¡Se escuchan muy cercanos los tambores de la guerra! Nuestro siglo veintiuno que debería ser un siglo de paz entre los seres humanos, no lo es. Lo empezamos ufanándonos de nuestro innegable progreso, nuestros adelantos científicos y tecnológicos, y ya hemos desperdiciado más de dos década en conflictos y guerras en casi todo el mundo. Así era el mundo antiguo, y así continúa en la actualidad. Hace muchísimo años que un salmista escribió: "Mucho tiempo ha morado mi alma con los que aborrecen la paz. Yo soy pacífico; mas ellos así, que hablo, me hacen guerra" (Salmo 120:6-7).
Imagínense si reaccionamos así con un hombre de paz ¿cómo será cuando habla el que ama la guerra? La paz del mundo es algo tan frágil que un diplomático oriental dijo: "Quien quiera sangrar menos en tiempos de guerra, tendrá que sudar más en tiempos de paz". ¡No tenemos ningún motivo de orgullo de un mundo así!
Pero existe otra paz, la de DIOS. Esta paz no se trata del débil compromiso que solo es de corta duración entre los gobernantes de este mundo, como bien lo dijera el Apóstol: "Que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina…" (1 Tesalonicenses 5:3). No, la paz de DIOS, no es la paz que produce el cese de las hostilidades, sino la paz que encontramos a pesar de los problemas y las tormentas de la vida, a través de la fe en JESÚS, resucitado y triunfante. ¡Esa es la paz perfecta!
Se cuenta que un cierto rey prometió un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos lo intentaron. El rey observó y admiró todas las obras, pero solamente hubo dos que en verdad le gustaron. La primera mostraba un lago muy tranquilo, espejo perfecto donde se reflejaban las montañas circundantes. Sobre ellas se encontraba un cielo azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura estuvieron de acuerdo en que reflejaba la paz perfecta.
La segunda también tenía montañas, pero estas eran escabrosas. Sobre ellas había un cielo oscuro del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua.
Esta imagen no se revelaba para nada pacífica. Pero cuando el rey analizó el cuadro más cuidadosamente, observó que tras la cascada, crecía un delicado arbusto. En él había un nido y allí en medio del rugir de la violenta caída del agua, un pajarito.
¿Cuál cree usted que fue la pintura ganadora? El rey escogió la segunda. La paz –explicó- no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin dolor. Significa que, aun en medio de estas circunstancias, nuestro corazón puede permanecer en calma.
“Shalom alejem”… “¡La paz sea con ustedes!”, es el saludo judío de JESÚS -aquel domingo de Su resurrección a Sus discípulos- atemorizados como resultado de la crucifixión de JESÚS en día viernes. ¡Que gozo que paz en medio de aquella tormenta al ver a JESÚS resucitado en medio de ellos! En realidad JESÚS, es la paz que vino del cielo para que nosotros tengamos paz. En efecto, JESÚS la noche en que fue entregado para ir a la cruz, les había dicho: “Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo.” (Juan 14:27, NTV).
Por otra parte, significa esta promesa que los seguidores de JESÚS, ¿no vamos a tener problemas en esta vida, ni tendremos que enfrentar las lágrimas, el sufrimiento y la muerte física? No. Sabemos que los mismos apóstoles del SEÑOR JESUCRISTO, exceptuando a Juan, murieron como mártires siguiendo a JESÚS, como hoy están muriendo muchos en algunos países musulmanes, asesinados delante del silencio de la comunidad internacional, por los fanáticos religiosos. Sin embargo, hoy como en el inicio del Cristianismo JESÚS, nos envía: “Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.” …
Ciertamente, JESÚS vino para traernos la paz con DIOS, y ese es el mensaje que predicamos: “!Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10:15b, RV60). ¡Los cristianos nacidos de nuevo somos los misioneros de la paz en este mundo! Anunciamos como tener paz en medio de la tormenta.
Oración:
PADRE CELESTIAL: Gracias por tu HIJO JESÚS, Él es la paz. En esta hora AL SEÑOR le brindo toda mi adoración y alabanza porque "Él hizo la paz mediante la sangre de Su cruz". Mi paz no depende de mí, sino de Él. Me apropio de esta verdad como los primeros discípulos que, en medio de la oscuridad de sus temores, escucharon de los labios del SEÑOR, cuando les dijo:" ¡La paz sea con ustedes!". Tú eres, amado PADRE, un DIOS de paz y en Ti, descanso. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy
La paz perfecta no es algo, sino Alguien: ¡JESÚS! En Su paz tendremos paz.
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