Lectura devocional: Filipenses 2.1-11
Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor
a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos. 2 Corintios
8:9 (RV60)
Nació rico,
creció con sirvientes y afamados maestros que le enseñaron; viajó siendo muy
joven a la madre patria, España. Se enroló dentro del movimiento revolucionario
al lado de muchos hombres que hoy día son admirados como libertadores de sus
países de origen. En aquellos días, en Inglaterra, conoció a dos hombres que lo
iban a ayudar a sacar de las oscuridad a sus conciudadanos, a través de la
alfabetización y la educación, se llamaban Josepth Lancaster, pedagogo
anglicano y Diego Thomson pastor bautista, el libro de texto de la pedagogía
lancasteriana, era la Biblia.
Pues bien,
nuestro héroe se llamaba Simón Bolívar, y precisamente, en estos días
conmemoramos 187 años de su muerte, pero su pensamiento, hoy está más vigente
que nunca y se los disputan afamados historiadores y movimientos políticos,
desde la derecha a la izquierda. Sus estatuas, plazas y pueblos que llevan su
nombre, las podemos encontrar en muchas naciones del mundo. Aquel hombre que
nació de cuna millonaria, murió pobre y abandonado por los suyos a los cuales
les heredó, lo más grande que se puede concebir para los pueblos: La libertad.
Ahora bien, Simón Bolívar, pertenece a esa clase de seres humanos, signados por
Dios mismo para la grandeza de darse a los demás, es decir, hacerse pobres,
siendo ricos.
Se dice del
libertador Simón Bolívar que la Biblia, era su libro preferido, especialmente los
Proverbios; JESÚS fue una inspiración constante para el libertador venezolano.
En una recepción que se le hizo en Ecuador, expresó su admiración por el Hijo
de Dios, al decir: “Jesús, fue la luz de la tierra, no quiso dignidades ni
coronas en el mundo. Él llamaba a los hombres hermanos, les enseñó la igualdad,
les predicó las virtudes civiles más republicanas y les mandó a ser libres
porque los amonestó que debían de ser perfectos. No hay perfección en la
servidumbre, ni moral en el letargo de las facultades de la humanidad.” (Simón
Bolívar. Proclamas y discursos).Pues
bien, Simón Bolívar es uno de los pocos seres humanos, que siendo rico, se hizo
pobre, y con su pobreza contribuyó a la riqueza de la libertad de los pueblos.
¡Eso ya es grande para un grande!
Ciertamente,
los libertadores humanos no pueden ir más allá de la libertad temporal para
este mundo, pero libertad plena y espiritual que ocurre desde el aquí hasta el
más allá, es otra cosa. En efecto, la verdadera libertad es llegar y traspasar
el umbral de la eternidad y confiar para nuestra salvación y libertad eternos,
únicamente, en la Persona maravillosa de JESÚS, porque Él y sólo Él, es la Vida
eterna, como lo afirmo: “Yo soy
el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan
14:6).Tan asombrosa afirmación, la anuncia una y otra vez: “Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les
dijo:—Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos;
y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.” (Juan 8:31,32 NTV).
Ahora bien, JESÚS, antes de venir a la
tierra era inmensamente rico, pero no solamente en el sentido humano limitado y
temporal, sino en el sentido absoluto de Su divinidad. A pocas horas antes de
ir a la Cruz, JESÚS oró: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con
aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.” (Juan 17:5 RV60)
¿Dónde estaba JESÚS, antes de venir en aquella primera Navidad? Ese lugar
nosotros lo escribimos con cinco letras: Cielo. Pero lo describimos, como el
lugar en donde JESÚS, era el Hijo del Rey, y disfrutaba todas las bendiciones
que se encontraba a su paso cuando paseaba en carrozas por las bellezas
inefables del cielo, los arcángeles, serafines y ángeles con sus vestiduras blancas,
se quitaban sus coronas de oro para lanzarlas a su Príncipe; los habitantes de
aquel lugar se asomaban haciendo un coro y entonando alabanzas, ninguno de
ellos tiene arrugas en su frente, ni nunca han padecido de sufrimientos y mucho
menos la muerte; allí todo es gozo, santidad y alabanzas, no existe la envidia,
ni el rencor, todos se sienten iguales entres sus iguales; allí todo los
jardines y frutas dan sus olores naturales porque la primavera y el verano, son
eternos. ¡Todo allí es gozo y alegría inmensa porque el Príncipe es rico en
poder!, Su voluntad es ley, y millones de seres angelicales dispuestos y
disponibles eternamente para obedecerle. JESÚS era rico en posesiones porque
todos los edificios eternos que brillan con el oro y piedras preciosas de que
están hechos, son de Él; el Rey mismo le prometió: “Pídeme, y te daré por
herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra.” (Salmo
2:8); JESÚS, era rico en amor y misericordia, y por eso, cuando en el cielo se
escuchó el primer “ay” por la caída del ser humano en pecado que le aleja del
Paraíso, el mismo JESÚS, Príncipe del cielo, tenía todo el derecho al ser igual
a Dios, aferrarse y dejar condenado para siempre al ser humano al dominio y
esclavitud de Satanás, quien había sido desechado y arrastrar con él a la
condenación eterna al ser humano pecador.
Sin embargo, JESÚS quien era Espíritu, y
por lo tanto, no tenía un cuerpo humano, se ofreció como nuestro Redentor y
venir a nuestro rescate: “Por eso, al entrar en
el mundo, Cristo dijo: “A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas;
en su lugar, me preparaste un cuerpo; no te agradaron ni holocaustos
ni sacrificios por el pecado. Por eso dije: “Aquí me tienes —como el libro dice de mí—. He venido, oh Dios, a hacer tu voluntad.” (Hebreos 10:5,6 NVI).
Por eso, en Navidad al igual que en el
Calvario, la voluntad de Dios fue hecha, y ahora, tenemos el derecho de ser
llamados “hijos de Dios”, si aceptamos el Regalo de la Vida eterna, a través de
Aquel que “se hizo pobre, siendo rico”…¡Feliz Navidad!
Oración:
Padre Todopoderoso:
¡Bendito y alabado para
siempre siempre eres! Tu Hijo se ofreció voluntariamente para venir a nuestro
rescate, y sé que todo eso estaba en tu plan eterno para nuestra salvación.
Ayúdame a vivir y anunciar en estos días, la verdadera razón de lo que
celebramos. En el nombre de JESÚS. Amén.
Dios vino del cielo a
morar con nosotros en una Navidad para que nosotros vayamos a morar con Él la
eternidad.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy
por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa
a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección
por aprender?
¿Existe alguna
bendición para disfrutar?
¿Existe algún
mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a
evitar
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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