Francisco
Aular
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Lectura devocional: Salmos 17:1-8
Guárdame como a
la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas. Salmos 17:8 (RV60)
Hace algunos años, me encontraba de predicador
invitado en un país de Latinoamérica, en aquel tiempo, las iglesias evangélicas
de esa nación eran discriminadas, no solamente por el sistema del gobierno,
sino también por la iglesia oficial. Sin embargo, las valientes congregaciones
no callaban el mensaje. Se nos había concedido un gran lugar para la actividad,
pero un día antes de comenzar se canceló. Nos fuimos al templo más grande de la
ciudad que resultaba pequeño para aquel grupo de cristianos que venían de
varias ciudades de la provincia. Me encontraba alojado en un hotel compartiendo
habitación con un destacado líder de nuestra obra denominacional. Un día antes
de comenzar las conferencias, lo noté apesadumbrado, y me dijo: “Pastor, nos
hemos enterado que existe un plan para matarlo durante la predicación de
mañana…”, ¡por un momento pensé que era una broma!, pero lo que me decía era
totalmente cierto. Nos fuimos a una habitación más grande, y cuando entré,
todos mis compañeros de ministerio estaban allí. El más anciano de ellos, y
conferencista invitado como yo, tomó la palabra: “Hermano, -usted y yo nos
parecemos- predicará primero; tomará mi lugar, y yo, tomaré el suyo.” Acto
seguido, dictó un documento en donde expresaba su última voluntad. Nunca había
visto tanta unidad y valor juntos como en aquellos días de esas conferencias.
Desde los hogares hasta en los templos de las distintas denominaciones, las
oraciones fueron el refugio de tantos corazones apesadumbrados por las
circunstancias. Era la lucha moderna entre David y Goliat.
Obviamente, fuimos
molestados en muchas maneras, en mi caso, la policía de inmigración me dio la
tarea de poner un sello en mi pasaporte, y, por lo tanto, tenía que abandonar
el lugar en las conferencias y salir a la frontera del país vecino, sellar allí
mi pasaporte y retornar. Eso me llevaría un día de viaje por tierra, pero el
SEÑOR estaba con nosotros, y en medio de esa situación, apareció un piloto con
una avioneta; me llevó y me trajo en cosa de horas, completamente gratis. En
fin, el Padre fue honrado y glorificado, y como resultado de aquellas
conferencias se alcanzaron miles de personas, el liderazgo se multiplicó, y
nuevas congregaciones surgieron. ¡Alabado sea el SEÑOR!
¿Dónde nos metemos cuando nuestras vidas
están en peligro? ¿Cómo obra DIOS cuando nuestros enemigos nos persiguen por
nuestra fe y Él es lo único que nos queda? Acudimos como el rey David a la
oración, llenos de fe, esperanza y amor, pudiendo exclamar: ¡Levántate, oh
Dios, y derriba a los que nos asedian por ser mensajeros de tu gracia!
¡Levántate, Señor y llénanos de valor para buscarte y cobijarnos bajo tus
poderosas alas! ¡Levántate, Señor y has que caigan de rodillas delante de ti,
como nosotros! Aquí tenemos al rey David, orando por protección contra sus
opresores: “Guárdame como a
la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas”. (Salmos 17:8,
RV60).
Oración:
PADRE ETERNO:
Sé que tú oyes la
oración que se eleva delante de ti por una causa justa y hecha con fe en tu
poder, tu gracia y tu Palabra. SEÑOR has puesto a prueba mi fe; pero tu gracia
me colma cada día de tus bendiciones. Ayúdame y seré más que vencedor en medio
de las circunstancias. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de
hoy
Nuestra fe,
tal vez sea probada, para que confiemos en la fidelidad y protección de DIOS
como nuestro refugio.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de
su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por
aprender?
¿Existe alguna bendición para
disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para
llevarlo conmigo?
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