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Lectura devocional: Colosenses 1:3-14
¡Hoy seré embajador de la esperanza! De hecho, el amor, la fe y la
esperanza viven en mí desde aquel primer encuentro con JESÚS en mi juventud.
Acepté el Regalo de Dios de la salvación y me convertí en un embajador de JESÚS
porque Él y solo Él es la única esperanza. El cristiano nacido de nuevo es una
persona de esperanza. Solamente el cristiano puede ser optimista con relación a
las circunstancias que lo rodean. Cada vez que un embajador de JESÚS defiende
lo que cree, actúa en defensa de otros, lucha pacíficamente contra las
injusticias, o levanta la voz en medio del silencio está representando a aquel
que lo tomó por embajador de la esperanza. Nuestro mensaje es de reconciliación
del ser humano con Dios, y somos embajadores de la esperanza que envuelve
consigo: “Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio
de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a
Dios!». Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca
pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar
en una relación correcta con Dios por medio de Cristo. (2 Corintios 5:20,21,
NTV). JESÚS vive en mí por Su Espíritu, en concurrencia el Apóstol nos dice: “A
éstos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este
misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria.”
(Colosenses 1:27, NVI).
¡Hoy seré embajador de la esperanza! Si la esperanza no se pone en
acción no es esperanza. Así pues la esperanza es tanto una convicción interior
como una acción de nuestra voluntad en beneficio de otros. La esperanza impulsó
en el pasado e impulsa el presente y futuro a los cristianos nacidos de nuevo
para anunciar “la verdad de la Buena Noticia” en todo el mundo. La fuerza
impulsora que nos domina es alcanzar a los que viven “sin Cristo, alejados de
la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y
sin Dios en el mundo.” “Efesios 2:12, RV60). Esto nos lleva a exclamar: ¡Vamos
por ellos! ¡Hay que seguir alcanzándolos en donde podamos, con lo podamos y
hasta que podamos!
¡Hoy seré embajador de la esperanza! Porque el Señor va con nosotros
cuidándonos en este mundo, no en el sentido, de librarnos de las circunstancias
adversas, o de ser resguardados en prosperidad y salud, sino en el sentido de
ser confortados por la esperanza para superarlos. Como decía San Agustín “las lágrimas
son la sangre del alma”. La esperanza le habla a nuestro espíritu y alma. La
esperanza no se da por vencida, no se rinde. Los problemas están haciendo filas, una vez que solucionamos
uno, todavía hay varios en la en la espera; las aflicciones y las tormentas, a
veces forman nubes, sin embargo: “Por muy larga que sea la tormenta, el sol
siempre vuelve a brillar entre las nubes.” (Khalil Gibran 1883-1931).
¡Hoy seré un embajador de la esperanza! Por donde vaya, porque la
esperanza mira a Dios ya que depende de la obra de Cristo en nosotros. Reviso
la Palabra de Dios, y encuentro a seres humanos con las ventajas y desventaja
que ello conlleva, y los veo elevarse sobre sus posibilidades y triunfar; la
galería de ellos es tan grande que le aconsejo que cuando tenga tiempo déle un
vistazo a Hebreos capítulo once; ellos tuvieron la esperanza de recibir grandes
cosas de Dios, aún ni la muerte los pudo separar de esa esperanza:
“Tengo la misma esperanza en Dios que la que tienen estos hombres, la esperanza de que él resucitará tanto a los justos como a los injustos.” (Hechos 26:15, NTV). La esperanza cristiana no se plantea ni siquiera la existencia de Dios y si será capaz de cumplir lo que ha prometido, por el contrario, la plena seguridad al creerle a Dios, y saber que ¡Dios es quien dice ser, y puede hacer lo que Él dice que puede hacer!
“Tengo la misma esperanza en Dios que la que tienen estos hombres, la esperanza de que él resucitará tanto a los justos como a los injustos.” (Hechos 26:15, NTV). La esperanza cristiana no se plantea ni siquiera la existencia de Dios y si será capaz de cumplir lo que ha prometido, por el contrario, la plena seguridad al creerle a Dios, y saber que ¡Dios es quien dice ser, y puede hacer lo que Él dice que puede hacer!
Vino a mí un hombre con un semblante sombrío y deprimido, le presente
la única esperanza a JESÚS, creyó, empecé a darle atención discipular, pero no
dejaba de preocuparse, él solo
pensaba que sus pecados eran tan grandes que ni Dios pudiera perdonarlos.
Entonces, abrazándolo le dije: ¡Deja de mirar tanto a tus pecados, y mira a
Dios y su misericordia! Y desde aquel día su rostro brilló con la luz de la
esperanza. En realidad, la esperanza nos abre el futuro. La esperanza es un
salto desde nuestra circunstancias al poder del Todopoderoso. La esperanza, nos
hace avanzar en medio de las dificultades del camino. La esperanza nos
fortalece y pone alas en nuestros hombros caídos y la mirada triste. ¡La
esperaza ensancha nuestro corazón y nos dice que esta vida presente merece ser
vivida con la imagen y la fortaleza de lo divino en mí!
Por todo esto…¡Hoy seré un embajador de la esperanza!
Padre como un manto negro, la muerte
vendrá sobre mí y mi generación. Ayúdame a llevarle tu Mensaje de salvación.
Iré a buscar a tu gente de paz en dondequiera estén y a cualquier precio. En el
nombre de JESÚS. Amén.
JESÚS vino y personalizó
la esperanza, nos habló de la Casa del Padre y que allí nos espera. ¡Somos
embajadores de la esperanza!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy
por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa
a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección
por aprender?
¿Existe alguna
bendición para disfrutar?
¿Existe algún
mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a
evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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