Francisco Aular
Lectura devocional: Lucas 4:14-22
“¡Miren! ¡La virgen concebirá un niño!
Dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel,
que significa “Dios está con nosotros”.
Mateo 1:23 (NTV)
Hace algún tiempo. Al levantarme de mi cama antes del amanecer, me sucedió lo que les contaré a continuación. Me asomé a la ventana de mi casa aquel 25 de diciembre, y recibí el impacto de no ver los adornos de Navidad en ninguna de las casas de mi vecindario. Descalzo todavía caminé rápido, pero con cuidado para no tropezar con los regalos que les habíamos dado a los niños, la noche anterior. ¿Qué raro juraría que por aquí habían quedado los juguetes anoche?
Llegué a la sala, y el arbolito había desaparecido, no estaban colgadas tampoco en las paredes, ni en la chimenea, las campanitas y las estrellas doradas que habíamos puesto al final de noviembre, después del cumpleaños de Mary y que marca para nosotros, en la familia el inicio de la temporada navideña. La mesa del comedor estaba vacía y sin restos de la cena que habíamos celebrado, la noche anterior.
¿Guardaría mi esposa el pan de jamón, las hallacas y las nueces? Allí estaban el cuatro, las maracas y la guitarra pero no estaba el himnario con los himnos de Navidad que habíamos cantado… Me alegró ver mi Biblia sobre la mesa del recibo. Me arreglé para salir a la calle.
Todo lucía como un día normal de trabajo, cuando no es Navidad. Los adornos de las vitrinas habían desaparecido y la gente se ocupaba de sus labores normales. ¿Qué pasó hoy es Día de Navidad? Pensé. Caminé hacia nuestro templo en donde estaba mi oficina, pero no estaba allí. Tampoco estaba el templo católico ni el presbiteriano de la otra esquina.
Me dirigí al vendedor de periódicos el señor Pedro García. Me reconoció y me dijo ¿Cómo está señor Francisco? ¿Qué raro siempre me dice pastor? Muy bien, señor Pedro, le respondí. No me llamo Pedro, me dijo. Desde mis interrogantes, tuve el valor de decirle: ¡Feliz Navidad!... Como si fuera la primera vez que escuchaba ese nombre, respondió rápidamente:
—Navidad, ¿qué es eso? Regresé rápidamente a mi casa, fui a mi biblioteca y todos mis libros cristianos habían desaparecido…
Sonó el timbre de la casa y era una joven que lucía tan sombría como la solicitud que la trajo a mi puerta: “Mi madre se está muriendo, por favor venga” … Tomé mi Biblia que tenía sobre la mesa del recibo y salí con aquella desconsolada hija a consolar también a su mamá. Llegué a la casa.
Me senté al lado de la cama de aquella mujer para alentarla con las palabras de JESÚS. Abrí mi Biblia, pero me sorprendí de que terminara en Malaquías… ¡No había Nuevo Testamento! ¡JESÚS el MESÍAS, no había nacido! ¡No había un antes y un después de Su Encarnación! ¡No había Natividad del SEÑOR! ¡No existía la fe, la esperanza y el amor! ¡No había perdón! ¡No había salvación! ¡Reinaba el mal! ¡No había paz! … Lo único que pude hacer, era lo que hacía rato quería hacer: ¡llorar desconsoladamente!... Y uní mi llanto al de las mujeres en medio de nuestra desesperación. ¡Estaba en esa angustia de un mundo sin JESÚS! ¡Un mundo sin Navidad!... Pero en eso, desperté. Afortunadamente, todo había sido una pesadilla…
¡Entonces, en el Día de la Navidad, canté feliz aquel himno navideño para despertar a la familia, y luego, todos unidos lo cantamos! “Al mundo paz nació JESÚS” (HB #76, CBP)1994.
I
¡Al mundo paz, nació Jesús!
Nació ya nuestro Rey;
el corazón ya tiene luz,
y paz su santa grey,
y paz su santa grey,
y paz, y paz su santa grey.
II
¡Al mundo paz, el Salvador
en tierra reinará!
Ya es feliz el pecador,
Jesús perdón le da,
Jesús perdón le da,
Jesús, Jesús perdón le da.
III
Al mundo Él gobernará
con gracia y con poder;
a las naciones mostrará
su amor y su poder,
su amor y su poder,
su amor, su amor y su poder.
¡Feliz Navidad con JESÚS!
¡Adelante, siempre adelante!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios