Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura
devocional: Lucas 2:8-20
Pero el ángel les dijo: No tengan miedo. Miren que les
traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Lucas 2:10 (NVI)
En diciembre de 1965, los miembros de la Misión Bautista Emanuel
celebramos nuestra primera Navidad, en una casa que habíamos adquirido en la Castellana, al Este de Caracas.
Nuestro pastor el siempre bien recordado misionero estadounidense, Carlos B.
Clark, nos invitó a salir por las calles de nuestra parroquia y anunciar a
todos los vecinos que ya estábamos allí. Lleno de entusiasmo apoyé a mi pastor
pero unas hermanas se me acercaron y me dijeron: “Francisco, no podemos salir
por esas calles, la mayoría de la gente de esta parroquia son creyentes de la
religión tradicional y al saber que somos evangélicos, nos lanzarán insultos…” La verdad, me di cuenta, las amadas
tenía miedo. Miedo a hacer el ridículo. En todo caso, ella querían que yo
persuadiera a nuestro pastor a no salir, pero no dije nada al hermano Clark; así
la noche del jueves antes de Navidad, llegamos al templo. La preciosa voz de
tenor del hermano Clark, resonó ensayándonos, tres himnos: “Venid fieles todos”
“Oh santísimo, felicísimo”, y “Noche de paz.” Seríamos una docena de personas
que llegamos, entre ellas la hermana Ruth Ayllón, y su inseparable acordeón.
Nos dirigimos nada menos que a la plaza principal, caminábamos y cantábamos por
las calles, algunos vecinos curiosos se asomaban a los balcones.
En pocos minutos, llegamos a la Plaza de Chacao, notamos que habían
varias personas por allí sentados, y los demás en movimiento como transeúntes. El
hermano Clark, nos llevó al centro de la plaza nos formó como un coro de verdad,
el acordeón lanzó sus notas al aire y nosotros revestidos todos de un valor
inusitado, vencimos el miedo al testificar de JESÚS, el verdadero motivo de la
Navidad. La gente que caminaba se detuvo y los que estaban en sus bancos, se
acercaron e hicieron un círculo alrededor nuestro, cuando terminamos el primer
himno, nos aplaudieron, pero nuestro repertorio era muy corto y al finalizar
“Noche de paz”… Los aplausos generosos llegaron pero nosotros gritamos a voz en
cuello, nuestra consigna: “¡Feliz Navidad para todos!” El pastor explicaba
quienes éramos y donde estábamos mientras Carlitos Clark, hijo del pastor y yo,
repartíamos tratados, nadie rechazó la literatura. Así fuimos por varias
cuadras del Municipio Chacao, y en las esquinas cantábamos y nuestro pastor
explicaba quiénes éramos con mucho gozo y valentía, porque la Navidad: “es
motivo de alegría para todo el pueblo”, ¡y no podemos, callar!
Los Evangelios nos dicen que la noche en la cual nació JESÚS, en
aquel establo de Belén, sucedieron varios hechos milagrosos, entre ellos, la
participación de los ángeles y el miedo de los pastores cuando en aquella
oscuridad, escucharon a las huestes celestiales, de ángeles del cielo, que
alababan a Dios, y decían: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz,
buena voluntad para con los hombres.” (Lucas 2:14 NVI). No obstante ese susto,
qué privilegio tan grande tuvieron los pastores de ver JESÚS en Su primera
venida a este mundo como un bebé cualquiera, sin embargo, ellos no tuvieron la
revelación completa sobre el impacto posterior de aquel hecho en la historia de
la salvación del ser humano. Nosotros somos mucho más afortunados que ellos
porque ya conocemos la historia, y somos testigos del cumplimiento de las
profecías, y el cambio que JESÚS hace en los corazones de quienes le creen y le
han hecho Señor y Salvador de sus vidas: “Ciertamente les aseguro que el que
oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado,
sino que ha pasado de la muerte a la vida.” (Juan 5:24 NVI).
Hoy como ayer, nuestro mundo esta lleno de incertidumbres porque
vivimos tiempos llenos de conflictos por todos lados; la solución no se ve
fácil; pareciera que nadie le pondrá freno a los padecimientos de un mundo al
revés; vivimos la paradoja del gran desarrollo de la ciencia y la tecnología,
pero el descenso en lo ético del ser humano que la maneja, está allí; medios de
transportes que nos llevan de un lado a otro del mundo en horas, pero el miedo
a que los terroristas nos cambien el itinerario, enviándonos en segundos a la
muerte; el incremento de la defensa de los derechos del ser humano, pero el
aumento del número de ser humano con gobiernos que se burlan de ellos y violan
su derechos; pareciera natural que tengamos miedo, pero JESÚS nos dice: “No se
angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas
viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles
un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así
ustedes estarán donde yo esté.” (Juan 14:1-3 NVI).
En una Navidad JESÚS nos trajo Su vida, y con ella Su poder para
vencer los obstáculos, y anunciar esta Buena Nueva. Así que mis amados: ¡Feliz
navidad sin miedo!
Oración:
Padre eterno:
Ayúdame para anunciar las buenas noticias que conmemoramos en estos
días; dame valor para decirle a mi generación en la cual vivo que sí hay
esperanza en ti, en el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Aquel que
nació en Belén, va con nosotros como lo ha prometido: “He aquí estoy con
vosotros hasta el fin del mundo.”
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo
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