Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: 2 Corintios 1:3-11
Quien
nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que
de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que
sufren. 2 Corintios 1:4 (NVI)
Anthony de Mello en su libro ¿Quién puede hacer que amanezca?, nos
cuenta lo siguiente: "Una mujer que se hallaba muy afligida acudió al
Maestro en busca de consuelo. Él la escuchó pacientemente mientras ella se
desahogaba contando su historia de infortunios. Cuando la mujer acabó de
hablar, el Maestro dijo delicadamente: "Yo no puedo eliminar tus lágrimas,
querida. Lo único que puedo hacer es enseñarte a santificarlas".
Como personas sensibles y
solidarias siempre tratamos de hacer lo correcto en los momentos de crisis de
nuestro prójimo, sin embargo, ¿qué podemos hacer cuando una persona está
sufriendo terriblemente? –la muerte de un hijo es el mayor de los sufrimientos
que pueda padecer una persona-. Al intentar consolar a las personas que se
encuentran de duelo, aunque nuestras palabras sean bien intencionadas,
recurrimos a frases gastadas, como por ejemplo: "Él -o ella- está ahora en
un mejor lugar"; "Dios se lo llevó porque lo necesitaba"; y si
el que murió era un anciano, solemos decir: "por lo menos vivió una vida
completa"; en todo caso, todos los buenos intentos por consolar y de dar
una respuesta de por qué la persona murió, caen en el vacío. Creo que lo mejor que podemos hacer, es estar al lado del que ha sufrido
una pena, nuestra presencia nada más es un gran mensaje de consuelo que damos.
Todos los que conocimos a mi
siempre recordado hermano en Cristo y amigo, el doctor Luc Eustache, sabemos
que había desarrollado un sentido gregario y de amistad muy profundos, muchas
veces coincidimos donde alguna persona amiga de ambos estaba pasando por alguna
crisis de la vida. Una vez, nos encontramos en un cementerio para despedir a
otro eminente médico que había fallecido, nos acercamos a los dolientes, y dejé
que él expresara a los familiares el pésame, e hice lo que mi hermano de gran
experiencia hizo: Abrazaba bien fuerte a cada uno de los dolientes, y les decía:
"Estoy orando al Señor por ustedes; él nos consuela en todas las
tribulaciones". Como ya lo he dicho, el Dr. Eustache había llegado a la
conclusión de ser amigo siempre, y más, en todas las ocasiones importantes. Así
me lo encontraba también en bodas, en reuniones de graduación, en cumpleaños,
en el hospital, y como ya los dije en cementerios. Por cierto, esa manera de
ver la vida se las transmitió a sus hijos y nietos, así que cuando falleció mi
madre, Michell, su hijo mayor, estuvo a mi lado; cuando falleció mi suegro,
entre las personas que recuerdo en el cementerio, estaba el nieto del Dr.
Eustache, el joven Michel Eugenio, él se me acercó, me abrazó y me dijo:
"Pastor, estoy representando a mi familia y especialmente a mi
abuelo"… ¡Verdaderamente fui consolado!
Oración:
Señor
Todopoderoso:
Gracias
por dar tu consuelo al corazón afligido. He pasado varias veces por tribulaciones,
pero he sentido tu cercanía de manera muy real. Puedo decir que gracias a Ti,
la presencia y el afecto de mis seres queridos y de los amigos, median, te los
gestos de amor y cuidado vinieron a compartir mi pena y angustia. Tú me has
consolado por Tu Palabra: "Porque tendrás al SEÑOR por luz eterna, y se
habrán acabado los días de tu luto. Isaías 60:20b
(LBLA). Igualmente, me has consolado
por las oraciones de mis amados hermanos; así estoy listo para consolar también
a otros. ¡Alabado sea Tu nombre por todo ello! En el nombre de JESÚS.
Amén.
Perla de hoy:
Nunca
se nos debe olvidar que el ocaso de un país es el amanecer en otro.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio
de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe una lección por
aprender?
¿Existe una bendición para
disfrutar?
¿Existe un mandamiento por
obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento
para llevarlo conmigo?
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