Por Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Santiago 4:1-10
¿De dónde vienen las guerras y los
pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en
vuestros miembros. Santiago 4.1 (RV60)
“¿De dónde vienen las guerras?” Preguntaba el apóstol Santiago a sus
destinatarios de su epístola. Dos mil años han pasado, y pese a tantos
esfuerzos por la paz, todavía en este siglo XXI, estamos al borde de lo que
puede ser la tercera guerra mundial; esta guerra por primera vez en la historia
de la humanidad, será verdaderamente mundial. ¡Nadie saldra con honores de una
confrontación así! Los que sobrevivan, juzgarán severamente a los actores
principales de este conflicto. Porque la verdad es esta: En ninguna otra época
hemos tenido un liderazgo mundial tan incapaz, engreído y soberbio como el que
tenemos. No se ve por ningún lado, el respeto y las normas diplómaticas que aún
en la guerra fría, los gobiernos acataban.
Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, expresó la
verdad del mundo actual en su discurso al celebrar los 70 años de la entidad mundial. Este hombre dijo: “El panorama actual está
lacerado por los conflictos, la explotación y la desesperanza. Al menos 59,5
millones de personas han huido de sus hogares; hay más refugiados, desplazados
y solicitantes de asilo que en ningún otro momento desde que terminó la Segunda
Guerra Mundial. La violencia contra las mujeres lacra todas las sociedades. En
un tiempo de acuciantes necesidades humanas, se siguen despilfarrando
cantidades ingentes de dinero en armas nucleares y otros desestabilizadores
arsenales militares. Las consecuencias del cambio climático son cada vez más
evidentes, y esto no es más que el principio. Aunque después del Holocausto el
mundo dijo "nunca más", y volvió a decirlo después de los genocidios
de Rwanda y Srebrenica, seguimos siendo testigos de los atroces crímenes que
cometen los extremistas violentos y otros.”
Ciertamente, la historia nos da cuenta de los esfuerzos del ser humano
para mejorar y transformar al mundo. Sin ir muy lejos, mi generación por
ejemplo, puso mucha atención a la educación, la ciencia y la tecnología para
lograr el supremo bien de las personas. Sin embargo, vivimos en un mundo lleno
de inmoralidad, ambiciones materialistas, tensiones políticas y guerras entre
las naciones y los diferentes grupos étnicos y religiosos, revoluciones con
prejuicios racistas, abusos de las drogas, incremento del terrorismo, los
secuestros como negocio, problemas ecológicos producidos por el desorden
mercantilista que está dando como resultado el calentamiento global, que nos
amenaza con borrar al ser humano de la tierra. Así todo sigue igual, el
egocentrismo lo domina y contamina todo, desde que el al ser humano original se aparto de su Creador y fue echado
del paraíso, hace miles de años. En realidad nuestro mundo está en llamas, y
nadie sabe cómo apagarlo.
Esto es así, porque una cosa es limpiar las telarañas y otra muy
distinta, eliminar a la araña que las produce. La araña en el ser humano es el
pecado, son sus pasiones negativas que habitan en él, por eso vino JESÚS. El
Señor, en su conversación con un gran líder religioso de Su tiempo, sorprendió
a Nicodemo al decirle: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de
Dios”. (Juan 3.3) ¡Todos los seres humanos debemos nacer dos veces! El primer
nacimiento es humano; el segundo nacimiento es espiritual. El nacimiento humano
nos pone en la tierra, pero el nacimiento espiritual nos lleva al cielo.
En efecto, Pablo nos dice: “De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5.17 RV60). Esa es la manera como
Dios acaba con la araña para eliminar la telaraña! ¡Dios no pone remiendos,
sino que ¡nos hace de nuevo!
En esta forma al enfrentar la pregunta: “¿De dónde vienen las guerras?”
Podemos hacer el vano intento de justificarnos culpabilizando a los demás, pero
la verdad de las cosas es que tenemos que concluir que procede de nosotros
mismos como lo dijera el Apóstol Santiago, el hermano del SEÑOR: “Codiciáis, y
no tenéis; matáis y ardéis de envidia…” Esta es la verdad bíblica, ante la
pregunta: “¿De dónde vienen las
guerras?”.
Oración:
SEÑOR, te confieso que
tengo un corazón del cual brotan actitudes para apartarme de ti. Hoy renuncio a
toda obra perversa, y a los residuos que viven en mí de mi vida pasada, y sobre
las cenizas de mi vida pasada, por tu gracia me levanto como persona nueva para
asumir mi responsabilidad histórica y mi destino eterno a tu lado. Amén.
Perla de hoy:
El hecho de nacer de nuevo, me adiestra para ser un instrumento de Dios,
un hombre de paz, y aborrecer las rivalidades y las guerras.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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