martes, 10 de julio de 2012

JESÚS: SEÑOR de la cosecha

Francisco Aular
faular@hotmail.com

Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro. Mateo 16:15,16 (NVI)

El viejo refrán que dice: Una pizca de práctica vale mucho más que toneladas de teoría", lo aplico aquí para decirles quién es JESÚS para mí. Permítanme relatarles, brevemente, cómo llegué a amar y servir a JESÚS. Tenía 17 años y un buen trabajo como fotógrafo profesional. Me consideraba un buen cristiano y que “nunca le había hecho mal a nadie”; por aquel tiempo llegó a mi trabajo, en el estudio fotográfico Luz y Sombra, un cubano de nombre Orestes Martín Ramos, inmediatamente nos hicimos buenos amigos. Martín se autodefinía como un “buscador de la verdad”, él no era todavía un cristiano nacido de nuevo, sin embargo, el carácter y la conducta diaria de aquel hombre me llenaron de admiración, él era un buen ejemplo a seguir. Todos los mediodías me invitaba a leer la Biblia. Un día descubrimos que la Biblia decía que Dios es un ser perfecto y santo y ama al ser humano. Igualmente dice que el ser humano fue creado para vivir en comunión con su Creador, pero debido a su desobediencia, el ser humano se hizo enemigo de Dios. Ahora, el ser humano es pecador y está por ello enemistado con Dios. También la Escritura dice, que Dios se hizo ser humano en la persona de JESÚS y llevó en la cruz todos nuestros pecados, y ahora, JESÚS nos reconcilia con Dios y a Él podemos llamarlo Padre.
La vida de JESÚS es única y ejemplar, pero los religiosos de su tiempo lo llevaron a una muerte terrible al ser crucificado. Descubrimos al leer directamente de la Biblia que en la cruz JESÚS pudo haber detenido el proceso de su lucha y agonía; asumir su omnipotencia como Dios, y salvarse de aquella horrenda muerte en la cruz, pero no lo hizo por su amor al pecador. Porque en la cruz del Calvario La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron (Salmo 85:10), pero para que el sacrificio de JESÚS se haga realidad en el pecador, es necesario que nos arrepintamos de todos nuestros pecados y confesemos que JESÚS es el Señor y que Dios lo levantó de los muertos.
Poco a poco comencé a comprender que mi vida le pertenecía a Dios, pero que yo no se la entregaba. Así me encontró aquel jueves de la Semana Santa de 1963, estudiando la Biblia solo en mi casa. Fijé mi mirada en el versículo 20 de San Juan capítulo 17 -es la oración sacerdotal del Señor JESÚS por sus discípulos-: Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí, por la palabra de ellos…”, inmediatamente, la venda que cubría mi entendimiento fue quitada y lo comprendí todo: ¡JESÚS había orado por mí! Pedí perdón al Señor por no haberlo amado como Él se merecía. Le abrí de par en par la puerta de mi corazón, y por primera vez, sentí paz. En verdad, fue toda una experiencia de fe al depositar toda mi confianza únicamente en JESÚS para mi salvación eterna. No vi visiones, pero desde entonces creo con todo mi corazón que JESÚS vive en mí. No he sido el mismo desde aquel día. La verdad es que no soy perfecto, nadie en este mundo lo es, sin embargo, Dios es amor y va conmigo. JESÚS y yo tenemos una amistad de cuarenta y nueve años, ¡imposible decir en pocas palabras todo lo que mi amado JESÚS es para mí!, creo que lo importante no es que yo lo haya aceptado a Él, sino que Él, en su gracia, me acepta a mí cada día. Él es mi Dios y Señor, yo soy su siervo. Él me da su victoria, yo le doy mis derrotas. ¡JESÚS,  y sólo JESÚS es mi pasión y triunfo! Con Él todo, sin Él nada. Esta vida humana no me puede dar más nada, teniéndolo a Él lo tengo todo. El mundo no me puede quitar más nada, pero, si me queda Él estoy completo.
Todos los días también pienso en esto: JESÚS me ha sido Fiel, veo su bendita mano que cubre la mía, y así como yo conducía de la mano, por lugares peligrosos, a mis hijos cuando eran pequeños, de la misma manera, mi amado JESÚS me lleva también. He aprendido que en cada problema, sufrimiento y lágrimas, no le pregunto por qué, sino, para qué. Siempre ha habido un propósito detrás de cada prueba. ¡Alabado sea su Nombre por siempre!
Ahora, solo espero aquel día, al final del camino, cuando me diga: “¡Francisco, quédate conmigo, entra al reposo de tu Señor! Entonces le responderé lleno de gozo: “¡Sí, me quedo contigo para siempre mi amado JESÚS!

Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Únicamente Tú eres absolutamente santo y apartado del mal, pero enviaste a tu Hijo unigénito para que todo aquel que cree en Ti tenga vida eterna. Por eso, cada hijo tuyo es testigo de lo que has hecho con él. Ayúdame a sembrar, cultivar y cosechar a los hombres y mujeres de mi generación, y presentarlos delante de ti, SEÑOR de la cosecha. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Como alguien dijo: “Si JESÚS es Dios y murió por mí; ningún sacrificio que haga para Él es demasiado grande para agradecérselo”.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?










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