Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Lucas 15:1-32
Así os digo que hay gozo delante de los ángeles
de Dios por un pecador que se arrepiente (…) no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Lucas 15:10; 2 Pedro 3:9 (RV60)
¿Cúanto vale un alma?, era el título inicial para este devocional, pero
no quise fraccionar de esa manera al ser humano. Es un hecho que el Señor nos
salva completo: espíritu, alma y cuerpo (1 Tesalonicences 5:23), de manera que
estoy pensando en el ser humano de manera integral. ¿Cuánto vale un ser humano,
delante de Dios? El gran evangelista D.L Moody (1837-1899), lo expresó de esta
manera:
“Yo creo que si un ángel tuviera que volar desde la tierra hasta el
cielo para decir que hay un muchacho pobre, andrajoso, sin padre ni madre, sin
nadie que cuidara de él y le enseñara la manera de vivir, y si Dios tuviera que
preguntar quién entre ellos estaría dispuesto a venir a esta tierra y vivir por
cincuenta años y llevar a aquel muchacho a Jesucristo, cada ángel del cielo
estaría dispuesto a ser voluntario. Aun el ángel Gabriel, quien permanece en la
presencia del Todopoderoso, diría: “Déjame abandonar mi elevada y eminente
posición, y déjame tener el privilegio de conducir un alma a Jesucristo; no hay
honor mayor que el de ser un instrumento en las manos de Dios para rescatar a
una persona del reino de Satanás y llevarla a la gloriosa luz del cielo”.
¡Perdónenme, pero estoy comovido! Pienso, honradamente, que yo soy aquel
muchacho del relato de Moody, pero Dios, envió no a uno, sino a varios
mensajeros, que me hablaron del amor de Dios, me tomaron de la mano y me
llevaron a JESÚS. ¡Gracias mis amados por ser fieles en darme el Mensaje!
¿Cuánto vale un alma? Veamos que nos dice el Señor: “¿Y qué
beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más
que tu alma?” (Marcos 8:36,37). Aquí vemos dos asuntos importantes, la
trascendencia del alma, aunque repito, Dios salva al ser humano entero, es el
alma, como ente responsable, la que pasará a la eternidad futura. Es el mismo
JESÚS quien le pone precio, y nos afirma que, nada vale más que un alma. Otro
aspecto de esta enseñanza es que esa alma, ¡podemos salvarla o perderla! Y esa
decisión debemos tomarla mientras vivimos en este cuerpo. ¡Nadie va a estar en
el cielo obligado!
Mucho me temo
que hoy en día estamos poniendo exagerado interés en las multitudes en vez de
en las personas como individuos. No me debe emocionar tanto, tener una
multitud, ¡sin saber la calidad individual de sus integrantes! Desde luego,
existe espacio para las multitudes en el Reino de Dios, pero, nuestra pasión
evangelizadora tendrá que reflejar el deber prioritario de traer a las personas
a Cristo, uno por uno, esos con quienes nos relacionamos diariamente.
En la Santa
Palabra de Dios, la Biblia, las personas que aparecen allí, nombre por nombre
son siempre importantes en cada capítulo. ¡Todavía Dios anda en la búsqueda de
seres humanos cuyas almas están alejadas de Él, perdidas de su Reino! ¡El Dios
de la historia la hará con cada uno de ellos en esta generación! Es nuestra
responsabilidad, en esta hora, hacer todo el esfuerzo que nos sea posible y
pagar el precio que se nos pida, sea donde sea que Dios nos envíe, sí, ¡debemos
ir a buscar a esa persona! Como lo dice el capítulo 15 de Lucas -todo ese
inmenso capítulo me conmueve cada vez que lo leo, y me calienta el corazón de
nuevo por el valor de un individuo para Dios-, la oveja perdida (1-7), la
moneda perdida (8-10), y el hijo perdido (11-32), esos tres cuadros son la
parábola de las valiosas posesiones perdidas y encontradas en relación a Dios.
El pastor que
busca a la oveja perdida, no descansa hasta encontrarla y traerla a su redil, y
dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado a mi oveja que se había perdido”
(v. 6), la mujer que pierde el dracma, busca la moneda, no descansa hasta
encontrarla, reúne a sus amigas y dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado
la dracma que había perdido” (v. 9), pero la parábola termina con la escena más
hermosa de toda la literatura que hace referencia al amor filial; ¿qué dolor
puede compararse al del hijo que se nos va del hogar echando por tierra todos
los valores inculcados en familia? Sin embargo, el padre espera que aquel hijo
ingrato regrese arrepentido a su hogar; así ocurre, y padre e hijo se confunden
en un abrazo para no separarse jamás. Entonces, el padre le dice, al hermano
mayor: “Mas era necesario hacer fiesta y
regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había
perdido, y es hallado” (v. 32). ¡Ningún ser humano es un accidente en este
mundo, ni en el plan de Dios!
Al final de una
conferencia en la cual había hablado de nuestra necesidad de evangelizar y
discipular a cada persona que Dios ya tiene lista para cosecharla para su
Reino, un teólogo me dijo: “¡No creo que uno tenga que hacer ningún esfuerzo
para alcanzar a la gente para Cristo, Dios lo hará con nosotros o sin nosotros!
-a ello le respondí-, hermano le voy a pedir algo por el amor de Dios: ¡Cambie
su teología!”.
JESÚS consideró
que el ser humano es de tan grande valor, que Él intercambió su mansión
gloriosa para poner su tienda de campaña al lado de la nuestra, y siendo rico,
gustó en su cuerpo las limitaciones de la pobreza, sufrimiento, vergüenza y
muerte; Él mismo definió su misión en este mundo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido” (Lucas 19:10; RV60). Todos los apóstoles, a excepción de Juan,
murieron llevando el mensaje, Pedro, nos dice la razón: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,
sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino
que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9; RV60). Esto es lo que
mueve nuestra pasión evangelizadora: El valor del individuo.
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias por tenerte por
digno de ser llamado tu hijo y usar a los hombres y mujeres que me dieron tu
Mensaje! Tengo una deuda de gratitud con ellos, y nos gozaremos al celebrar
juntos toda una eternidad contigo. Ayúdame a llevar este mismo mensaje a los
que no lo han oído. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
¡Ningún ser
humano es un accidente en este mundo, ni en el plan de Dios!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su
Palabra?
¿Existe una
promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una
lección por aprender?
¿Existe una
bendición para disfrutar?
¿Existe un
mandamiento a obedecer?
¿Existe un
pecado a evitar?
¿Existe un
nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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