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JUEVES, 7 de septiembre de 2023
Lectura devocional: Filipenses 4:1-7
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (Filipenses 4:6 RV60)….La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago 5:16 RV60)
Eran más de la nueve de la noche, y llovía, como si toneladas de agua cayeran sobre mi pequeño auto Renault 4. La visibilidad era muy poca en aquella oscuridad. Iba despacio, y aún así, nos mecíamos dentro del temporal en aquella peligrosa autopista Caracas-Valencia que habíamos tomado en la ciudad La Victoria e íbamos a Maracay, la ciudad vecina en donde nosotros vivíamos.
Me acompañaban los hermanos Pablo Jorgez y Jesús Bolívar, fieles compañeros de viajes en aquellos primeros años de mi cargo como Director del Departamento de Evangelización de la obra bautista venezolana –el hermano Bolívar era hombre enérgico y buen conversador, de unos sesenta años; había llegado a nuestra Iglesia Bautista El Buen Pastor; se había convertido, e inmediatamente el SEÑOR le tenía destinado a una gran misión: movernos a la oración.
En efecto, DIOS le había dado un crecimiento espiritual vertiginoso y también un amor especial y fe por la oración, mientras yo hacía un esfuerzo por ver la ruta, el hermano Bolívar rompió el silencio y entonces, me dijo: “¡Pastor, los muchachos no tienen nada para comer!”, él se refería al grupo de 18 jóvenes que estaban evangelizando en La Victoria desde hacía dos semanas, en aquella Primera Marcha Evangelizadora.
Sin querer ser pesimista sino realista, le respondí: “nuestra situación está como la carretera, sin horizontes…”, él respondió inmediatamente, “No diga eso amado pastor”, y añadió enfático: “_¡Nos queda el horizonte de la oración!”, y así fue. Oró, pidió la cantidad de dinero que necesitábamos, y exactamente, un día después, la misma cantidad que él había pedido en la oración, llegó. Debido a que Jesús Bolívar oraba y Dios respondía, los jóvenes lo llamaron a partir de allí, el “motor” Bolívar.
Hace un tiempo, volví a leer la biografía de David Livingstone, el renombrado explorador y misionero bautista del siglo XIX, me impactó mucho su vida de oración, y sus últimos días en esta tierra. Livingstone estaba muy enfermo. Él era un héroe en su país por la labor realizada como explorador en África, con la cual ayudó y sentó las bases para terminar con el tráfico de esclavos.
David Livingstone, rehusó retornar a Inglaterra, y acompañado de sus discípulos africanos siguió trabajando en su labor exploradora y misionera. Había escrito su determinación con estas palabras: —“¡Estoy dispuesto a ir a cualquier parte siempre que sea hacia delante!”. En aquel último viaje permaneció en su tienda, mientras los que le acompañaban estaban ocupados empacando sus pertenencias y preparando la partida, no querían molestarle mientras oraba, porque acostumbraban decir, ya que se lo habían oído, “él hablaba con su DIOS”.
Como la espera se prolongaba por mucho más tiempo de lo habitual, el jefe del campamento asumió la responsabilidad de ir a ver qué pasaba, inquieto, entró a la tienda y allí estaba David Livingstone muerto, arrodillado frente a su cama, y con las manos unidas en actitud de oración.
Siguiendo sus deseos, enterraron su corazón y vísceras en suelo africano, y embalsamaron su cuerpo, el cual llevaron hasta la costa, y de allí, sus restos fueron enviados a Gran Bretaña, y al recibirlos en suelo inglés, se le rindieron diversos honores y con una honrosa ceremonia fue sepultado en la Abadía de Westminster, donde reposan los grandes de la nación.
Sin duda, David Livingstone había explorado y descubierto el horizonte de la oración.
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE CELESTIAL:
Hoy toco los delgados hilos de tu omnipotencia, amor y sabiduría a través de mi oración. Te doy gracias por todo lo que me has mostrado, a través de la vida y obra de los hombres y mujeres de oración que estuvieron aquí antes que yo. Ayúdame a serte fiel y a descansar completamente en ti. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No tienes por qué temer adónde vas, cuando sabes que DIOS está en el horizonte.
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