Francisco Aular
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JUEVES, 10 de febrero de 2022
Lectura devocional: Isaías 40:28-31
En cambio, los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.Isaías 40:31 (NTV)
Una noche durante mi enfermedad en enero de 2012, no podía dormir. Me inquietaban muchas cosas, entre ellas, toda la planificación final de un gran evento que celebraríamos en la ciudad en agosto de aquel año, del cual era el responsable. Entre el sufrimiento y los medicamentos, me preguntaba: ¿Qué pasará si DIOS me llama en esta noche para irme con Él a Su presencia? Para serles honesto, sólo pensarlo me hace feliz porque como el apóstol Pablo, puedo afirmar: “Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún mejor. Pero si vivo, puedo realizar más labor fructífera para Cristo. Así que realmente no sé qué es mejor. Estoy dividido entre dos deseos: quisiera partir y estar con Cristo, lo cual sería mucho mejor para mí; pero por el bien de ustedes, es mejor que siga viviendo.” (Filipenses 1:21-24 NTV).
También aquella noche pensaba en los amados de mi rebaño, del cual, por la gracia de DIOS, están mucho más allá de mi redil, porque nada que afecte al Reino de DIOS en cualquier parte del mundo, me es ajeno. Igualmente, me inquietan los diversos acontecimientos nacionales, continentales y mundiales. Todas estas situaciones me mantienen alerta en oración y clamor delante de DIOS. De repente vino a mi mente, la ilustración que hace muchos años, le oí a mi inolvidable pastor y consejero en los mis años juveniles, al Rev. Eusebio Pérez Domínguez, guardé la copia de la ilustración porque en aquellos tiempos yo era el secretario de la iglesia, y cuando, hacía los boletines el sábado, el pastor me leía el sermón que él iba a predicar el domingo siguiente, dice así:
Una noche durante una grave crisis política. Bulstrode Whitelocke, embajador de Inglaterra ante la corte de Holanda, no podía dormir debido a la ansiedad que sentía por el estado del país. Un anciano sirviente que dormía en el mismo cuarto se dirigió a él diciendo:
_Su excelencia, ¿me permite hacerle una pregunta?
_Dime lo que deseas saber –respondió el embajador.
_Excelencia, ¿usted cree que Dios gobernaba el mundo antes de que usted naciera?
_Y ¿cree que cuando usted abandone este mundo, Él seguirá gobernándolo?
_También lo creo así.
_Entonces, excelencia, ¿no puede usted confiar en que Él gobierne el mundo mientras usted está en él?
El agotado y soñoliento estadista dio un profundo suspiro se acomodó bien en el lecho, y en un instante se quedó profundamente dormido.
Volviendo a mi lecho de enfermo, aquella noche, también me hice algunas preguntas:
Francisco, ¿dónde estabas tú cuando DIOS puso los fundamentos de este universo? Naciste en 1945, cuando estaba terminando la Segunda Guerra Mundial, con sus millones de muertos, ¿te preocupabas por eso? Sin embargo, cuando naciste, despertaste… y DIOS ya estaba allí. En mi espíritu atribulado sentía la voz del PADRE que me preguntaba: ¿Quién veló por ti, todos esos años de tu niñez? ¿Qué crees que pasará en el mundo si esta noche, yo te llevo a mi presencia? Otra vez, en mi espíritu sentí la voz de mi amado SEÑOR al cual sirvo desde mi juventud. “Bien sabes, yo fundé este mundo y continúo con mi plan para sostenerlo hasta el fin de los tiempos. Te escogí antes de que el mundo fuese para que existieras. No eres un accidente. Eres mío para siempre. No sabes a caso que, ¿Yo tengo a todo el universo en mi mano? Entonces, sentí en lo más profundo de mi espíritu Su mandato en aquel momento: “Ora, confía en mí, y yo haré.” La paz del SEÑOR me hizo dormir, descansar y sanarme, porque tuve y todavía tengo asuntos que hacer de este lado de la eternidad. ¡Alabado sea el SEÑOR!
Sí ¡DIOS está vivo y activo! Pase lo pase conmigo, las ovejas son de Él, yo simplemente las pastoreo y las alimento con la Palabra. Y, los que somos sus siervos con gozo podemos afirmar: “Nos reaviva saber que están firmes en el Señor.” Inmediatamente, fue inevitable que recitase mi pasaje favorito:
¿Acaso nunca han oído?
¿Nunca han entendido?
El SEÑOR es el Dios eterno,
el Creador de toda la tierra.
Él nunca se debilita ni se cansa;
nadie puede medir la profundidad de su entendimiento.
Él da poder a los indefensos
y fortaleza a los débiles.
Hasta los jóvenes se debilitan y se cansan,
y los hombres jóvenes caen exhaustos.
En cambio, los que confían en el SEÑOR encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila.
Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán.
(Isaías 40:28-31 NTV).
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
DIOS mío, enséñame de tal modo a valorar mis días que me restan sobre esta tierra, que los llene de tu sabiduría. Ayúdame a formular propósitos para llevar este Evangelio por todas partes en armonía total con tu voluntad. Que no tenga en poco ser quien soy por tu gracia; pero que no caiga en la soberbia de sentirme indispensable en tu Reino. En presencia y en nombre de JESÚS, oro. Amén.
Perla de hoy:
Sirvamos a DIOS con toda pasión y gozo, como si la salvación de este mundo dependiera de nosotros; pero sometiéndonos a su soberanía y plan eterno, que Él haga lo que bien le parezca.
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