viernes, 20 de marzo de 2020

¡No tires la toalla!

Francisco Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura devocional: 1 Reyes 19:1-18 
¿Qué haces aquí, Elías? He servido 
con gran celo al SEÑOR Dios 
Todopoderoso; pero el pueblo de 
Israel ha roto su pacto contigo, 
derribó tus altares y mató a cada 
uno de tus profetas. 
Yo soy el único que queda con vida,
y ahora me buscan para matarme 
a mí también. 
1 Reyes 19:13b,14 (NTV)

¿Alguna vez has pensado en abandonar lo que DIOS te comisionó? ¿Te sientes fatigado de tus mejores intentos y no ves frutos? ¿Sientes en la labor que realizas presiones que te vienen de todos lados, especialmente, dentro de ti mismo? ¿Has pensado en rendirte y “tirar la toalla”? Bueno, “tirar la toalla” es una frase prestada del lenguaje boxístico, y significa claudicar, renunciar, rendirse ante las dificultades de algo. En el boxeo, cuan­do el entrenador de uno de los contendientes considera que su pupilo está siendo claramente derrotado, y el seguir la pelea pone en peligro la salud del boxeador, arroja la toalla para dar a entender al árbitro que debe parar la pelea y dar como vencedor al otro púgil.  

Permítame relatarle una experiencia personal que viene al caso. Yo tenía apenas seis meses en los caminos del Señor, cuando la iglesia me nombró director de la Unión Bautista de Preparación; fue la primera responsabilidad que asumí en la iglesia, y la primera persona nombrada para fundar ese departamento dentro del liderazgo de la iglesia; nosotros somos iglesias con gobierno congregacional, todo lo resolvemos con las voces y los votos de nuestros miembros. Dos miembros de la iglesia, me expresaron después de la reunión que yo era muy nuevo para un cargo así, por tanto ellos no estaban de acuerdo. Me entristeció porque yo era un nuevo creyente y quería honrar al SEÑOR con lo mejor de mí, me entristecí en gran manera. Les confieso que tirar la toalla no era una opción para mí. Entonces, ore al SEÑOR y  el Padre Celestial vino a mi auxilio, como lo ha hecho siempre que se me ha dado una responsabilidad. Tuve muchas presiones internas, pero como ya lo he dicho, la posibilidad de renunciar nunca vino a mi mente. Entendí que el SEÑOR y la iglesia me había dado aquella responsabilidad y la tendría que llevar hasta el final del período designado. Así fue. Verá, no estamos hablando aquí de la renuncia a un cargo en donde llevemos años porque sentimos el llamado de DIOS de ir a otra labor de la misma obra. Como se dice por allí, a veces, tal renuncia es justa y necesaria.

Por otra parte, sé que cualquier decisión que haga afectará, directa o indirectamente, la obra de DIOS. Por ello, y alabado sea DIOS por Su gracia, no se sabe que yo haya renunciado a nada en la obra que se me haya pedido hacer. Lo reitero, tirar la toalla no es una opción en mi servicio al SEÑOR, ¡cuando tengo la santa seguridad que es una designación desde el Cielo para mí! ¿Cómo sé que DIOS me ha puesto en ese lugar? Bueno, porque no creo que yo sea un accidente en este mundo, y por lo que DIOS me permita ser y hacer con los dones y talentos que me ha dado para servir en su Nombre en cualquier lugar en que me coloque; por eso mi lema ministerial es el mismo del apóstol Pablo:
Pero mi vida no vale nada 
para mí a menos que la use para 
terminar la tarea que me asignó el Señor 
Jesús, la tarea de contarles a otros
la Buena Noticia acerca de la 
maravillosa gracia de Dios” 
(Hechos 20:24 NTV).

En la actitud del profeta Elías -de huir por temor a la diabólica Jezabel, después de haber sido el instrumento de la divinidad para mostrarle al pueblo de Israel, quién es el verdadero DIOS-,encontramos el camino al desánimo en el liderazgo, que termina en la renuncia. La depresión en que cayó el gran profeta fue tal, que sus mismas palabras expresan el dolor de su alma y de su espíritu: 
“Luego siguió solo todo el día hasta 
llegar al desierto. Se sentó bajo un 
solitario árbol de retama y pidió morirse: 
«Basta ya, SEÑOR; quítame la vida, 
porque no soy mejor que mis antepasados 
que ya murieron”. 
(1 Reyes 19:4).  Sin embargo, en toda la huida del profeta Elías, él no va solo, DIOS va con él, lo alimenta, lo arrulla, lo sostiene: 
“Entonces se acostó y durmió 
debajo del árbol. Mientras dormía, 
un ángel lo tocó y le dijo: 
«¡Levántate y come!». 
Elías miró a su alrededor, 
y cerca de su cabeza había 
un poco de pan horneado 
sobre piedras calientes y 
un jarro de agua. Así que comió 
y bebió, y volvió a acostarse” 
(1 Reyes 19:5,6). 
Elías cayó en un síndrome que yo denomino el terrible (“pobrecito yo”). ¡La autoconmiseración es un camino para para huir de una responsabilidad que DIOS nos da! 

Así que, como al Profeta Elías, DIOS te sostendrá para que termines tu labor con éxito:
“Mientras iban caminando y conversando,
de pronto apareció un carro de fuego, 
tirado por caballos de fuego. Pasó entre 
los dos hombres y los separó, y Elías fue 
llevado al cielo por un torbellino”. 
(2 Reyes 2:11). 
¡DIOS tenía una mejor manera para que aquel profeta terminara su ministerio y su vida! DIOS se llevó a Elías directamente para el cielo, sin ver la muerte física! Unos mil años después de la experiencia del profeta, en solo dos versículos se describe su biografía: 
“Elías, era tan humano como cualquiera 
de nosotros; sin embargo, cuando oró 
con fervor para que no cayera lluvia, 
¡no llovió durante tres años y medio! 
Mas tarde cuando volvió a orar, el cielo
envió lluvia, y la tierra comenzó a dar
 cosechas”. 
(Satiago 5:17,18,NTV).

¡Aférrate del SEÑOR y no abandones tu lugar de servicio en el reino! DIOS, te guiará hasta que cruces la meta: ¡No tires la toalla!
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE ETERNO:
En esta hora difícil en que estamos, tú necesitas a hombres y mujeres que crean, lo que tú en tu gracia has prometido para ellos. Por favor, dame de tus fuerzas para vencer. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Cuando estés convencido de que el trabajo que estás realizando lo haces para la gloria de DIOS, (Colosenses 3:23),la palabra renuncia, nunca pasará por tu mente. 
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

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