Por Francisco Aular
faular
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Lectura devocional: Lucas
1:26-38
Entonces dijo María: —Mi alma glorifica al
Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Lucas 1:46,47 (RV60)
No sé en qué
estaría pensando, cuando escribí en las postales navideñas de aquel año:
“Felices Fiestas” en vez de “Feliz Navidad”. Vi a los fieles de nuestra iglesia
irse contentos al recibir cada uno la salutación. Pero un anciano de mucha
sabiduría y diácono de nuestra iglesia esperó a que todos se fueran, y me dijo
muy respetuosamente: “Pastor, dígame: ¿Felices Fiestas o Feliz Navidad?”… No
dijo más y se marchó. Me fui a la casa, y me di cuenta de mi error. ¡El hermano
tenía razón! ¡Como cristiano que soy lo que debo celebrar es a JESÚS, y esta no
debe ser una fiesta cualquiera!
¿Feliz
Navidad o Felices Fiestas? En verdad celebramos la Natividad del SEÑOR; Su
Nacimiento, o haciendo una contracción idiomática: Navidad. Los cristianos
entonces en estos días deberíamos tener “una
alegría tan grande y hermosa que no puede describirse con palabras”. Los
políticos en esta nación en que vivo y los comercios hace años adoptaron el
“Felices Fiestas”, según ellos, para no ofender a los judíos, a los mahometanos,
a los ateos, y en fin a todos aquellos que no celebran el Nacimiento de JESÚS.
El asunto es protocolar y persigue estar en buenas relaciones con todo el
mundo.
Sin embargo,
creo que una de las bendiciones de la libertad de cultos, es no censurar a
nadie por sus creencias religiosas o ateas, entonces, ¿por qué la autocensura
que nos hacemos los cristianos? Por ejemplo, me acerco a mi vecino mahometano y
le doy mi salutación navideña que dice “Feliz Navidad”. Mi vecino sabe que yo
lo respeto, pero que el cristianismo aunque sea algo nominal, ha sido la
religión mayoritaria de esta nación y del mundo occidental. Es posible que mi
vecino, al darle espalda, él tire mi tarjeta al basurero, pero no olvidará mi
gesto de acordarme de él y su familia en estas navidades.
Ahora bien,
no tengo ninguna razón para no decirle al mundo entero que amo a JESÚS, que Él
es mi Señor y Salvador. Ciertamente, JESÚS no dio una orden para que
celebráramos Su Nacimiento, pero tampoco nos dijo que no lo hiciéramos. Por lo
demás, tenemos ejemplos en los relatos de los Evangelios del gozo que sintieron
y proclamaron todos aquellos personajes y hechos de la historia de la primera
Navidad. Vemos el gozo de María, la Madre de JESÚS, al saber que estaba
embarazada: “Engrandece mi alma al Señor
y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” (Lucas 1:46-47,
RV60) Hubo gozo en el cielo y un ángel se les aparece a
los pastores y les anuncia las buenas nuevas el Nacimiento de JESÚS: “…he aquí os doy nuevas de gran gozo que
será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es CRISTO el Señor.” (Lucas 2: 10,11, RV60) Igualmente,
el cielo mismo envió un coro de voces formado por las huestes celestiales: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la
tierra paz, buena voluntad para con los hombres¡” (Lucas 2:14, RV60). Hubo
fenómenos milagrosos movidos por la omnipotencia divina, como la estrella que
guió a los sabios que vinieron del oriente: “Y
al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.” (Mateo 2:10,RV60). Esos sabios fueron guiados
durante meses para ir a Belén, llegaron y se postraron, llenos de gozo, delante
de JESÚS para ofrecerles sus regalos navideños: “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y
postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro,
incienso y mirra.” (Mateo 2:11
(RV60) Los pastores que llegaron primero, vieron a JESÚS
acostado en el pesebre, y no resistieron las ganas de salir a comunicar esta
noticia a los demás: “Y volvieron los
pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y
visto, como se les había dicho.” (Lucas
2:20 (RV60).
¡Qué noche maravillosa fue la noche en que nació
JESÚS! Aquel por el cual todas las cosas existen por el poder de su Palabra.
Vino en una preciosa noche y el alguna fecha hace más de 2000 años, según el
calendario humano por lo tanto, no es exacto. Pero en el tiempo de Dios, no
existen equivocaciones posibles, el mismo JESÚS lo dijo al inicial su
ministerio: “Después que Juan fue
encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,
diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado;
arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:14,15, RV60). ¡El tiempo de Dios, se
cumplió y se cumple en JESÚS! Sí, ciertamente Emanuel se encarnó,
y por eso es, “¡Dios con nosotros!”, y cuando nos arrepentimos de nuestros
pecados y confesamos que Él vino, murió y resucitó y ahora, es nuestro SEÑOR viviente.
¡Dios, vive en nosotros! Eso fue lo que celebró el cielo aquella primera
Navidad…! Este evento divino y único, también debemos celebrarlo en la tierra
por los seres humanos agradecidos por la gracia y la misericordia de Dios,
porque: “Aquel que es la Palabra
se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que
recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad.” (Juan
1:14, DHH). ¿Dónde estaban los teólogos que tenía Israel en aquella noche? En
alguna parte…Sin embargo, la gente sencilla pero sabia; esa gente de fe y que
cree en los milagros de Dios en la salvación del ser humano; esa gente piadosa
y de fe, amor y esperanza, estuvo allí; por ello, el ángel le dijo a María:
“Porque nada hay imposible para Dios.” (Lucas 1:37, RV60). María y José, y
todos los que llegaron para ver y conocer a JESÚS, creyeron y lo celebraron, en
aquella primera Navidad.
Ahora bien, si
a usted no lo anima la alegría de millones de personas en estos días; si no
disfruta de la música navideña que suena a todas horas en muchos lugares; si no
lo entusiasma el regalar por regalar –si puede hacerlo en medio de esta crisis-
sin esperar nada; si no le eleva el espíritu los ensayos de los programas de
las iglesias y de sus coros para lucir bien afinados para la gloria de JESÚS;
si no siente que su corazón en estos días se inclina hacia la familia y sus
valores; si en estos días su alegría humana lo lleva al desenfreno y no se
puede detener; si sus pies son incapaces de llevarlo hacia el bien, entonces,
mi amado: ¡Usted está muerto! Pero siento en mi alma, abrazarlo y con el amor
de JESÚS, quien es la Vida Eterna, contagiarlo con el gozo convertido en grito
que viene desde mi espíritu, atraviesa mi alma, y llega hasta mi garganta y
dice: ¡Feliz Navidad!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Hoy te alaba mi corazón postrado delante
de ti, porque en tu sabiduría perfecta nos enviaste a JESÚS en aquella Navidad
tan maravillosa. Tu diste a tu Hijo por nosotros y por eso ahora eres mi Padre
también. Ayúdame a proclamar al mundo entero la verdad de la Encarnación de tu
Hijo por nosotros. Y por eso, somos libres. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¡Feliz
Navidad! es un mensaje lleno de vida y esperanza cuando conoces a JESÚS.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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