Francisco Aular
Anímense unos a
otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con
el corazón. Efesios 5:19 NVI)
Las palabras iglesia, familia u hogar
se usan indistintamente en los escritos paulinos para describir lugares y personas; en cuanto a lugar, lo
define como espacio donde los cristianos nacidos de nuevo pueden lograr el
máximo de su potencialidad espiritual, emocional y física; y en cuanto a
personas, por la interacción que se da entre esos cristianos nacidos de
nuevo. Me parece que el versículo de hoy
lo podemos usar para describir el ambiente que debe reinar en un hogar
cristiano. Cuando digo hogar, quiero resaltar mil recuerdos preciosos que
seguro vienen a nuestras mentes; posiblemente recordamos al padre y a la madre
y sus conductas piadosas, esos padres verdaderamente guiados por principios
bíblicos, y que principalmente los domingos, hacían ajustes para llegar
temprano al servicio de la iglesia. Entonces, veíamos a papá prepararnos el
desayuno para ayudar a mamá que nos vestía, porque, que luciéramos bien era
para ella un deleite. Luego, compartíamos el desayuno, en donde el papá
mostraba siempre que la cocina no le era un lugar extraño. Al estar listos,
orábamos antes de salir de casa, hacíamos todo por llegar de primeros, porque
la puntualidad era algo que no se discutía como valor, sino que se practicaba.
Ese tiempo en la iglesia con los amiguitos, los maestros de la clase bíblica, los
cantos de toda la congregación, y el mensaje de la Palabra de Dios, expuesta
por el pastor con claridad y vehemencia son inolvidables, ¡diéramos cualquier
cosa por volver a la vieja capilla y disfrutarlos otra vez! Después del
servicio, compartir con aquella gente tan especial que habíamos adoptado como
nuestra propia familia. ¡Ir a la iglesia era algo tan hermoso que asistíamos
por la mañana y por la noche!
Tal vez, al decir hogar, vienen a
nuestra mente la música cristiana que resonaba en toda la casa, y los recuerdos
de los viajes largos con papá y mamá cantando y nosotros haciendo coro en el
asiento trasero. A lo mejor, también viene a nuestra mente y corazón, el
respeto que principalmente, nuestro padre mostraba hacia mamá y a sus
familiares, a lo cual, mamá respondía igualmente con los familiares de papá.
Allí, en el hogar, la Biblia no era un libro de adorno, ni para llevarlo debajo
del brazo a la iglesia, nada más. No. La Biblia se leía diariamente, y papá,
principalmente, dirigía la oración.
Los valores sembrados por la Palabra de
Dios y cultivados por nuestros padres, son todavía norma y guía. Niños al fin,
a veces nos poníamos rebeldes, y peleábamos entre nosotros, pero la disciplina
bien aplicada por nuestros padres, nos enseñaron a pedir perdón y a perdonar.
Pues bien, así pasamos por diferentes etapas, pero allí estaba el dulce hogar,
la casa, nuestra familia que era una “iglesia en miniatura”, y la iglesia “la
familia grande”, ambas, siempre estaban listas para ayudarnos a ser hombres y
mujeres de bien. De esta manera,
nuestros padres cumplieron; hoy es nuestra responsabilidad servir de
puente y hacer que esta herencia pase a la próxima generación. En realidad,
muchos años han pasado, y quizás, papá y mamá ya se fueron, pero al mirar esos
días lejanos de nuestra niñez, adolescencia y juventud, damos gracias a Dios
por la herencia cristiana que nos dejaron. ¡Eso es un hogar!
Oración:
Padre eterno:
¡Cuán breve es nuestro paso
por esta vida! Ayúdame a ser una bendición en mi hogar, en mi familia y en mi
iglesia e influir positivamente en su ambiente. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Haz que tu hogar sea un castillo, y que la comida
más simple sea digna de reyes.
Interacción:
¿Qué me
dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento a obedecer?
¿Existe
un pecado a evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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