Francisco
Aular
Lectura
devocional: Mateo 26:36-46
Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro:
¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no
entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es
débil. Mateo 26:40,41 (RV60)
Yo era un joven de 15 años y trabajaba en un estudio fotográfico
llamado Luz y Sombra como ayudante y aprendiz y, debido a que estábamos a unas
pocas cuadras del canal Radio Caracas Televisión, muchos artistas venían a
fotografiarse al Estudio. Un famoso cantante venezolano de aquellos días vino a
fotografiarse para la portada de su disco a punto de salir, cuando lo vi entrar
corrí para estar lo más cerca de aquel hombre tan admirado por mí. Resulta que
el famoso cantante tenía un problema con su apariencia, siendo jovencito había
sufrido una enfermedad que le había dejado muchas huellas en el rostro -no
había problema porque en aquellos días cada estudio fotográfico tenía un
retocador- así que el cantante nos dijo: “¡Por favor, quiten todos esos
defectos de mi rostro!”, y diciendo esto, se marchó. El dueño del negocio, casi
siempre, en estos casos, expresaba un pensamiento lapidario: “Este hombre
nos pagará por un engaño.”.
¿Sabe por qué creo que la Santa Biblia es la verdad? Esta bendita
Palabra me dice lo que soy, pero nunca estaré reconociéndome como quien soy
hasta que me postre de rodillas delante de Dios en oración, sin embargo, esto
no es fácil, y Dios lo sabe: el espíritu
a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Por eso, la oración es
ante todo, un desafío.
Menos mal que el Señor JESÚS viene a nuestro rescate, porque el poder
de la oración no radica en las palabras del que ora, sino en el poder de Aquel
que escucha. La oración es el desafío que Dios mismo nos hace para que
mantengamos con Él un diálogo íntimo que se traduce en una comunión, una
amistad que permita al ser humano tener acceso directo a la omnipotencia
divina: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas
que tú no conoces” (Jeremías 33:3; RV60). Carlos Spurgeon, el gran predicador
inglés del siglo pasado, dio una definición sobre la oración que es una de mis
favoritas: ”La oración es el delgado nervio que mueve los músculo de la
omnipotencia.”. ¡Imagínese usted qué gran privilegio y responsabilidad tenemos
al orar y al desafiar a otros a hacerlo! De ese mismo parecer fue E.M.Bounds,
escritor estadounidense de libros clásicos sobre la oración cristiana que han
hecho impacto en muchas vidas: “La oración es el contacto del alma viviente con
Dios. En la oración, Dios se inclina para tocar suavemente al hombre, para
bendecirlo e incluir todo lo que Él pueda planear o el ser humano pueda
necesitar.”.
El Señor JESÚS oró y desafió a la oración a sus Discípulos. Él dio
varias razones por las cuales debemos hacerlo, especialmente cuando nuestra fe
es vacilante para enfrentar y vencer la oposición diabólica: “—Esta clase de
demonios sólo puede ser expulsada a fuerza de oración—respondió Jesús” (Marcos
9:29; NVI); también pidió que oráramos para estar firmes en la fe hasta cuando
Él regrese: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de
escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo
del Hombre.” (Lucas 21:36; RV60); que oráramos para que sean suplidas todas
nuestras necesidades, de cualquier naturaleza -no los deseos-: “Y todo lo que
pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21:22; RV60); para que
surjan nuevos misioneros y evangelizadores para la gran cosecha de un mundo
hambriento de Dios: “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les
dijo a sus discípulos—.Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe
obreros a su campo” (Mateo 9:37,38; NVI); igualmente JESÚS, a través de varias
ilustraciones o parábolas, resaltó la importancia y necesidad de la oración:
las diez vírgenes (Mateo 25); el viajero inoportuno (Lucas 11:5-10) y entre
otras, el juez injusto (Lucas 18:1-8).
Ahora bien, si alguien duda de la necesidad y de la eficacia de la
oración le bastaría con recordar que todos los grandes acontecimientos en la
Biblia están marcados por períodos previos de oración. Esto era así, tanto en
el pueblo judío del Antiguo Testamento como en el cristianismo del primer siglo
del Nuevo Testamento. La Escritura Sagrada es abundante en ejemplo y en citas
al respecto. Recordemos que la oración es ante todo, un desafío.
¡No nos engañemos a nosotros mismos como aquel famoso artista de mi
adolescencia! La Biblia y la oración nos retratan como somos. Ahora bien, si
alguien duda de la necesidad y de la eficacia de la oración le bastaría con
recordar que todos los grandes acontecimientos en la Biblia están marcados por
períodos previos de oración. Esto era así tanto en el pueblo judío del Antiguo
Testamento como en el cristianismo del primer siglo del Nuevo Testamento. La
Escritura Sagrada es abundante en ejemplos y en citas al respecto. Recordemos que
la oración es ante todo, un desafío.
Oración:
Padre nuestro que estás en los cielos:
Te exaltamos en este día por tu gran misericordia para con nosotros.
Eres digno ser alabado. Tenemos la esperanza en que volverás pronto a
establecer tu reino. Anhelamos que tu santa voluntad se haga en la tierra como
en el cielo. Venimos delante de ti para exponerte nuestras necesidades de pan,
seguridad en nuestro andar y que tu poder nos librará de todo mal. En esta hora
confesamos nuestros pecados y los pecados de nuestra nación, perdónanos Señor.
También ayúdanos a perdonar a nuestros ofensores. Ya sentimos muy cerca de
nosotros que vienes desde el cielo con poder y gloria que son tuyos por todos
los siglos. Amén
Perla de hoy:
El desafío que continuamente nos hace Dios en Su Palabra a la oración,
tanto la personal como la colectiva, nos indica que no es opcional y donde haya
falta de oración, habrá falta de poder.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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