Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 102:1-7
Estoy tan triste y solitario como un buitre en el
desierto, como un búho entre las ruinas, como un gorrión sobre el tejado.
¡Hasta he perdido el sueño! Salmo 102: 6,7 (La
Biblia en lenguaje actual)
El
ser humano es verdaderamente un ser necesitado de compañía desde que nace hasta
que sale de este mundo. Es como un inválido que necesita unas muletas para
caminar; unos brazos que lo transporten y unas palabras que le repita que lo
aman. Más aún, una vez salido del vientre materno, el ser humano es el
individuo más desvalido de la creación: todo lo tiene que aprender, no en
virtud de una habilidad instintiva como los animales, sino que son los otros
seres humanos lo que con toda paciencia lo tienen que enseñar, primero a andar,
luego a hablar, más tarde a pensar, a educarse. Al fin, tiene que aprender a
vivir en compañía de los demás, y en esto, enfrentar etapas de riesgos e
incertidumbre.
Como
consecuencia, el ser humano tiene que aprender a vivir una gozosa unidad vital
con los demás que comparten su espacio, su entorno y con él mismo. Toma
conciencia de su cuerpo que le permite estar en contacto físico con el resto de
la creación por medio de sus sentidos: la vista, el oído, el tacto, el olfato y
el gusto; percibe a través de su alma: la mente, la voluntad y las emociones su
mundo psicológico; y mediante su espíritu aprende a conocer y a experimentar a
Dios a través de la conciencia, la intuición y la adoración.
Por
consiguiente, el enfrentar la soledad es un desafío contra su manera de ser
normal. Esa soledad puede volverse, una experiencia de tremendo impacto en el
ser solitario. Entonces, pueda adoptar el camino del desánimo, y exclamar como
el salmista, lejos de los suyos y de su patria: “Estoy
tan triste y solitario como un buitre en el desierto, como un búho entre las
ruinas, como un gorrión sobre el tejado. ¡Hasta he perdido el sueño!” (Salmo
102: 6,7 La Biblia en lenguaje actual) Así la soledad tiene dos caras. Podemos
sufrir por causa de ella. Y, también podemos experimentarla como un ejercicio
que nos llene de vitalidad espiritual, como lo hacía JESÚS: “En la madrugada, Jesús se levantó y fue a un lugar solitario para orar”
(Marcos 1:35 LBLA) En esta manera podemos vivir la soledad, positivamente: como
un espacio interior que nos permite estar en contacto con nosotros mismos y con
Dios. Porque digámoslo sinceramente, uno puede sentirse solo aunque esté
rodeado de mucha gente. Pero algunas veces es mejor apartarse de la gente para
buscar y experimentar la compañía de Dios, y de nosotros mismos. De cuando en
cuando un período largo en la compañía de Dios, nada más, es una ayuda
refrescante en un mundo materializado.
Pues bien, ¿cómo
podemos disfrutar la soledad? Alguien dijo: “Quién se siente solo, cuando está
solo, se encuentra en mala compañía” Esto quiere decir que la persona no puede
ni aguantarse a sí mismo. Solamente, puedo soportar bien la soledad cuando me
siento bien conmigo mismo. Pero mientras siga subestimándome como no merecedor
de la compañía de los demás, ni de mí mismo, la soledad es un suplicio. Nunca
nos sentimos a gusto con una persona a la cual juzgamos y criticamos, y tal
vez, menospreciamos. Pero al aceptarme a mí mismo, el amar a los demás y el
agarrarme de las promesas bíblicas de la eterna compañía de Dios, experimento y
disfruto de la libertad de la soledad: “Sean
fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará;
nunca los dejará ni los abandonará” (Deuteronomio
31:6 NVI)… “Aunque ande en valle de
sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu
cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4 RV60) En otras palabras, vivir así,
aunque estemos solos, estamos más allá de la soledad.
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
En esta hora Te alabo por cada
uno de los beneficios de tu eterna compañía. Has prometido que estarás con
nosotros todos los días hasta el fin del mundo y eso me desafía a vivir los
momentos de soledad para tu honra y gloria. Ayúdame a ser buena compañía a los
demás y a mí mismo, en el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Si Dios es lo
único que nos queda en esta vida Su compañía es suficiente.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento
para llevarlo conmigo?
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