Francisco Aular
Lectura devocional: Romanos 16:1-16
Y que la paz
que viene de Cristo gobierne en sus corazones. Pues, como miembros de un mismo
cuerpo, ustedes son llamados a vivir en paz. Y sean siempre agradecidos.
Colosenses 3:15 (NTV)
¡Hoy seré agradecido!
Soy el milagro
de Dios y por eso existo. No soy un accidente en este mundo. Soy fruto del
cuidado providencial y de la acción soberana del Padre eterno sobre el
universo, y estuve en su mente: “antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4).
En su gracia, El Padre me proveyó un nombre en la tierra y otro en la gloria.
¡Hoy seré agradecido!
Frente a mí
están todas las posibilidades, porque soy un ser finito con posibilidades
infinitas. Hoy me siento con energías suficientes y todo mi ser reclama el
sendero que todavía debo andar; he escogido el camino de la gratitud.
¡Hoy seré
agradecido!
Lo seré con
aquellos que ya no están, y, que durante miles de años, muchísimos hombres y
mujeres invirtieron sus esfuerzos y vidas para descubrir y desarrollar los
adelantos y las ventajas que ellos no tuvieron, pero que gracias a ellos poseo.
Mi gratitud me lleva a recorrer los nombres y recordar a algunos de ellos,
verdaderos benefactores de la humanidad, investigadores, astrónomos, físicos,
químicos, médicos y otros profesionales, esos, que con desinterés y altruismo a
prueba, dedicaron sus vidas a escudriñar en sus laboratorios hasta encontrar la
respuesta a la enfermedad, al sufrimiento, y mitigar el dolor que como seres
humanos enfrentaremos siempre. Desde muy niño, les debo mi existencia, y nunca
me alcanzará toda esta vida para agradecérselos.
¡Hoy seré agradecido!
Estoy en deuda
con los autores humanos, pero, inspirados por Dios, auxiliados por el Espíritu
Santo, los cuales escribieron la Santa Biblia, la Palabra de Dios. Esta Palabra
viviente ha sido mi perfecto tesoro de sabiduría divina, y una fuente
inagotable para la sabiduría humana; no pido perdón por hacer de la Biblia mi
brújula perfecta para guiarme el resto de mi vida, la creo de pasta a pasta,
inerrante y soberana, hasta llegar hasta donde esta Palabra nos promete, “un
cielo nuevo y una tierra nueva”.
¡Hoy seré agradecido!
Sigo en deuda
con aquellos que trabajaron para mí al escribir las páginas de las grandes
obras literarias de cuyas fuentes he bebido desde que aprendí a leer. La
lectura no es virtud, sin embargo, forma parte de las cualidades para
adquirirla; leer es la fuerza de vivir la belleza que toca mi visión y las
puertas de mi corazón para
ennoblecerlo; es el secreto que tiene mi alma para sonar como la lira,
nada más que con el contacto del escrito; leer es dejarse iluminar y despertar
los ojos del espíritu como despertaron sus autores al abrir el entendimiento,
convencer la razón y conmover los sentimientos más recónditos del ávido lector.
Razón tenía la sabiduría judía cuando enseñó: “convierte a tus libros en
amigos”, y el proverbista cuando aconsejó: “Dirige a tus hijos por el camino
correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán.” (Proverbio 22:6; NTV).
¡Hoy seré agradecido!
¿Cómo puedo
agradecer a aquellos que sembraron árboles bajo cuyas sombras me deleito y
cuyos frutos me sostienen? La mejor forma de pagar mi deuda con ellos será
plantar hoy la semilla de un árbol cuyo fruto no alcanzaré a comer, pero con la
esperanza de que un día -cuando ya nadie se acuerde de mí, las aves hagan nidos
en sus ramas y los seres humanos se deleiten con sus frutos como yo lo hice con
aquellos que no sembré, pero cuyos frutos he gustado desde mi juventud.
¡Hoy seré agradecido!
Lo seré con los
ancianos y con los jóvenes, porque: “La gloria de los jóvenes es su fuerza, y
la hermosura de los ancianos es su vejez” (Proverbios 20:29; RV60). Los
ancianos se tornaron en mis guías con sus ejemplos y consejos cuando yo era un
joven con la pasión de renovarme y por el anhelo de emprender obras dignas, por
los sueños de ser útil y no venir a este mundo solamente para ocupar un lugar;
tuve que tomar la decisión de no quedarme plantado en donde me sembraron, sino
salir, como Abraham, a buscar mi propia tierra prometida; mis pies reclamaron
el éxodo, el cruce del Mar Rojo y el desierto; debo decir que por gratitud a todas
las vidas que en mi andar me han tocado y he tocado, soy un optimista a tiempo
completo. No necesité haber nacido en una cuna de oro, ni rodeado de
privilegios. Mi triunfo ha dependido de mi actitud frente a la vida, el haber
nacido en una choza, no ha impedido que haya tenido el privilegio y la sed
inagotables de aprender y compartir lo aprendido; en mi andar, resolví elevarme
sobre mis imposibilidades con empeño y nobleza, y sacar lo mejor de mí, sin
competir con nadie. Por ello, como Job, si hoy perdiera las pocas cosas que
poseo, diría como él: “Desnudo salí
del vientre de mi madre y desnudo estaré cuando me vaya. El Señor me dio lo que
tenía y el Señor me lo ha quitado. ¡Alabado sea el nombre del Señor!” (Job
1:21; NTV).
¡Hoy seré agradecido!
Ahora bien, ¿cómo
puedo mostrar mi aprecio por aquellos que han estado a mi lado y ya no están? El
Apóstol, en su brillante carta a los Romanos nos da una gran lección. Pablo se
tomó el tiempo y puso los nombres de por los menos 25 personas que lo habían
ayudado en su apostolado en aquella ciudad. En mi niñez espiritual, yo decía al
ver tantos nombres que aparecen en la Biblia, tanto en el Antiguo como el Nuevo
Testamento: “¿Qué querrá decirnos Dios con esto?” Hoy valoro esas listas de
nombres porque para Dios todo somos importantes, y su mente, están su nombre y
el mío: ¡Nadie sustituye a otro! Por todo esto, lo repito:
¡Hoy seré agradecido!
Oración:
Padre eterno:
¡Te creo Señor cuando dices que me amas y tienes un plan maravilloso
para mi vida! ¿Cómo no he de creerte cuando me has dado fe, esperanza y amor?
Por todo esto estoy agradecido y seré esternamente agradecido. En el nombre de
JESÚS. Amén.
Perla
de hoy:
Ser agradecido es simplemente descubrir la
belleza de vivir en paz.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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