Por Francisco Aular
faular@hotmail.com
MARTES,
10 de diciembre de 2019
Lectura
devocional: Lucas 2:8-20
Recuerden las cosas pasadas, aquellas
de antaño; yo soy Dios, y no hay ningún otro, yo soy Dios, y no hay nadie igual
a mí. Yo anuncio el fin desde el principio; desde los tiempos antiguos, lo que
está por venir. Yo digo: Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo. (Isaías 46:9-10 NVI)
La historia de la Navidad es la más
preciosa que jamás se haya contado. Uno puede oírla vez tras vez, y no cansarse
de oírla. Nuestro abuelos nos las contaron y también nuestros padres. Hoy nos
toca a nosotros contarla otra vez. Existe un poema anónimo que dice así:
Hace más de 2000 años,
nació un hombre contrariamente a todas las leyes de la vida en una pequeña
aldea y en un humilde pesebre, entre animales y pastores, hijo de una
mujer del campo. Este hombre vivió en la pobreza (…) ni siquiera tuvo una
piedra donde recostar su cabeza. Trabajó en un taller de carpintería hasta
que tenía 30 años, entonces durante tres años fue un predicador viajero.
No poseía riquezas ni
influencias. Sus parientes eran gente común, no fue al colegio, ni
tuvo preparación o educación alguna. Pero, durante su infancia provocó
pánico a un rey y en su niñez dejó asombrados a sabios y doctores, caminó
sobre las aguas como en el mismo pavimento y aquietó al embravecido mar.
Sanó a las multitudes sin medicinas y no cobró nada por sus servicios..., de
hecho, ha sido el único que ha podido dar vida a los muertos.
Este hombre
no tenía otras credenciales que su propia persona. Cuando era joven y por
predicar sobre Dios, la opinión popular se volvió en su contra, pasó
ante la farsa de un juicio siendo inocente. Sus mejores
"amigos" huyeron... Uno lo negó y otro lo entregó en manos de
sus enemigos, que lo maltrataron, lo azotaron y golpearon hasta
desfigurarle el rostro. Fue objeto de burla, además lo insultaron y
escupieron; luego de enterrarle una corona de espinas, lo clavaron en una cruz
entre dos ladrones y mientras moría, sus verdugos echaban suertes sobre la única pieza de su
propiedad..., su abrigo. Al morir fue descolgado y puesto en
una tumba prestada gracias a la caridad de un amigo.
Nunca escribió
un libro..., pero en todo el mundo no cabrían todos los libros que sobre Él
se han escrito. Nunca fundó una escuela..., pero todas ellas juntas ni
siquiera pueden jactarse de tener tantos estudiantes. Nunca escribió una
canción…, pero Él ha provisto temas para más canciones que todos los
compositores juntos. Nunca practicó la psicología, pero Él ha sanado
más corazones quebrantados que todos los doctores juntos.
Una vez a
la semana en todo el mundo, las multitudes dejan todo para ir a
las asambleas, cultos, reuniones para adorarlo; y en diciembre hasta los que no
creen en Él celebran su Nacimiento. Este evento dividió en dos
períodos nuestra historia. Casi 21 largos siglos han venido y se han ido...,
pero Él sigue siendo la pieza central de la humanidad. Todas las guerras,
ejércitos, reyes y grandes hombres han pasado, sin afectar la vida del hombre
de manera tan poderosa como lo ha hecho aquella vida solitaria.
Por ello, la Natividad del Señor JESÚS es la
oportunidad que se nos presenta a los cristianos nacidos de nuevo de contar
otra vez, la historia de la Salvación. Se nos manda a que, “recuerden las cosas
pasadas, aquellas de antaño.” ¡JESÚS es el Centro de la historia! ¡Qué bella
historia!
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias por darnos a tu amado Hijo y revelarnos el
plan secreto de la redención al ser humano! ¡Qué bella historia! ¡Gracias por
darnos la bendición de la Navidad, de tu Natividad como JESÚS!
Padre Eterno: ¿Cuál puede ser la respuesta de un corazón
agradecido a ti por ese Regalo que nos has dado? Con Roberto Savage, frente a
esta bella historia te canto:
¡Oh, cuánto le amo!
Y fiel, le
adoro,
Él es mi vida,
¡Mi Redentor!
El Rey de
gloria
Vino a
salvarme,
Y a revelarme,
Al Dios de
amor.
Perla de hoy:
Para experimentar la Navidad o la Natividad eterna
en el proceso de nuestra salvación, debemos llegar a conocer a JESÚS, Él es la
Vida Eterna.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por
medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la
cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición
para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento
por obedecer?
¿Existe algún pecado por
evitar?
¿Existe un nuevo
pensamiento para llevarlo conmigo?
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