Francisco Aular
Lectura devocional:
Colosenses 2:8-32
Cristo es
completamente igual
a Dios, y
reina sobre todos
los
espíritus que tienen poder
y autoridad.
A ustedes no les
falta nada, pues están unidos
a Cristo. Colosenses 2:9,10 (LBLA)
Una de las
sorpresas que nos encontramos al leer las cartas de los escritores del Nuevo
Testamento es que ellos no practicaron la nueva fe, la fe cristiana, como una
religión al estilo del judaísmo -que era la religión que DIOS había dado a sus
antepasados en el Monte Sinaí, con sus ritos bien elaborados, sus días sagrados
y hasta las comidas que debían consumir. El propósito de la Ley y de Moisés,
era acercar a los seres humanos, especialmente a los israelitas, a DIOS; el
Apóstol Pablo escribió sobre este tema:
Así que
nadie los juzgue a ustedes
por lo que
comen o beben,
o con
respecto a días de fiesta
religiosa, de luna nueva o de reposo.
Todo esto es
una sombra de las cosas
que están por venir; la realidad
se halla en
Cristo”.
(Colosenses 2:16-17 NVI).
En adicción a todo esto, nos
sorprenden aquellos primeros discípulos de JESÚS, ¡porque ninguno provenía de
los religiosos de su tiempo!, eran laicos. Aquellos primeros discípulos
describieron su nueva fe, como un estilo de vida que los cambió a ellos y
también al mundo que recibió aquellos hombres y mujeres que decían que JESÚS,
el que había muerto y resucitado: ¡Vivía en ellos!
Ciertamente, existe una unión
inseparable de JESÚS viviendo en el corazón de cada uno de de sus discípulos,
esta seguridad les da una victoria interior que no depende de lo externo; el
cristiano nacido de nuevo ya no tiene que andar buscando significados en un mundo
que va hacia su final; el cristiano nacido de nuevo por su unión con JESÚS está
completo; nadie le puede quitar esa unión dada por el nuevo nacimiento, porque
la vida eterna (zoé aionios) está en
él; como decía el misionero a la China, el inglés Hudson Taylor, (1832-1905), el
verdadero discípulo de JESÚS vive una vida intercambiada con su SEÑOR y
Salvador, mediante esta nueva vida le damos a JESÚS nuestros pecados, Él, a
cambio, nos da su perdón; le damos nuestra tristeza y Él nos da su gozo; le
damos nuestras derrotas y Él nos da la victoria; le damos nuestra debilidades y
Él nos da su fortaleza; la damos nuestra pobreza de espíritu y Él nos da sus
riquezas; le damos nuestro miedo y Él nos da su valor; le damos nuestro
problemas y Él nos da la solución; por último, le damos nuestra muerte y Él nos
da su resurrección. Más, aun, Pablo maravillado por esta unión con JESÚS
escribió abundantemente; pero en mi caso, en todo momento, el pasaje que para
mí, es un himno victorioso a nuestra unión con JESÚS, es este:
¿Quién nos
apartará del amor de Cristo?
¿La tribulación, o la angustia,
la
persecución, el hambre,
la
indigencia, el peligro, o la violencia?
Así está
escrito: “Por tu causa siempre
nos llevan a
la muerte; ¡nos tratan
como a
ovejas para el matadero!”
Sin embargo,
en todo esto somos
más que
vencedores por medio de
aquel que
nos amó. Pues estoy
convencido
de que ni la muerte ni
la vida, ni
los ángeles ni los demonios,
ni lo
presente ni lo por venir,
ni los
poderes, ni lo alto ni lo profundo,
ni cosa
alguna en toda la creación,
podrá
apartarnos del amor que
Dios nos ha
manifestado en
Cristo Jesús
nuestro Señor
(Romanos 8:35-39 NVI).
¿Quiénes somos en nuestra unión
con JESÚS? “Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” ¡JESÚS es
nuestra pasión y triunfo!
Ahora bien, estas cuatro palabras
en español, se convierten en una en griego, y la repetían aquellos cristianos: Upernikao. Ni ayer, ni hoy ni nunca;
nada ni nadie podrá detener el avance del Reino de DIOS, en esta tierra; por su
nuevo nacimiento el hijo de DIOS, está unido a CRISTO, es “carne de su carne y
hueso de sus huesos”. Por ello, la existencia de un cristiano nacido de nuevo,
es un milagro de DIOS. Igualmente, lo es: la existencia de la Iglesia. Tanto en
lo individual como en lo colectivo, ¡soy victorioso en Cristo! Hoy salgo a la calle, alzo mis hombros
y mi rostro con una amplia sonrisa; hoy mostraré lo mejor de mí a lo peor de
este mundo, no soy mío pertenezco a JESÚS, mi pasión y triunfo, estoy: “Unido a
CRISTO”.
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
Amado Padre
Celestial:
En esta
ocasión te alabo con todo mi corazón por enviar a tu Hijo para llevarme a ti y
por vivir en mí, le doy el control de todo en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de
hoy:
Tu decisión respecto a JESÚS
decide tu victoria o derrota.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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