Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Deuteronomio 18:9-14
Cuando entres en la tierra que te da el
Señor tu Dios, no imites las
costumbres abominables de esas naciones. Nadie entre los tuyos
deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación,
brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o
consultar a los muertos. Deuteronomio 18:9-11(NVI)
Los
acontecimientos de los últimos cincuenta años demuestran que la política, las
ideologías, las religiones, la cultura, el humanismo, la postmodernidad y aún el progreso científico y
tecnológico, no nos han conducido
a una clase de paraíso recobrado, por el contrario, estamos arrastrando la
consecuencias del paraíso perdido, en el cual, nuestros primeros padres, cambiaron
la verdad por la mentira, es decir, hicieron un mal negocio con Satanás, el
padre del engaño y la mentira; desde entonces, nacemos, vivimos, nos
reproducimos y morimos en su territorio. Desde esos comienzos de la humanidad,
los seres humanos están “muertos en sus delitos y pecados” (Efesios 2:1,2);
ciegos “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de
Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4); nuestro hermano Pablo
escribió a su discípulo lo siguiente: “que con mansedumbre corrija a los que se
oponen, por si quizás Dios les conceda que se arrepientan para conocer la
verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”
(2 Timoteo 2:26 RV60). Con razón la Biblia dice: “Sabemos que somos
de Dios, y que el resto de la gente en el mundo está dominada por el diablo” (1
Juan 5:19, La Biblia en lenguaje actual).
Tanto en el
Antiguo Testamento como en el Nuevo, Satanás, conjuntamente con sus
“principados” y “potestades” son presentados como realidades con dos
características principales: En primer lugar, como seres personales y
espirituales; y en segundo lugar, influyen en los acontecimientos de la tierra.
La pregunta que nos hacemos es ésta: todo esto de Satanás con sus potestades de
maldad y los poderes que se les ha dado es ¿mentira o realidad? Dios prohíbe
las prácticas del ocultismo con sus diferentes categorías: ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros,
servir de médium espiritista o consultar a los muertos. Si la Biblia,
prohíbe tales practicas es porque son realidades espirituales que están en
abierta competencia con las verdades divinas, y frente a ellas Dios nos pide
que tomemos una decisión: “Yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la
muerte y el mal (…) escoge, pues, para que vivas” (Deuteronomio 30:15, 19). A
los que prefieran seguir atados a los malos espíritus, a sistemas religiosos
inventados por el hombre, o ideologías inundadas de practicas ocultistas, les
dice: “Me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas
que no retienen agua” (Jeremías 2:13). La Biblia nos dice que el ser humano se
apartó de Dios, pero en Su plan eterno y por Su misericordia, el Señor lo busca
para salvarlo y sacarlo del río de la muerte y llevarlo al río de la vida.
¡Dios se ha propuesto hacer al ser humano parte de Su familia para que esté con
Él para siempre!: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino
conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19).
¡Dios en estos últimos tiempos y conforme a Su plan eterno tiene grandes
noticias para nosotros los seres humanos!
En efecto, JESÚS bajó del cielo a la tierra
para llevarnos a Dios. Nosotros no podíamos salvarnos de las garras de Satanás
y sus poderes. Pero debemos tener en cuenta esto: Ciertamente, Satanás es
poderoso; pero Dios es Todopoderoso. Sí, es verdad los poderes de la maldad son
grandes, y movieron a los gobernantes tantos políticos como religiosos para
llevar a JESÚS a la terrible muerte de la cruz; pero precisamente allí, en la
cruz, el Señor canceló la cuenta que nosotros los seres humanos no podíamos
pagar por nuestra salvación, y nos compró con Su preciosa sangre un lugar en el
cielo para nosotros: “Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos
todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente
por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa,
clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las
potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al
exhibirlos en su desfile triunfal” (Colosenses 2:13-15 NVI).
Oración:
Bendito
Padre Celestial:
En
esta hora te alabo por tu amor y misericordia, al darme el regalo de la vida
eterna, por el cual, el triunfo de tu amado Hijo en la cruz es mi triunfo y hoy
soy más que vencedor. Ahora, sé que el maligno no puede tocar sin tu permiso,
nada de lo que me has dado. Mi gratitud es en el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Aunque la existencia de poderes infernales es real, Dios
cambia cualquier ataque de ellos, en triunfo.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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