Francisco
Aular
perlasdelalma@gmail.com
Lectura
devocional: Nehemías 1:1-11
Cuando oí
estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré
delante del Dios de los cielos. Nehemías 1:3,4 (NTV).
A
Nehemías, un hombre laico, copero del rey Artajerjes (465-424 a. de J.C.), le
llegaron noticias de la patria lejana en los siguientes términos: “Las cosas no
andan bien. Los que regresaron a la provincia de Judá tienen grandes
dificultades y viven en desgracia. La muralla de Jerusalén fue derribada, y las
puertas fueron consumidas por el fuego” (Nehemías 1:3,4 NTV), su reacción fue
inmediata: “Cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días
estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo” (Nehemías 1:5 NTV). Es más, el libro que lleva su nombre
comienza y termina en oración. ¡Patria,
ayuno y oración!, se convirtieron en su lema y en motivos principales de su
andar cotidiano, hasta que volvió a su patria e hizo la labor, la cual sirve
hasta hoy de modelo de liderazgo en la obra de DIOS. Así que orar por la
patria, no es opcional es la responsabilidad de cada cristiano nacido de nuevo.
En efecto,
la Biblia nos dice que DIOS es el Creador de todas las naciones y los pueblos
étnicos que a lo largo de la historia de la humanidad se han formado. También
nos dice claramente, que DIOS quiere que las naciones le pertenezcan: “Qué
alegría para la nación cuyo Dios es el SEÑOR, cuyo pueblo él eligió como herencia”
(Salmo 33:12 NTV). DIOS nos ha dado una patria con características
particulares, en donde, además de las bellezas naturales se encuentra lo más
hermoso de ella, su gente. Sí, gente que viene y que va; gente que habla en una
forma particular, tiene una cultura; una nación que aprendimos a amar cuando
nuestra madres nos dormían con sus cantos en los años de nuestra inocencia, ya
pegados a su seno, ya meciendo la cuna; patria es un lugar y también un
sentimiento porque en ella hemos nacido, criado y vivido, allí descansan los
restos de nuestros antepasados, y esperamos que al final de nuestros días, esa
tierra se abra para recibirnos también a nosotros. Mientras tanto, oremos por
nuestros conciudadanos: “En primer
lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los
ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos”. ¡Patria, ayuno y oración!
Pues bien,
un día conocimos a través de la Biblia, y por la obra del Espíritu Santo la
historia de la salvación; DIOS nos salvó y nos dio la tarea de proclamar su
mensaje. Así que somos ciudadanos de dos realidades: Como hijos de DIOS,
nuestra ciudadanía está en los cielos, pero como hijos de una patria terrenal,
nada de lo que sobre ella ocurra, debe ser ajeno a nosotros. Debemos dar
gracias al SEÑOR por la patria hermosa que Él nos ha dado; esto muestra que
amamos al suelo en donde hemos nacido, pero que también amamos a DIOS sobre
todas las cosas. Así que: ¡Patria, ayuno
y oración!
Ahora
bien, no debemos confundir patria con gobierno. Los gobiernos son pasajeros,
sus gobernantes tendrán que dar cuenta de sus acciones, tarde o temprano;
ciertamente, nosotros debemos orar por la patria y por los que nos gobiernan,
como lo recomendó el Apóstol: “Ora de ese modo por los reyes y por todos los
que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila,
caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad”. (1 Timoteo 2:2). Pero debemos
recordar también que sobre todo rey humano, está el SEÑOR: “Quien
vendrá en el momento oportuno, cuando nuestro maravilloso Dios así lo quiera.
Porque Dios es el único que gobierna sobre todos; Dios es el más grande de los
reyes y el más poderoso de los gobernantes”. (1 Timoteo 6:15, LBLA). Ciertamente, la patria seguirá y trascenderá los confines
del tiempo: “Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del
mundo entrarán en ella con toda su gloria” (Apocalipsis 21:24 NTV). Hasta el
final: ¡Patria, ayuno y oración!
Se espera
que los hijos de DIOS pongan su mirada en el cielo, porque el reino de DIOS,
como Él mismo, es trascendente e inmanente. El SEÑOR dijo: “Mi reino no es de
este mundo” (Juan 18:36), y Pablo escribió: “Porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas” (2 Corintios 10:4 RV60). Que la oración por la patria nos ayude a
mantener la prioridad en lo eterno y no en lo pasajero: Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que
todos se salven y lleguen a conocer la verdad. Como lo dijo Jim Elliot antes de salir a llevar el Evangelio
a los aucas del Ecuador, donde murió martirizado, lejos de su patria: “No es
ningún tonto quien renuncia a lo que no se puede llevar, para ganar lo que no
puede perder”. ¡Patria, ayuno y oración!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Señor, gracias infinitas por la patria que me has dado; la
libertad que tengo en Cristo y la Razón para vivir. Ayúdame para anunciar tu
Reino y orar y accionar hasta que tu voluntad sea hecha aquí en la tierra como
en los cielos. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Mantén la
oración y acciones positivas por la patria terrenal, sin descuidar la prioridad
de la Patria Celestial.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su
Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda
aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo
conmigo?
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