Francisco Aular
Lectura devocional Lucas 2:
1-7
Mientras estaban en Belén, a María le
llegó la hora de tener su primer
hijo. Como no encontraron ningún cuarto donde pasar la noche, los
hospedaron en el lugar de la casa donde se cuidan los animales. Cuando el niño
nació, María lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.
Lucas 2:6,7 (NTV)
En mi primera Navidad
en la gran ciudad de Caracas en 1955, había un trío colombiano que entonaba una
canción llamada “Cantares de Navidad”. Era una canción para llorar mientras la
gente bailaba. ¡Así es la vida cuando uno no conocer el verdadero significado
de la Navidad! Recuerdo que el estribillo decía, así:
Navidad que vuelve
Tradición del año
Unos van alegres
Otros van llorando.
Hace unos
cuántos años, aquí, en la gran ciudad de Toronto, acompañé a un hermano que
trabajaba como misionero entre las personas que viven en las calles, ya sabemos
que el gobierno tiene albergues para ellos, también el Ejército de salvación,
pero muchos de ellos no se sujetan a esos sitios seguros, les gusta estar en la
calle, y huyen por eso; pero existen misiones de las iglesias que levantan
ayudas y compran comida y sacos de dormir para esas personas en situación de
calle, porque con la temperatura bajo cero les espera una muerte segura; así
que allí andábamos el misionero y yo, cuando me encontré a un hombre que dijo
ser profesional –sin yo preguntárselo-, pero por un desencanto con su familia ya
no quería ni vivir… Le expresé en mi inglés recién adquirido, “¡Feliz Navidad
aquí tiene comida y un saco para dormir!”… Él me miró con sus ojos azules
apagados, desilusionados y me susurró al tomar aquellas cosas: “¡Qué Navidad,
para mí no existe Navidad ni nada!”…
Tal vez, Navidad
no sea una época muy feliz para algunos de nosotros, sino una carga emocional y
un desafío al estrés y la depresión. A lo mejor no llegamos tan lejos como
aquel hombre de la calle, pero le hemos abierto las puertas a la enfermedad de
moda: el estrés. Es cierto, en esta época del todos los seres humanos, sobre
todo, los que vivimos en las grandes ciudades estamos siendo sometidos a muchas
presiones en estos días navideños, y al ventilar nuestros sentimientos nos
damos cuenta que vivimos una crisis emocional de Navidad. Todo lo contrario nos
presenta la propuesta bíblica, JESÚS nació para librarnos de todas nuestras
crisis, incluyendo la de estos días de Navidad. Eso sí debemos recordar que: “Esto
lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona
nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó
la cruz, sin importarle la vergüenza que ésta representaba. Ahora está sentado
en el lugar de honor, junto al trono de Dios” (Hebreos 12:2 NTV).
¿Por qué estresarnos
y deprimirnos en estos días en que se supone que estamos celebrando con alegría
a JESÚS y su entrada a este mundo para venir a rescatarnos de nuestras crisis?
Una razón puede ser que, nos fijamos expectativas demasiado altas de nosotros
mismos y de los demás en estos días. Por ejemplo, las amas de casa a veces se
imponen muchas cargas extra en estos días: El arreglo de la casa, el no
excederse en el presupuesto, pero al mismo tiempo el endeudamiento con el afán
de quedar bien, la preparación impecable de la cena familiar, las tarjetas, los
regalos, y hasta la preocupación por la tía Alicia con su “síndrome de
pobrecita yo”, que le gusta formar siempre un espectáculo -exactamente en
víspera de cualquier fiesta familiar para llamar la atención-, y, ¿cómo decirle al tío Pedro –bebedor
consuetudinario, que lo queremos a él pero no a su botella? En fin, todos estos
detalles y muchos más como los afanes de la fiesta de fin de año de su trabajo,
someten a una presión mucho más allá de sus fuerzas a una mujer, y con ella a
toda la familia. Recuerden que la verdadera razón de la Navidad es JESÚS, no
para los regalos y las fiestas, tampoco creo que no debamos hacerlo, pero el
centro de todo debe ser Dios y la familia. No asuma toda la responsabilidad de
hacer tantas cosas usted sola, delegue, involucre a toda la familia en el gozo
de la Navidad.
Igualmente la
llegada de la Navidad nos impulsa al pasado feliz que disfrutamos, tal vez en
nuestra juventud, nuestra adolescencia o nuestra niñez, y nos damos cuenta que
nunca más volveremos a vivirlos. En esta misma idea, si la muerte nos arrebató
a un ser querido, preparémonos de antemano para el impacto de la silla vacía en
este año. Pensemos que todos vamos de paso, algún día, tampoco nosotros
estaremos, y por un propósito
específico de Dios todavía estamos aquí, así que seamos y hagamos felices a los
otros.
¿Qué podemos
hacer en estos días de Navidad y el posible estrés que padecemos? La Biblia nos
da un buen consejo para ello, nos dice que debemos “fijar la mirada en JESÚS”,
y no ponerla en nosotros y muchos menos en los demás, todavía no somos perfectos,
tampoco los otros lo son. Otro aspecto a considerar es que podemos recordar al
pasado, dar gracias a Dios por aquellos momentos felices que hemos pasado, pero
no debemos vivir en el pasado. Aparte del mismo JESÚS, creo que el cristianismo
nunca ha tenido en sus filas una vida tan desafiante como la del apóstol Pablo
de Tarso, él nos legó muchas enseñanzas para vivir a plenitud; he aquí una de
las más aprecio en estos días de Navidad y de fin de año: “No que lo haya
alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir
aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que
queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al
premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 4:12-14
RV60).
Me imagino a
José y María, yendo de lugar en lugar buscando un ambiente apropiado para el
nacimiento de JESÚS, no lo encontraron. Por eso el apóstol Juan, unas décadas
después, escribió: “El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por
medio de él, pero el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, pero los
suyos no lo recibieron.” (Juan 1:10,11) Por extraño que nos
parezca, de los labrios de JESÙS, nunca brotó una queja por ello. ¡No había
estrés en Él, no había resentimiento! Así que en el nombre del Cumpleañero,
exclamemos: ¡Fuera estrés! Soy territorio libre decretado por JESÚS al nacer,
morir y resucitar por mí. ¡Feliz Navidad!
Oración:
SEÑOR JESÚS:
Tú eres la verdadera razón de la Navidad, hoy pongo mis ojos únicamente en
ti, no me estresaré si las personas y las cosas no llenan mis expectativas,
porque sé que yo tampoco soy perfecto, y sin embargo, tú no te has rendido,
sino que sigues y seguirás trabajando conmigo y en mí. Ayúdame a hacer todo
conforme a las fuerzas que me has dado, y te dejo a ti los resultados. Hoy seré
feliz porque te tengo a ti. Amén.
Perla de hoy:
¡Fuera
estrés! Soy territorio libre decretado por JESÚS al nacer, morir y resucitar
por mí. ¡Feliz Navidad!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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