Francisco
Aular
Lectura
devocional Juan 1:1-18
Y el Verbo
se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su
gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia
y de verdad. Juan 1:14 (NVI)
“¿Cómo hago para que no
muera?” Era la pregunta que estaba en mi mente cuando en una hermosa mañana de
otoño, descubrí sentando en mi auto en el espejo retrovisor, el magnifico
trabajo que una araña había hecho durante toda la noche, había tejido una red
alrededor de todo el espejo, de tal manera que impedía que yo pudiera ver. Allí
estaba la araña orgullosa de su obra. Yo no quería matarla ni destruir su
excelente obra de ingeniería. En esas divagaciones que nos vienen a la mente en
situaciones como aquellas, me preguntaba: ¿qué tal si le hablara le advertiría
que se vaya o muere? Nada. Sólo había una manera para salvarla: volverme una araña…,
y una vez realizada esa metamorfosis, le advertirla del inminente peligro en
que se encontraba.
En efecto, eso es lo que Dios hizo por el ser
humano, adoptó nuestro cuerpo, y habitó entre nosotros, JESÚS mismo definió el
propósito de su encarnación: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar
lo que se había perdido”. (Lucas 19:10). De esta manera, el acontecimiento por
excelencia de la Navidad es la encarnación del Verbo, de la Palabra, la
humanización temporal de la Segunda Persona de la Trinidad: JESÚS. A causa
nuestra, por nuestro bien, asume forma humana y hecho a semejanza de hombre
entre los hombres. Toda esta humillación –no cabe otra palabra- la sufrió
JESÚS, la Palabra de Dios por nosotros. Juan mismo lo pone en un versículo que
es todo el evangelio en miniatura: “Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16 RV60). Pues
bien, ¿Quién es JESÚS?: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de
toda creación, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el
cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados
o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él.” (Colosenses
1:15-16 NVI).
Igualmente, tenemos en la
Biblia dos textos que arrojan mucha luz, sobre la Encarnación de Dios en
JESÚS Uno de ellos fue escrito por
Juan el discípulo. Dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios,
y el Verbo era Dios…Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y
vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre) lleno de gracia y de
verdad. (Juan 1:1,14 RV60). El segundo texto salió de la pluma del apóstol
Pablo: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de
mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4 RV60)
No se puede decir en menos
palabras en que consiste el misterio de la Encarnación. El Verbo, la Palabra de
Dios, no abandona el seno del Padre, Su esencia divina lo impide, pero en el
tiempo de Dios vive personalmente en el mundo. Dios se da a conocer a los seres
humanos a través de la Palabra, del Verbo, Su Hijo. Y en la Palabra, en el
Verbo, los seres humanos ven a Dios a lo largo de treinta y tres años. ¡JESÚS,
es el Centro del Plan de Dios, en el cual todo le ha sido dado a Él como
Heredero de Su casa! Y al humanarse, vivir, sufrir y morir, pagó el precio de
nuestro Rescate, ahora Él es el Regalo de la Vida Eterna, que hace posible
hacernos miembros de la familia de Dios: “Así que como somos sus hijos,
también somos sus herederos. De hecho, somos herederos junto con Cristo de la
gloria de Dios; pero si vamos a participar de su gloria, también debemos
participar de su sufrimiento.” (Romanos 8:17 NTV).
Pues bien, en el relato que hice al inicio de la araña, en aquella
mañana, el animalito murió con su obra porque yo no pudo hacer nada por ella;
pero nosotros no tenemos que morir en nuestros pecados, porque JESÚS, vino para
llevarnos a Dios, vino para darnos vida a través de Su muerte: “Cristo sufrió
por nuestros pecados una sola vez y para siempre. Él nunca pecó, en
cambio, murió por los pecadores para llevarlos a salvo con Dios. Sufrió la
muerte física, pero volvió a la vida en el Espíritu.” (1 Pedro 3:18 NTV).
De esta manera, en aquella noche en Belén, en un
humilde establo, la Segunda Persona de la Trinidad, para decirlo literalmente
en griego: “Puso su tienda de campaña entre nosotros”, y así: El Verbo, la
Palabra…, en Navidad: ¡se hizo hombre!
Oración:
Padre
eterno:
En
estos días de Navidad, no quiero perderme la celebración llena de gratitud por
tu Encarnación, por poner tu tienda de campaña al lado de la nuestra. Ayúdame a
predicar el verdadero significado de estos días en tu propósito eterno. En el
Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Navidad es tiempo de renovar nuestro amor
por JESÚS, y celebrarlo para siempre.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
algúna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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