Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Lucas
9:51-62
Y
Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es
apto para el reino de Dios. Lucas 9:62
Al mirar retrospectivamente hacia la Primera Marcha
Evangelizadora -sin duda, uno de los momentos históricos más emocionantes y
significativos de nuestra obra evangélica venezolana-, vienen a mi mente los
primeros tiempos, esos días en que nuestro pequeño auto era un santuario para
orar, alabar y dar gloria a Dios, aquellos lejanos días en que un sentimiento
no definido me embargaba, pasando por los días en que sólo mi esposa me oía los
planes, hasta cuando tuve la santa seguridad de que Dios haría grandes cosas
con nuestra amada obra. Supe entonces que asumiría el reto de ponerme al frente
y pagaría el precio, había llegado al punto de no retorno.
Como es sabido, cada vez que Dios quiere hacer algo,
lo primero que hace es establecer una relación de amor con un individuo común, le muestra la visión, y luego
llega esa santa seguridad al saberse que uno es invitado por Dios para la
realización de la tarea. La seguridad no viene, en la mayoría de los casos, por
experimentar una visión milagrosa, viene sin nada sensacional ni peculiar, es
un asunto de obedecer al compromiso y responsabilidad de ser hijos de Dios.
Debo decir, que Dios premia la fe de sus hijos en todas las épocas, así que,
nada ni nadie podría detener a una mujer u hombre verdaderamente llamados por
Dios a su ministerio.
Existe un momento decisivo en el llamado que nos hace
Dios, y esto es muy parecido a la salida del pueblo de Dios de Egipto. Moisés era
un hombre 80 años, 40 años en el palacio y 40 años en el desierto. Todos esos
años, Dios había trabajado con Moisés en su formación para la obra que
emprendería. Por misterioso que parezca el gran YO SOY, nos necesita, nos prepara y nos llama a Su
servicio. Dios puede hacerlo solo pero nos da el privilegio de trabajar con Él!
Se espera de los llamados que respondamos, y estemos dispuestos a pagar el
costo humanamente hablando de la obra que Dios quiere hacer. Así que Dios hace
grandes cosas extraordinarias por medio de Moisés y Aaron Sus siervos. Al fin
el pueblo sale, ¡imagínense más de un millón de personas hacia el desierto para
llegar a la Tierra Prometida! Llegan frente al Mar Rojo, es de noche, y sienten
detrás de ellos, los cascos de los caballos y camellos, las ruedas de los
carros de guerra, los gritos del Faraón y el ejército egipcio…El pueblo de
Israel aterrado, fue a su líder Moisés y juntos clamaron a Dios, entonces, la
respuesta de Dios a su siervo fue: “…¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de
Israel que marchen.” (Éxodo 14:15). Moisés y su pueblo habían llegado al punto
de no retorno. ¡Marcharon y triunfaron!
Hace 40 años, en Venezuela, nosotros llegamos a esa
misma determinación. Estuvimos después de la Primera Marcha Evangelizadora, en
el punto de no retorno y marchamos. En aquellos tiempos y de muchas maneras
por la oración, la evangelización y el discipulado, Dios nos había estado
hablando acerca de la gran obra que quería hacer desde nuestra Venezuela hacia
el mundo. En aquellos años, los que estábamos al frente del Departamento de
Evangelización, tuvimos que enfrentar muchas crisis y hacer los respectivos
ajustes. Siendo honestos, ni yo mismo sabía adónde nos llevaría el Señor, pero
teníamos un corazón apasionado por la clara dirección de Dios en lo que
hacíamos, no nos importaba si nos llamaban fanáticos, tontos o locos, habíamos
resuelto no defendernos -antes de tomar esa resolución ya habíamos orado por
ello-, sino amar a todos los hermanos y hermanas de la obra sin distinción de
ninguna clase. De muchas maneras
Dios nos había colocado en el punto sin retorno, y por lo tanto, no podíamos
dar marcha atrás.
El fuego divino ardía en nuestros corazones por la
experiencia de obedecer y servir a Dios, y por encima de todo, el anhelo de
servir a su pueblo, manteniéndolo unido y armonioso sin importar el precio que
tuviéramos que pagar por ello, esa era nuestra única autoridad y ancla segura.
No podíamos fallarle a Dios culpando a otros de nuestro fracaso, ni tampoco
causar división en la obra obedeciendo al complejo de mártir; la Marcha
Evangelizadora no venía para dividir, sino para unir, sumar y multiplicar. Como
el supremo objetivo de nuestra vida cristiana es glorificar a Dios y honrarlo,
fue nuestro anhelo entonces y hoy también, responder al llamado divino y emprender
grandes cosas para Dios, obviamente esto lleva implícita la idea de que cuando
se llegue al éxito la gente diga, "¡Dios lo hizo!". ¡En este mismo sentir
andamos!
Este año 2017, celebramos los 40 años de Marcha
Evangelizadora, por ello, cuando lleguemos a Barquisimeto, los días 11-13 de
agosto, estaremos allí para dar acciones de gracias al Señor, el sábado 12 de
agosto, será la gran celebracion para decir como Moisés después de cruzar el
Mar Rojo:
“Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi
salvación. Este es mi Dios y lo alabaré. Dios de mi padre, y lo enalteceré.
Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.” (Éxodo 15:2,3).
En la Marcha Evangelizadora, hemos pasado 40 años de
pruebas y triunfos; pero todavía no hemos llegado a la Tierra Prometida, del
cumplimiento de la Gran Comisión, la fuerza que nos empuja; me atrevo a decir,
que nos encontramos de aquí en adelante, en el vértice de una decisión: el
punto de no retorno. ¡No podemos fallarle a Dios!
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Hoy es día de cantarte
alabanzas por lo que has hecho en medio de nosotros! Te damos gloria por el
llamado que nos hiciste a participar contigo en la búsqueda de aquellos que tú
ya habías escogido, por medio de la oración, la evangelización y el
discipulado. ¡Haz SEÑOR que como ayer, marchemos en tu nombre, y que tú Angel y
tu columna de fuego vayan detrás de nosotros, ilumindando el camino por dónde
hemos de andar. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La
oración por los perdidos sin acción evangelizadora, es una ilusión.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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