Por Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Juan 20:19-23
¡La paz sea con ustedes!— repitió Jesús—. Como el
Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Juan 20:21
(NVI)
Nuestro siglo veintiuno que debería ser un siglo de paz entre los seres
humanos, no lo es. Lo empezamos ufanándonos de nuestro innegable progreso,
nuestros adelantos científicos y tecnológicos, y ya hemos desperdiciado más de
una década en conflictos y guerras en casi todo el mundo. Así era el mundo
antiguo, y así continúa en la actualidad. Hace muchísimo años que un salmista
escribió: "Mucho tiempo ha morado mi alma con los que aborrecen la paz.
Yo soy pacífico; mas ellos así, que hablo, me hacen guerra" (Salmo
120:6-7). Imagínense si reaccionamos así con un hombre de paz ¿cómo será cuando
habla el que ama la guerra? La paz del mundo es algo tan frágil que un
diplomático oriental dijo: "Quien quiera sangrar menos en tiempos de
guerra, tendrá que sudar más en tiempos de paz". ¡No tenemos ningún motivo
de orgullo de un mundo así!
Pero existe otra paz, la de Dios. Esta paz no
se trata del débil compromiso que sólo es de corta duración entre los
gobernantes de este mundo, como bien lo dijera el Apóstol: "Que cuando
digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina…"
(1 Tesalonicenses 5:3). No, la paz de Dios, no es la paz que produce el cese de
las hostilidades, sino la paz que encontramos a pesar de los problemas y las
tormentas de la vida, a través de la fe en JESÚS, resucitado y triunfante. ¡Esa
es la paz perfecta!
Se cuenta que un cierto rey prometió un gran premio a aquel artista que
pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos lo intentaron. El rey
observó y admiró todas las obras, pero solamente hubo dos que en verdad le
gustaron.
La primera mostraba un lago muy tranquilo, espejo perfecto donde se
reflejaban las montañas circundantes. Sobre ellas se encontraba un cielo azul
con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura estuvieron de
acuerdo en que reflejaba la paz perfecta.
La segunda también tenía montañas, pero estas eran escabrosas. Sobre
ellas había un cielo oscuro del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos.
Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua.
Esta imagen no se revelaba para nada pacífica. Pero cuando el rey
analizó el cuadro más cuidadosamente, observó que tras la cascada, crecía un
delicado arbusto. En él había un nido y allí en medio del rugir de la violenta
caída del agua, un pajarito.
¿Cuál cree usted que fue la pintura ganadora? El rey escogió la segunda.
La paz –explicó- no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin
dolor. Significa que, aun en medio de estas circunstancias, nuestro corazón
puede permanecer en calma.
“Shalom alejem”… “¡La paz sea con ustedeses!”, es el saludo judío de
JESÚS -aquel domingo de Su resurrección a Sus discípulos- atemorizados como
resultado de la crucifixión de JESÚS en día viernes. ¡Que gozo que paz en medio
de aquella tormenta al ver a JESÚS resucitado en medio de ellos! En realidad
JESÚS, es la paz que vino del cielo para que nosotros tengamos paz. En efecto,
JESÚS la noche en que fue entregado para ir a la cruz, les había dicho: “Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo
doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan
miedo.” (Juan 14:27, NTV).
Por otra parte, significa
esta promesa que los seguidores de JESÚS, ¿no vamos a tener problemas en esta
vida, ni tendremos que enfrentar las lágrimas, el sufrimiento y la muerte
física? No. Sabemos que los mismos apóstoles del Señor Jesucristo, exceptuando
a Juan, murieron como mártires siguiendo a JESÚS, como hoy están muriendo muchos
en algunos países musulmanes, asesinados delante del silencio de la comunidad
internacional, por los fanáticos religiosos. Sin embargo, hoy como en el inicio
del Cristianismo JESÚS, nos envía: “Como
el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.”… JESÚS vino para traenos
la paz con Dios, y ese es el mensaje que predicamos: “!Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:15b, RV60).
¡Los cristianos nacidos de nuevo somos los misioneros de la
paz en este mundo! Anunciamos como tener paz en medio de la tormenta.
Oración:
Amado Padre celestial: Gracias por tu Hijo JESÚS,
Él es la paz. En esta hora al Señor le brindo toda mi adoración y alabanza
porque "Él hizo la paz mediante la sangre de Su cruz". Mi paz no
depende de mí, sino de Él. Me apropio de esta verdad como los primeros
discípulos que, en medio de la oscuridad de sus temores, escucharon de los
labios del Señor, cuando les dijo:" ¡La paz sea con ustedes!". Tú
eres, amado Padre, un Dios de paz y en Ti, descanso. En el nombre de JESÚS.
Amén.
Perla de hoy
La paz perfecta no es algo, sino Alguien: ¡JESÚS!
En Su paz tendremos paz.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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