Francisco
Aular
faular@hotmail.com
Lectura
devocional: Isaías 9:1-7
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre
su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre
Eterno, Príncipe de Paz. Isaías 9:6 (RV60)
"Este año el horizonte de la esperanza se oscureció (…) parece
que el mundo se está derrumbando mientras se acumulan las crisis y se extiende
la enfermedad". Así se expresó
hace unos años el entonces Secretario General de las Naciones Unidad Ban
Ki-Moon, ante 140 jefes de estado de los países que componen esta máxima
organización, sobre el oscuro panorama de la situación mundial. Por eso podemos
afirmar contundentemente que lo que el mundo necesita es el verdadero mensaje
de la Navidad, JESÚS: ¡el poder de la esperanza!
Ahora
bien, ¿qué es la esperanza? El diccionario RAE, entre otras acepciones, nos
dice: “En la doctrina cristiana, virtud teologal por la que se espera que Dios
dé los bienes que ha prometido”. Pero, la esperanza es más que eso.
Ciertamente, la Navidad es el encuentro de muchas escenas en pocas horas, pero,
todas ellas en cumplimiento de las profecías predichas en el Antiguo Testamento
mucho antes de la Encarnación de JESÚS: “Alaben
al Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. Nos
envió un poderoso Salvador del linaje real de su siervo David, como lo prometió
mediante sus santos profetas hace mucho tiempo” (Mateo 1:68-70, NTV). De esta
manera pudiéramos
decir que todo el fundamento de nuestra fe cristiana se resume en la esperanza,
al lado de la fe, y el amor (1 Corintios 13:3).
Usted no
puede leer las profecías de la Biblia sobre el nacimiento del Mesías sin la
esperanza de su fiel cumplimiento. Porque dicha promesa fue hecha en medio de
situaciones muy parecidas a las que confrontamos es estos días en el mundo: “El
pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de
sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos” (Isaías 9:2, RV60). Nunca como
hoy una densa oscuridad se desplaza trayendo sobre la humanidad, dolor y
angustia; hay un clima sombrío que amenaza con llevarnos a la depresión y
destrucción final como seres humanos.
La Biblia nos habla de
cuando nosotros no habíamos experimentado el nuevo nacimiento: “En esos
tiempos, ustedes vivían apartados de Cristo. No se les permitía ser ciudadanos
de Israel, y no conocían las promesas del pacto que Dios había hecho con ellos.
Ustedes vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza” (Efesios 2:12, NTV). ¡Es
imposible que los dirigentes mundiales de ayer, hoy y mañana nos den de lo que
no tienen, esperanza! Solamente los cristianos nacidos de nuevo pueden ser
optimistas con relación al mundo y a su futuro: “Anunciando el misterio que se ha mantenido oculto por siglos y
generaciones, pero que ahora se ha manifestado a sus santos. A éstos Dios se
propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las
naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria” (Colosenses
1:26,27; NVI).
Por otra parte, la
esperanza no es solamente sentarse a esperar que Dios nos ayude, ¡la esperanza
cristiana no es algo sino Alguien: JESÚS! Es más que una fe subjetiva porque es
actuar en hechos concretos como lo hicieron los cristianos nacidos de nuevo del
primer siglo. Ellos emprendieron grandes cosas en el nombre de DIOS y se
lanzaron a la conquista de un mundo en tinieblas, porque creyeron a la verdad bíblica:
“Cristo en ellos, la esperanza de gloria”. En otras palabras, como lo dijo un
hombre de DIOS: “La esperanza se nos da a favor de los que no la tienen”.
Les confieso que la
presentación que DIOS hace en la profecía del nacimiento de su Hijo JESÚS me
deja sin aliento por lo asombrosa: “Porque
un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se
llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de
Paz” (Isaías 9:6, RV60). Sí, ¡JESÚS es la única esperanza! Así, que por todo
esto soy optimista a tiempo completo. Por ello, hoy viviré con la esperanza que
vive en mí y se la mostraré a los que no la tienen.
Hoy renuevo mi fe, amor
y esperanza que me conducirán a un mundo nuevo. Utilizaré la esperanza como la
llave que me abre el futuro. DIOS no me sembró en su viña para la queja, la crítica
o el desánimo, sé que no solamente tengo esperanza, sino que soy la esperanza;
mostraré con mis hechos y actitudes que esta única vida humana que poseo y la
vida zoé que vive en mí, valen la pena vivirla.
Hoy, en medio de la
aflicción más profunda sacaré fuerzas desde el santuario de mi alma, pondré en
mi rostro la mejor de mis sonrisas mientras agradezco a DIOS en una breve oración:
¡Gracias Eterno por darme nueva vida y nueva esperanza! Porque a pesar de todo,
la Navidad muestra en un humilde pesebre: ¡El Poder de la esperanza!
Oración:
PADRE ETERNO:
¡Gracias por darme
nueva vida y nueva esperanza por medio de JESÚS! Ayúdame a llevar esta Buena
Nueva a quienes viven sin Dios y esperanza en el mundo. Que pueda mostrar tu
gracia y el poder la esperanza en mí por dondequiera que vaya. En el nombre de
JESÚS. Amén
Perla de
hoy:
La Navidad muestra en un humilde pesebre: El Poder
de la esperanza.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios