte más importante en cuanto a la relación con DIOS es el espíritu porque allí habita la capacidad de la adoración, la conciencia y la intuición. Sin embargo, debido a la separación de Adán y Eva del compañerismo con DIOS, nacemos con el espíritu humano “muerto” en su relación verdadera, genuina y real con su Creador.
Es sorprendente…Pero es verdad, el ser humano en su espíritu está muerto sin JESÚS: “Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8:28, RV60), y el apóstol Pablo dice: “Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados. Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible—, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios” (Efesios 2:1,2 NTV).
Por eso, las palabras de JESÚS cobran su razón de ser: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (…) Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 10:10b; 11:25, RV60).
En realidad, JESÚS mismo es nuestra vida espiritual, la vida eterna “Zoé”, sin Él, el espíritu humano está muerto: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3 RV60); más claro aún: “Y lo que Dios ha dicho es que él nos ha dado vida eterna, y que tendremos esa vida si creemos en su Hijo. Si vivimos unidos al Hijo de Dios tenemos vida eterna. Si no vivimos unidos al Hijo de Dios, no tenemos vida eterna” (1 Juan 5:11,12, NTV).
Volviendo a mi experiencia inicial de adoración en la cual acepté el regalo de la vida eterna en JESÚS, en aquellos primeros días de mi fe cristiana yo no sabía mucho de la Biblia, y por supuesto nada de teología. Sin embargo, los cultos de la iglesia, la conversación de las verdades espirituales con los que llevaban más años que yo en el Evangelio, los tiempos de oración con sus vigilias y ayunos voluntarios, los himnos que cantábamos, el deseo de agradar a DIOS en todo lo que pensaba, hablaba y hacía, me revelaban que estaba “adorando en espíritu y en verdad”.
En verdad esta misma experiencia, la han experimentado millones de personas en todo el mundo, ellos son mis hermanos en CRISTO, en efecto: “A través de CRISTO, DIOS en Su gracia, está edificando un reino de personas redimidas, para gozo de ellas y regocijo de Él” —Kendel Easley.
En definitiva, la adoración en espíritu es una experiencia transformadora, desde luego tiene muchas facetas, pero estaba convencido de que todo lo que hacía para agradar a DIOS y en gratitud por una salvación tan grande, me llenaban, me llenan y llenarán del gozo de la adoración.
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE ETERNO:
¡Yo estoy muy gozoso de poderte adorarte en espíritu y en verdad! Más allá de la adoración que te agrada es la que te incluye en todo lo que soy y hago. ¡Ayúdame para seguir ayudando a otros a adorarte igualmente con todo lo que son y tienen! En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
La adoración en espíritu y en verdad pone una canción en nuestro corazón y una sonrisa en nuestros rostros para siempre.
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