Francisco
Aular
Lectura
devocional: Mateo 8:57-62
Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus
muertos. Mateo 8:22 (RV60)
Ser discípulos de JESÚS es uno de los grandes privilegios que se
le presenta al ser humano; pero todo honor demanda responsabilidad, y ese es el
caso de los seguidores de JESÚS. En aquellos tiempos, los niños estudiaban en
las escuelas rabínicas hasta los 13 años, desde allí, dependía de que un rabino
decidiera quedarse con sus mejores candidatos y hacerlos sus discípulos. Este
grupo discipular del rabino seguía al rabino por dondequiera que éste iba,
comían lo que él comía, y hacían lo que él hacía, viajaban continuamente
haciendo los ejercicios espirituales que su mentor hacía, y así por muchos
años. Llegaba el tiempo en que uno de aquellos discípulos continuaría la labor
encomendada por su rabino. De aquellos hombres dependía que la religión judía
siguiera avanzando con todos sus ritos y prácticas ya milenarias en un mundo
cambiante. Aquellos que eran rechazados escogían un oficio como pastores de
ovejas, carpinteros o pescadores.
Uno se asombra al ver que JESÚS, escogió a sus discípulos, de los
rechazados por el sistema educativo de su tiempo para desafiarlos a ser sus
apóstoles. En efecto, hombres como Simón, Andrés, Jacobo y Juan, el círculo
íntimo del Señor, eran hombres comunes; sin duda muy buenos en el oficio que
habían escogido de ser pescadores, hombres de mar, curtidos por el sol y las
tempestades, con un trabajo duro y de poco relieve social, comparado con la
carrera hacia el “rabinato” local. ¡Cómo se asombrarían! Cuando oían de un tal
JESÚS y que sus enseñanzas traían trastornados a sus antiguos mentores los
rabinos. Ciertamente, ellos habían conocido a Juan el Bautista, y algunos lo
seguían, pero un día vieron a JESÚS y escucharon la declaración de Juan el
Bautista: “…He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan
1:29 RV60). Desde aquel momento siguieron a JESÚS, y paso a paso el Señor fue
buscando a sus discípulos; a los cuáles los escogió y les dijo a cada uno de
ellos: ¡Sígueme!, y ellos obedientemente, lo siguieron. ¡Qué honor! Y así,
aquellos pescadores ordinarios, sin renombre que habían sido rechazados como
discípulos por el rabino local, se convirtieron, nada más y nada menos en
discípulos del Rabino Supremo.
Pues bien, la verdad es que el discipulado es un riesgo porque se
trata de trabajar con seres humanos imperfectos y confiarles a ellos, la misión
más extraordinaria del plan de Dios en esta tierra: hacer que aquellos que
están muertos y enterrando a los otros muertos, por el nuevo nacimiento por la
fe en JESÚS, lleguen a poseer la vida eterna: “Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
(Juan 17:3 RV60)
Hoy JESÚS nos ofrece el mismo honor a ti y a mí; eso sí tengámoslo
bien claro, con humildad hagamos nuestras las palabras paulinas: “Recuerden lo
que ustedes eran cuando Dios los eligió. De acuerdo a la gente, muy pocos de
ustedes eran sabios, y muy pocos de ustedes ocupaban puestos de poder o
pertenecían a familias importantes. Y aunque la gente de este mundo piensa que
ustedes son tontos y no tienen importancia, Dios los eligió para que los que se
creen sabios entiendan que no saben nada. Dios eligió a los que, desde el punto
de vista humano, son débiles, despreciables y de poca importancia, para que los
que se creen muy importantes se den cuenta de que en realidad no lo son. Así,
Dios ha demostrado que, en realidad, esa gente no vale nada. Por
eso ante Dios nadie tiene de qué sentirse orgulloso.” (1 Corintios 1:26-29 La
Biblia en lenguaje actual) Por eso, ¡Arriésgate a seguir a JESÚS!
Oración:
Amado Padre celestial:
Te alabo oh Dios del cielo por
haberme llamado a un ministerio tan grande; convertirme de la muerte a la vida
por medio de tu Hijo; ser declarado tu hijo, y luego al “tenerme por fiel”, y
ponerme como un soldado de tu reino en la tierra. ¡Ayúdame a culminar mi
carrera con gozo! En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Para cumplir con el propósito para
el cual naciste en este mundo; escucha a JESÚS, y síguelo.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
alguna lección por aprender?
¿Existe
alguna bendición para disfrutar?
¿Existe
algún mandamiento por obedecer?
¿Existe
algún pecado por evitar?
¿Existe
algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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