viernes, 3 de julio de 2020

¡Vamos por ellos! (2-3)

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Proverbios 24:10-12
Libra a los que son llevados a la muerte
salva a los que están en peligro de muerte.
Proverbios 24:11 (RV60)

Venciendo barreras

¡Vamos por ellos! que DIOS va con nosotros. Creo que fue en 2013 cuando mi amada hermana María Angélica me contó esta historia. Sí, María Angélica Vargas se enteró que un hombre argentino como ella, estaba muy grave en el hospital. “Tengo que llegar primero que la muerte con el Mensaje de vida eterna”, se dijo a sí misma, allí, en su apartamento. La tarde empezaba a caer a caer en horizonte. Empezó a preguntarse, ¿qué hago?, mi inglés no es bueno, ¿cuál bus tomar? –en aquel entonces, próximo a sus setenta años nada ni nadie la detendría en su determinación de llevar el Evangelio, y especialmente, a los que están en “peligro de muerte”-, oró y se lanzó a la calle, la atormentaba el pensamiento de no llegar a tiempo, su pasión evangelizadora era mucho más grande que cualquier impedimento, así que, con su personalidad carismática se comunica con personas amables a quienes ella hablaba en español. DIOS le puso gente amable que le entendieron. Tomó dos buses desde su casa, y en el último, ve en la distancia la conocida “H” azul. Se baja y camina con la esperanza de que sea el hospital indicado, se baja del autobús. A medida que se acerca, va leyendo en las letras grandes el mismo nombre que tiene en el papel, ¡sí es el hospital indicado!... A los pocos minutos, Biblia en mano, comparte el Mensaje a aquel hombre cuya alma estaba sedienta de Dios como el desierto del agua. El hombre se arrepiente de sus pecados, le pide perdón a Dios y sonríe agradeciéndole a Angélica su visita. A los pocos días aquel hombre muere, pero la muerte ya no es un “salto al vacío”, sino un viaje hacia Aquel que dijo: “Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte” (Proverbios 24:11). Sin duda, el mismo que había llevado a Felipe al desierto por donde viajaba el eunuco –véase el relato contado en el libro de los Hechos de los Apóstoles-, el Espíritu Santo, también había guiado a María Angélica Vargas a vencer barreras.
Labor de vida o muerte
¡Vamos por ellos!, porque nuestra labor es de vida o muerte: “Libra a los que son llevados a la muerte. Salva a los que están en peligro de muerte” (v.11)Hubo un tiempo en que nuestra obra, en mi país, dependía nada más que de pastores, misioneros y evangelistas para realizar la evangelización. Aunque en lo personal yo sentía la carga por los perdidos, no sabía cómo evangelizarlos personalmente, solo los invitaba a la iglesia. Yo no sabía que podía ser un instrumento para librar y salvar a los que están “muertos en sus delitos y pecados”. Así que mientras trabajaba como fotógrafo clínico en la sala de autopsias del Hospital Vargas de Caracas, solicité un permiso para visitar a los enfermos y se me concedió. Entonces, me dedicaba a visitar a los enfermos, leerles la Palabra, orar por su salud e invitarlos a la iglesia cuando se sanarán.  Una tarde, andaba visitando y entré a la sala 5 de mujeres, mientras caminaba por el pasillo, una enferma, desde su cama me llamó por mi nombre: “¡Francisco!”, me acerqué adonde estaba, y a pesar de su vientre hinchado, su rostro con el espectro de la muerte, la reconocí, era la madre de una de mi ex compañeras de estudios; la saludé por su nombre, me di cuenta que casi no podía hablar, la ayudé a incorporarse y apoyarse en mí.
Me dijo con una voz muy profunda: “¡Francisco, me muero, tengo miedo, mucho miedo!” Hice lo que sabía, oré y le leí la Palabra, le dije que yo volvería con mi pastor, más tarde o al día siguiente. Salí del hospital con la decisión de volver esa misma noche, pero aquella semana había la reunión anual de pastores fuera de nuestra ciudad y no encontré a mi pastor ni a ningún otro aquella noche.
A la mañana siguiente, preparé las cámaras para fotografiar las piezas anatómicas de los cadáveres que allí estaban; fui a la cava para saber cuántos estaban, y, les confieso, que nunca, mientras viva, podré olvidar lo que sentí al descubrir que el primer cadáver, ¡era el de la madre de mi amiga!, la señora que había visitado el día anterior. Me turbé y las lágrimas empezaron a brotar sin poder detenerlas. Bajé a la sala de espera en donde sabía que encontraría a sus tres hijas, apenas me vieron, corrieron hacia mí y nos abrazamos. Los cuatro llorábamos. Las muchachas, por la madre fallecida, y yo, porque no la había librado, ni salvado de la muerte eterna a aquella mujer. ¡La muerte me había ganado!
¿Cómo surgió la Marcha Evangelizadora?
¡Creo que aquel día surgió en mi mente y corazón, el primer atisbo de la Marcha Evangelizadora! Sí, con su énfasis de entrenar a los miembros de todas nuestras iglesias, -los llamados laicos- en la oración, la evangelización y el discipulado. La evangelización salió de los templos y se fue a la calles, a las plazas, a las fábricas, cuarteles, centros universitarios, hospitales y cárceles. Por fin, la Palabra no estaba más presa. ¡La Palabra es libre y hará exactamente lo que Dios quiere que haga, “salvar a los que están en peligro de muerte”. ¡Gloria a Dios!
¡Llamado urgente!
Ahora bien, el 15 de agosto de este año, hará exactamente 43 años que nació la Marcha Evangelizadora. El momento es oportuno para agradecer al Señor el haber mantenido en Su calendario este esfuerzo año tras año, días tras días, y agradecer también a todos los marchistas, a los diferentes directores de la Marcha en más de cuatro décadas. A todos los que año tras año invierten sus vacaciones para ir a orar y evangelizar, y, además, contribuir con lo financiero -hasta hoy, cada marchista y directivo paga su participación en el evento-. A todos, un fuerte abrazo marchista, y les digo: ¡Nos vemos en el Adiestramiento Virtual de la Marcha Evangelizadora del 2020! ¡DIOS mediante, si la CNBV, no dispone otra cosa, -y todavía estoy en esta vida-, estaremos transmitiendo desde Calgary, en donde actualmente vivo! ¡Con ello, la celebración de nuestros 43 años en este movimiento que nos ha permitido en muchísimas ocasiones ganarle a la muerte! Por eso, me siento lleno de gratitud al Señor cada vez que una persona como María Angélica Vargas –quiero que oren por ese nombre, actualmente enfrenta al 
Alzheimer-. Hará unos tres años, antes de pasar por otra etapa del laberinto de la enfermedad, nos vimos al coincidir visitando a una iglesia. Me reconoció…me dijo, “_Pastor, quiero que sepa. Se me han olvidado muchas cosas; pero el hecho de que JESÚS es mi SEÑOR Y SALVADOR, no”.  Mientras pudo, ella estuvo a mi lado, compartiendo el Evangelio con fe, esperanza y amor. Tenía corazón productivo en el Reino, desde que se convirtió en la ciudad de Mendoza, Argentina. Llevó el Evangelio a su familia  pagó el precio de ser evangelizadora. No desmayó. De esta manera, en la hermana María Angélica Vargas vi las mismas características que en otros he visto. La pasión evangelizadora que nos distingue desde el principio, al obedecer la voz de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo, que nos dice: ¡Vamos por ellos!

Oración:
PADRE ETERNO:
Hoy tengo en mi corazón gratitud por aquellos que van llevando el Evangelio persona a persona en todas partes. Gracias Señor por darnos pasión evangelizadora, amor por los que van a un destino, separados de ti. Nosotros sabemos que tú eres capaz de hacer lo que tu Palabra dice que puedes hacer; sabemos que somos lo que tu Palabra nos dice que somos; sabemos que podemos hacer lo que tu Palabra dice que podemos; y sabemos que tu Palabra es viva y eficaz y actúa poderosamente en nosotros. Ayúdame SEÑOR, para que yo puede oír cuando me dices: “¡Vamos por ellos!” En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
No sé cómo puede ser la separación eterna de Dios del pecador. JESÚS lo sabe y por eso nos dice: “¡Vamos por ellos!”…
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

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