Francisco Aular
Lectura devocional:
Génesis 50:15-19
Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso
todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de
muchas personas. Génesis 50: 20 (NTV).
Gary Smalley en su libro
“Amémonos siempre”, me ayudó a interpretar la parábola moderna sobre la perla.
En efecto, me llevó a descubrir que el origen de una perla es la clave para
entender la parábola. Todas las perlas se encuentran en ostras. Aunque hoy en
día se cultivan, el valor de una perla natural, es superior. ¿Cómo se forma? en
el fondo del mar las ostras nacen y crecen tranquilas, pero a veces se forman
verdaderas tormentas de arenas a su alrededor, el molusco se abre para respirar
y comer, pero la tormenta introduce, por accidente, un granito de arena en su
organismo. Esta es una experiencia muy dolorosa para la ostra, porque le irrita
todo el organismo, pero, como defensa a su dolor, la ostra emite una sustancia
llamada nácar. En el nácar hay cristales que cubren el grano de arena, y allí
viene el valioso resultado: ¡Surge la perla!, y esta es la enseñanza: que algo
bello, precioso y muy valioso, surge del dolor y del sufrimiento inicial.
Desde luego, en la Sagrada
Escritura encontramos muchas ilustraciones sobre este punto de encontrar la
perla en el problema, por ejemplo, la historia de José y sus hermanos es una de
mis favoritas. Entre los famosos convertidores de males en perlas, ninguno como
José. De hecho, José es poseedor de un carácter sin igual por lo cual es
prototipo de JESÚS en el Antiguo Testamento. José sabía que Dios tenía un plan
para su vida, desde que tuvo un sueño de lo que Dios haría con él. José injustamente
es humillado, vendido, tentado, encarcelado y olvidado. Sobre José los
problemas vienen unos tras otros, a pesar de ser un hombre que hacía el bien.
Pero nadie ni nada desvía a José del camino de honrar a Dios en medio de tantas
pruebas, así la Palabra de Dios
afirma: “El Señor estaba con José”. De esta manera, la historia sobre la vida y
sufrimientos de José, tiene un final feliz. José es exaltado a un cargo
administrativo en Egipto pero el poder no le hizo perder la cabeza, y perdona ampliamente
a todos aquellos que le habían hecho mal. ¡José convirtió sus problemas en
perlas!
Ciertamente nuestros problemas
personales, muy a menudo, no son causados por alguna persona de nuestro
entorno, ni por catástrofes naturales, ni aún por el temible Satanás, la raíz
de todos nuestros problemas yace en nosotros mismos, en nuestra actitud frente
a la vida, en cabos sueltos que nunca atamos, en paréntesis que nunca cerramos,
pidiendo perdón o perdonando. A muchos los guía la ira por un carácter sin domar
y un resentimiento sin freno; todo esto nos hace más daños a nosotros mismos
que a los demás, porque hace mucho tiempo, quizás, nos hicieron daño, pero ellos
continúan sus vidas felices, mientras nosotros somos torturados por el verdugo
rencor. Ahora bien, Esas emociones negativas, esas “pasiones combaten” dentro
de nosotros, y llegamos a ser sus esclavos, en vez de sus dueños: “¿De dónde vienen las
guerras y las peleas entre ustedes? Pues de los malos deseos que siempre están
luchando en su interior.” (Santiago 4:1 DHH).
Ahora bien, perdónenme que recurra
a una experiencia personal, pero será mejor que lo diga aquí. Cuando yo tenía
nueve años, mi mundo era el campo en el cual nací, mis padres, mis hermanitos,
mi abuelita y mis tíos. Amaba mi campo, pero, mis padres no pudiendo hacer
frente a una situación de mi salud, con todo el dolor que les causaba mi
separación, me entregaron a un familiar que vivía en la ciudad capital de mi
país – por cierto, muy cerca del Hospital de Niños- ¿cómo me separaron de mi
núcleo familia?: me engañaron llevándome de paseo; me despedí de mi madre, pero
me aferré a ella, porque algo me decía que en aquella tarde nos separaríamos;
un primo me entusiasmó a salir y fuimos de paseo, cuando regresamos, mi madre
no estaba allí. Puedo recordar, a sesenta y un años de aquella
experiencia, que las doce horas que en ese entonces se hacía a la gran ciudad,
no bastaron para impedir ni agotar mis lágrimas.
Les confirmo que no fue fácil desde
aquel día enfrentar mi infancia y adolescencia entre extraños. Por aquel
tiempo, entonces, hice una resolución, no dejaría que esa experiencia me
dañara; una vez que nací de nuevo por el poder del Evangelio, Dios puso amor y
comprensión hacia todos aquellos envueltos en una situación en la que ahora
puedo afirmar con toda la certeza lo que la Palabra de Dios dice del gran
patriarca José: “pero el Señor estaba con José y le extendió su misericordia”
(Génesis 39:21). Es más, ¡no sería quien soy, si el Señor no me hubiera
permitido pasar por aquella prueba! Con la ayuda del Señor, cualquier
circunstancia de la vida por la que estés pasando: ¡Convierte tus problemas en
perlas!
Oración:
Padre eterno:
Eres demasiado grande y maravilloso
para comprender tu altura, tu anchura y profundidad; en esta hora te doy gracias
por ser mi Padre y cuidarme en todo mi transitar por este mundo; ayúdame a
decirle al mundo tu mensaje; tú quieres que pertenezcamos a tu familia, y nada
ni nadie nos puede separar de tu amor. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Si Dios es lo único que tienes en el camino de la vida, vas con
buena compañía.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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