Francisco
Aular
Lectura
devocional: Efesios: 2:11-20
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los
santos, y miembros de la familia de Dios. (Efesios
2:19 RV60)
Créalo
o no, la Biblia
afirma que en la economía divina, ¡nosotros estábamos en la
mente de Dios antes del que el mundo existiera! Aunque nacemos criaturas de Dios,
mediante la aceptación del regalo de la vida eterna en JESÚS, somos hechos
hijos de Dios: Mas a
todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios. (Juan 1:12)
Esto lo
entendemos mejor al saber que la Biblia afirma que Dios desde su trono como
Dios, siendo Padre, Hijo y Espíritu Santo, tiene dominio perfecto sobre todas
las cosas creadas las visibles e invisibles. Vale repetirlo Dios en su plan
perfecto nos dice que este mundo en el cual vivimos, tuvo un comienzo y tendrá
un final. Por decirlo de alguna manera entendible, nos encaminamos hacia
consumación del plan eterno de Dios, del cual ya estamos muy cerca. Según la
Biblia la historia como la conocemos, es apenas un paréntesis de la eternidad,
tuvo un comienzo en Génesis y tiene un final en Apocalipsis. La Biblia comienza
en un paraíso y termina en la Nueva Jerusalén, la ciudad que Dios está
preparando para vivir en familia con los suyos. La historia para el pueblo hebreo y para nosotros los
cristianos, es lineal tuvo un comienzo y tendrá un final, no es cíclica como la
concebían los griegos.
La
Biblia nos dice que Dios decidió crear dos clases de seres para vivir con ellos
en la eternidad futura, cuando lleguemos a la Nueva Jerusalén: los ángeles,
seres espirituales con sus cuerpos celestiales, y los seres humanos con
espíritu, alma y cuerpo. Pero era necesario que ambos seres fueran obedientes a
Dios y a su autoridad. Conocemos
la historia, una buena parte de los ángeles encabezados por Lucifer se
rebelaron contra Dios. En consecuencia, Dios los echó de su presencia, y a
Satanás lo sentenció, y al final de la historia será encarcelado y echado al
lago de fuego el cual será su destino final. Igualmente, nuestros primeros
padres Adán y Eva, fueron seducidos por Satanás, y el dominio que Dios les
había dado de Su creación, se perdió: “y los bendijo
con estas palabras: Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y
sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los
reptiles que se arrastran por el suelo.” (Génesis 1:28 NVI). ¡El título de
propiedad de la tierra le fue dado al ser humano pero Adán se alejó de la
comunión de Dios, y como resultado, tanto Adán como todos sus descendientes
fuimos echados de la presencia de Dios! En otras palabras cuando Adán y Eva fueron
seducidos y engañados por Satanás, hicieron un mal negocio, y ahora Satanás es el
dueño de toda la tierra y de lo que nace en ella. Debido a que usted y yo,
nacimos aquí, somos del diablo y debemos salir de allí para ir al reino de Dios.
Ahora se recuerda usted de JESÚS ante Pilato: Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de
este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los
judíos; pero mi reino no es de aquí. (Juan 18:36 RV60).
Ahora
bien, ¡le tengo buenas noticias! Había una figura jurídica en la ley de Israel,
llamada el pariente redentor,
mediante la cual si un miembro del pueblo de Dios, perdía su propiedad y caía
en extrema pobreza, un pariente con posibilidades podía comprarla de nuevo y recuperar
dicha propiedad para su familiar que le era imposible hacerlo. Como lo afirma
la Biblia, nosotros estábamos en los hombros de Adán y Eva y por eso perdimos
el Paraíso, y nacimos esclavos del diablo, somos pobres en espíritu, en
realidad muertos en relación con Dios: “Antes ustedes estaban
muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados.” (Efesios 2:1).
En consecuencia, la Biblia también nos dice, y esto me llena de gozo porque
este es el Evangelio, las Buenas Noticias: ¡JESÚS, es nuestro Pariente
Redentor! Sí, la Biblia nos enseña que el Hijo de Dios vino a la tierra para
restablecer la relación de Dios con los seres humanos.
Ciertamente
¡JESÚS por su sangre nos compró un lugar en el cielo para nosotros! Actualmente
JESÚS, está en el cielo con una posición de autoridad tanto para los seres
humanos como para los seres espirituales. Aquel que dijo: Yo soy el camino, y
la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6 RV60). ¡JESÚS,
es nuestro Señor y Salvador! En efecto, toda verdadera y provechosa relación
con Dios y con nosotros Su familia, pasa primero por nuestra relación que
tengamos con JESÚS. ¡Él y solo Él es nuestro Señor y Salvador!
Permítame unos pensamientos más para que los lleve consigo. En el
Apocalipsis de Juan, él ve el triunfo final de JESÚS, y describe así, el
grandioso momento en que JESÚS, recobra la propiedad del paraíso perdido: “Y cantaban un nuevo
cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque
tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje
y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes y reinaremos sobre la
tierra.” (Apocalipsis 5:9,10 RV60) Por ello, somos familia de Dios.
Oración:
Amado Padre
Celestial:
Bendito eres
porque somos parte de tu propósito eterno de unir todas las cosas al final de
los tiempos bajo tu dominio, poder y autoridad. Ayúdame a llevar tu mensaje de
salvación a los que no te han conocido para que lleguen a ser parte de tu
familia también. En el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Conocer el plan eterno de Dios y
que somos miembros de Su familia nos da un sentido para vivir con propósito.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio
de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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