Francisco Aular
Lectura devocional: Mateo 4:12-25
La gente que estaba en la oscuridad ha visto una
gran luz.
Y para aquellos que vivían en la tierra donde la
muerte arroja su sombra, ha brillado una luz. Mateo 4:16 (NTV)
Hace algún tiempo, al levantarme
de mi cama, antes del amanecer, me sucedió lo que les contaré a continuación.
Me asomé a la ventana de mi casa; era 25 de diciembre, pero recibí el impacto
de no ver los adornos de Navidad en ninguna de las otras casas del vecindario. Descalzo aún, caminé rápido pero
con cuidado, para no tropezar con los regalos que les habíamos dado a los niños
la noche anterior. ¡Qué raro! Juraría que por aquí habían quedado los juguetes
anoche. Así llegué a la sala, y mi sorpresa es que el arbolito había
desaparecido; tampoco estaban colgadas en las paredes ni en la chimenea,
las campanitas y las estrellas doradas que habíamos puesto a finales de
noviembre, después del cumpleaños de Mary, mi esposa, y que para nosotros, en
la familia, marca el inicio de la temporada navideña. La mesa del comedor
estaba vacía, y sin restos de la cena que habíamos celebrado la noche anterior.
¿Guardaría mi esposa el pan de jamón, las hallacas y las nueces? Allí
estaban el cuatro, las maracas y la guitarra, pero no estaba el himnario con
los himnos de Navidad que habíamos cantado… Me alegró ver mi Biblia sobre la
mesa del recibo. Me arreglé para salir a la calle. Todo lucía como un día
normal de trabajo, como cuando no es Navidad. Los adornos de las vitrinas
habían desaparecido y la gente se ocupaba de sus labores rutinarias. ¿Qué pasó?,
pero si hoy es Día de Navidad, pensé. Caminé hasta nuestro templo en donde estaba
mi oficina, pero no estaba allí, tampoco el templo católico ni el presbiteriano
que se encontraba en la otra esquina. Me dirigí al vendedor de periódicos, el
señor Pedro García, enseguida me reconoció, y me dijo, “¿cómo está señor
Francisco?” -¡qué raro!, pensé, si siempre me dice pastor-, “muy bien señor
Pedro”, le respondí. Enseguida él me dijo, “no me llamo Pedro”, perplejo, tuve
el valor de decirle: “¡Feliz Navidad!”, y como si fuera la primera vez que
escucha ese nombre, respondió rápidamente: “¿Navidad, qué es eso?”… Regresé
rápidamente a mi casa, pasé a mi biblioteca y comprobé con consternación que
todos mis libros cristianos habían desaparecido…
Sonó el timbre de la casa; era una
joven que lucía tan sombría como la solicitud que la trajo a mi puerta:
"Mi madre se está muriendo; por favor venga"… Tomé mi Biblia, que
tenía sobre la mesa del recibo, y salí con la entristecida hija a consolar a su
mamá. Llegamos a la casa de la moribunda; me senté al lado de la cama de
aquella mujer para alentarla con las palabras de JESÚS. Abrí mi Biblia, pero me
sorprendí que terminara en Malaquías, ¡no había Nuevo Testamento!, ¡no había
salvación!, ¡no había esperanza!, ¡no había paz! Lo único que pude hacer fue lo
que hacía rato quería: ¡llorar!. Uní mi llanto al de las mujeres en medio de
nuestra desesperación. Me sobrecogió la angustia de un mundo sin JESÚS. Porque:
¡JESÚS es la Navidad! ¡Un mundo sin Navidad es un mundo sin JESÚS! ¡Sin JESÚS
estamos en tinieblas porque Él y solo Él, es la Luz de mundo! ¡Un mundo sin
esperanza de un Señor y Salvador, un Dios personal! En eso, desperté. ¡Afortunadamente,
todo había sido una pesadilla! Aliviado y feliz desperté a todos en casa y con
mucho gozo empecé a decirles: “¡Feliz Navidad con JESÚS!” Seguidamente, les
dije a todos: “¡Ustedes no se pueden imaginar a un mundo sin Navidad!” Entonces,
entonamos el himno navideño:
¡Al
mundo paz, nació JESÚS,
Nació
ya nuestro Rey!
El
corazón ya tiene luz,
Y paz
Su santa grey,
Y paz
Su santa grey
Y paz,
y paz, Su santa grey.
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Hoy mi corazón tiene un cántico
nuevo por habernos enviado a tu Hijo, y por ello: ¡Hay gozo en la tierra y en
mi corazón! ¡El SEÑOR vino para estar a nuestro lado y en nosotros para
siempre! ¡Tu brazo es Todopoderoso para levantarnos y sostenernos en medio de
las tormentas de esta vida! ¡Qué cada corazón te prepare un lugar para dar a
conocer Tu Salvación a las naciones! Hoy disfruto tu triunfo, tu pasión es mi pasión. En el nombre de
JESÚS, amén.
Perla
de hoy:
Al celebrar a JESÚS en esta
Navidad proclamamos que Él es la única esperanza de la humanidad.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de
su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para
disfrutar?
¿Existe un mandamiento por
obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para
llevarlo conmigo?
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